Diluvio en la Maestranza
ENVIADO ESPECIALLlov¨ªa m¨¢s que cuando enterraron a Zafra, se suele decir. A partir de ayer, la frase apropiada es llov¨ªa m¨¢s que cuando Vargas mechaba al Algarra. Conviene apresurarse a concretar quienes eran los personajes del drama, no se vaya a ofender alguien: Vargas era -es- torero; el Algarra, toro. Otros personajes de la corrida fueron Tom¨¢s Campuzano, el banderillero Guillermo de Alba, que prendi¨® dos excelentes pares; un espont¨¢no, ganado moruch¨®n a punta-pala. Y protagonista principal, el diluvio. La Maestranza -tan bonita de soles en las tardes de abril, refulgente su rubio albero-, ayer un cielo encapotado, m¨¢s entrepelao que c¨¢rdeno, la engrisec¨ªa hasta sumirla en tinieblas.
Plaza de la Maestranza
11 de abril. Primera corrida de feriaDos toros de Sampedro; 1? y 5? de Algarra; 2?, sobrero de Los Bayones; desiguales de presencia, flojos. Pepe Luis Vargas: pinchazo y estocada ladeada (ovaci¨®n y salida al tercio); estocada ca¨ªda (aplausos); ocho pinchazos, estocada corta y descabello (silencio). Tom¨¢s Campuzano: pinchazo y estocada tendida (silencio); estocada ca¨ªda (algunas palmas). Se suspendi¨® la corrida despu¨¦s del 5? toro, a causa de la lluvia torrencial.
El p¨²blico se entreten¨ªa en hacer una meteorolog¨ªa de anticipaci¨®n: No amo a mo¨¢. Fue cierto: nos moamo. Ocurri¨® durante la lidia del quinto toro -Algarra, ya se sabe-, un animal con cuajo que se aquerenci¨® en chiqueros nada m¨¢s salir y embest¨ªa a lo moruch¨®n. Le pegaron duro en varas y correspondi¨® derrotando furioso el gigantesco peto del caballo de picar. Llegado el ¨²ltimo tercio, las nubes soltaron ?agua vaaa!, el toro pas¨® a reserv¨®n, el torero a precavido y, pr¨¢cticamente sin dar un pase, entr¨® a matar. M¨¢s bien entr¨® a pinchar, o a mechar, porque tund¨ªa la piel, mas no ahondaba el acero. A la d¨¦cima fue.
A nadie le importaron las inhibiciones precautorias de Vargas, pues quien ten¨ªa pies, los mov¨ªa en aceleraci¨®n creciente para escapar del aguacero. La gente se colaba al rev¨¦s: suelen ser los de las localidades de arriba quienes penetran furtivamente en las bajas, siempre m¨¢s caras; en cambio, ayer, los de las caras brincaban a las de arriba. Si alguna se?ora aire¨® pololos, a nadie le import¨® tampoco.
El caso era huir de aquella lluvia terrible, b¨ªblica, que convirti¨® el albero en lecho de una laguna donde los focos hac¨ªan saltar destellos azules. El toro muerto derrap¨® cuando lo arrastraban las mulillas. Demasiada evidencia del peligro que ten¨ªa aquel fangal. Un toque de clar¨ªn anunci¨® que la corrida quedaba suspendida.
Toreros voluntariosos
A Tom¨¢s Campuzano le correspond¨ªa entrar en liza y se libr¨®. Nos libramos todos, en realidad. Campuzano ten¨ªa una tarde escasamente inspirada; no pas¨® de aseado con un toro bronco; tampoco con uno manejable. Estos toreros voluntariosos, de correcta t¨¦cnica, cuando no pasan de aseados son El bolero de Ravel en versi¨®n taurina.Vargas el mechador, en cambio, s¨ª estuvo inspirado. Cada tarde pretende demostrar que es un kamikaze, y le sale -s¨ª- pero a lo mejor no sabe que es torero de gusto, o no acaba de cre¨¦rselo.
Pepe Luis Vargas instrument¨® unas ver¨®nicas exquisitas, bien juntas las zapatillas, bien cargando la suerte; hizo un quite estupendo por chicuelinas, dio una larga afarolada para colocar al toro en suerte, y cuando las embestidas resultaban boyantes -muy pocas, en la suma de sus dos toros- embarcaba con todos los pronunciamientos favorables al arte de torear.
Tambi¨¦n es torero de cambiante suerte. Lo del toro reserv¨®n fue una faena, en el peor sentido, pero la lluvia le hizo el quite: a la gente le trajo sin cuidado que se dedicara a mechar toro. Un diluvio sobre la Maestranza, es un espect¨¢culo singular, o un desaguisado, o una bendici¨®n; seg¨²n se mire.
En el cartel faltaba Julio Robles. Cambiaron los toros y se quit¨® del cartel. Seg¨²n usos y, costumbres de la tauromaquia moderna, al parecer tiene todo el derecho. Nos dec¨ªan representantes de la empresa de la Maestranza: "Con un toro que cambien, ya tiene ese derecho.
Distinto es que una figura del toreo juegue con el respeto que merece el p¨²blico. Los toros anunciados fueron rechazados por los veterinarios a causa de su trap¨ªo. Si Robles los hubiera exigido grandes, o por lo menos estrictamente reglamentarios, no habr¨ªa tenido que pegar la espant¨¢.
Ahora dir¨¢ que ten¨ªa raz¨®n: se ahorr¨® el diluvio y la brega con unos mansitos debiluchos, uno de los cuales estaba un tullido que no se ten¨ªa en pie y hubo que devolverlo al corral. Tan poquita cosa era que se tir¨® un espont¨¢neo e intent¨® torearlo, y si no le dejaron, por all¨ª, delante del toro, andaba, tan tranquilo.
Hay otra raz¨®n, sin embargo: la corrida, por culpa de la deserci¨®n de Robles, qued¨® en un mano a mano que nadie hab¨ªa pedido. No. ?ltimamente, la afici¨®n no exige demasiado ver a Vargas y Campuzano, mano a mano.
M¨¢xima expectaci¨®n
Las corridas de esta tarde, ma?ana y lunes, han despertado m¨¢xima expectaci¨®n en Sevilla. En estos tres d¨ªas alternan, seg¨²n carteles, Curro Romero, Paco Ojeda, Pepe Luis V¨¢zquez, Rafael de Paula, Espartaco, todos ellos diestros que suscitan el m¨¢ximo inter¨¦s. Ya no hay localidades para ninguno de los tres festejos.
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