Con medio mill¨®n se puede comprar en la mitad de Arco 86
Los feriantes buscan m¨¢s contactos que lucro
Con medio mill¨®n de pesetas se puede ir m¨¢s o menos hasta la mitad, en Arco 86, la Feria Internacional de Arte que anoche se inaugur¨® oficialmente, y que hoy se abre al p¨²blico hasta el 15 de abril. Al acto inaugural asistieron el vicepresidente, Alfonso Guerra; el ministro de Cultura, Javier Solana; y el alcalde de Madrid, Juan Barranco.Seg¨²n una encuesta arbitraria entre galeristas y pintores realizada en la feria la tarde anterior a su inauguraci¨®n, aquella es la cifra media de un cuadro que se quiere vender. Naturalmente, hay precios mayores: uno de esos grabados de ninfas de Picasso que justifican una locura, un crimen, puede costar 3.800.000 pesetas en la sala Gaspar -y el galerista cuenta con su venta-, y un boceto de Christo, el iluminado que se dedica a envolver puentes o monta?as, puede alcanzar los 10 millones. Mas todos estos comerciantes que se han reunido en Madrid aseguran que no es la venta lo quie les importa, sino la peculiaridad de las ferias: el contacto, el, darse aconocer, el ver lo que hacen los dem¨¢s.
Aunque poco rigurosa, la del periodista es la ¨²nica encuesta posible pues la cifra de ventas de Arco es, todos los a?os, una de las pocas inc¨®gnitas que quedan tras un evento que consiste en mostrar. Los galeristas no parecen tener inconveniente en informar de los precios que piden, salvo alguno, que lo considera urta falta de respeto a sus clientes.
Cuando el di¨¢logo lima la aspereza de un primer contacto, el galerista recuerda que hace dos a?os un "comando del Ministerio de Hacienda" -as¨ª lo llama- pein¨® el recinto ferial, d¨¢ndoles un disgusto a varios coleccionistas. El mundillo no sabe, adem¨¢s, c¨®mo ser¨¢ aplicada la ley del Patrimonio Hist¨®rico Art¨ªstico, que este a?o alcanzar¨¢ a la feria por primera vez. En principio, la ley rebaja los impuestos, pero, por otro lado, busca la clasificaci¨®n del patrimonio. ?se es ya un lenguaje odiado por el mundillo, compuesto en buena parte por inversores con hielo en la sangre que podr¨ªan muy bien negociar acciones de el¨¦ctricas en el parqu¨¦ de una bolsa.
El de los impuestos es uno de los principales inconvenientes de Arco, seg¨²n la representante de la galer¨ªa Kubinski, de Stuttgart, que expone este a?o por primera vez. En ferias como la de Colonia, los impuestos son un problema mucho menor.
A los impuestos se une la dificultad de que los extranjeros no venden, en Arco, se?ala Brigitte March, de la galer¨ªa de su nombre miembro de la directiva de Arco y feriante veterana. El coleccionista que acude a esta feria parece buscar nombres espa?oles, a la espera quiz¨¢ de que se vayan a convertir en Barcel¨®.
?Entonces, por qu¨¦ vienen? Por los contactos y, en el caso de Brigitte March, por la esperanza de que el mejill¨®n herm¨¦tico que es el mercado espa?ol termine por abrirse para corrientes como el arte minimal o el conceptual. Ella ha tra¨ªdo este a?o sugerentes fotograf¨ªas de Katsuo Katase, montajes que especulan sobre la identidad, la masificaci¨®n, a precios muy duros para el mercado espa?ol: 434.000 pesetas por una bella foto en negativo de una muchedumbre que gira en torno a una placa de identificaci¨®n secreta del artista.
El 'robot' que viaja
Douglas Baxter, de la galer¨ªa Paula Cooper, de Nueva York, viene este a?o con una visi¨®n realista sobre las posibilidades del mercado espa?ol forjada en una primera experiencia con p¨¦rdidas, el a?o pasado, y tambi¨¦n con esperanza: aspira a vender una creaci¨®n de John Borowsky, en la que un robot de mand¨ªbula m¨®vil se dirige a un cuadro de un navegante y le dice "chatter, chatter, chatter..." eternamente (chatter es alguien que no para de hablar). Pues bien: Chatter cuesta 40.000 d¨®lares, algo m¨¢s de seis millones de pesetas.Tambi¨¦n es cierto que los costes de creaci¨®n pueden llegar a ser muy altos: s¨®lo el pasaje en barco de Chatter cost¨® unas 150.000 pesetas, dice Baxter, para quien el principal atractivo de venir es que ¨¦ste es "un pa¨ªs muy vivo, y el p¨²blico de la feria es curioso y estimulante".
Aunque los criterios sobre los costes son discutibles. Isabel Garrigues, de la galer¨ªa Gamarra y Garriges, alude a los costes de creaci¨®n para justificar el precio de un cuadro de un chico de 22 a?os que empieza: 175.000 pesetas. La galerista reconoce que de esa cifra el autor s¨®lo percibe la mitad, m¨¢s o menos, y que el precio lo fija la galer¨ªa, de acuerdo con el artista.
Algunos pintores sorprenden por la crudeza con la que hablan del comercio de su obra. Barraca, creador de unos troncos desgarrados de papel, afirma casi como un exabrupto que est¨¢ dispuesto a vender los palmos de un rollo que tiene "a 500 pelas" si es necesario, y con su firma. Est¨¢ claro que se est¨¢ riendo. En cambio, no parece estar riendo el granadino Jos¨¦ Manuel Darro, de 28 a?os, miembro del grupo Nueva Pintura Andaluza, que pretende vender por 1,5 millones de pesetas su ¨®leo El viaje de las Meninas, en el que Vel¨¢zquez se esconde tras una tabla de wind-surfing, y el juego de luces de la puerta del fondo est¨¢ sugerido aqu¨ª por el reflejo del espejo retrovisor de una camioneta familiar. Tambi¨¦n ofrece los bocetos de ¨¦ste y otros cuadros. "Como hay que vivir de la pintura, hay que cornercializarlo todo", dice. Precisa que lo que no comercializa es su libertad para crear.
Etiquetas
El galerista Fern¨¢n G¨®mez, que expone a los cuatro pintores de la autodenominada Nueva Pintura Andaluza, no tiene inconveniente en se?alar que el grupo fue formado para adquirir una mayor entidad en el mercado del arte, en el que pesan las etiquetas. As¨ª, las entidades regionales se han convertido en formidables impulsores del arte joven, aunque tienden a caer en un aldeanismo primitivo: la compra del pintor del pueblo porque es del pueblo.El hecho de vivir de lo que vende no separa a veces tanto al aficionado del profesional, como la libertad de crear y comportarse, o no, como el artista desea. ?se ser¨ªa el caso de Assumpci¨® Mateu, con ya alguna que otra exposici¨®n en el exterior (Canad¨¢ y Holanda), profesora de pintura en la Academia de Bellas Artes de Sant Jordi, de Barcelona, y a quien, gracias a su trabajo de profesora, los precios de sus cuadros abstractos dejan bastante indiferente.
Assumpci¨® Mateu viene a la feria de Arco, y se queda, porque le gusta hablar con la gente y ver qu¨¦ dice de la forma en que ha hecho evolucionar una realidad como el vuelo de las palomas hasta convertirlo en una mancha blanca en movimiento.
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