C¨¢rceles superpobladas
La carretera de Bangkok al aeropuerto, en una peque?a bifurcaci¨®n a la derecha, est¨¢ la c¨¢rcel de presos preventivos de Bambut. All¨ª hay siete espa?oles: Mariano Ramos, de 27 a?os; Antonio Solero, de 33; Francisco J. O., de 46; Pablo Caro y Emilio Moliner, de 25. Uno de ellos, que prefiere no ser identificado como interlocutor con periodistas, afirma: si eres extranjero no te pegan, pero aqu¨ª est¨¢s a merced de todo lo que quieran hacer de ti".La gran puerta met¨¢lica de la prisi¨®n da acceso a un patio verde y, una vez pasado el control y recogido el pasaporte, un guardia acompa?a al visitante a un segundo patio en forma de ele en cuyas paredes hay pinturas de ¨¢rboles y flores. En una parte de la pared existen unas rejas. Tras ellas, un pasillo de unos dos metros de ancho separa al visitante de otras rejas detr¨¢s de las cuales est¨¢n, semidesnudos, los presos visitados, algunos de ellos con sus piernas enlazadas con gruesas cadenas.
"Dormimos en el suelo y, en mi sala, que tiene unos 15 metros de larga y unos seis de ancha, estamos 64 presos", dice. "La comida es lo peor y muy escasa", a?ade. Al comentarle que ¨¦l tiene buen aspecto, responde: "con dinero aqu¨ª puedes conseguir de todo..., de todo, pero tienes que pagar a todo el mundo". Agrega que ¨¦l se encuentra enfermo y que Moliner, hijo de espa?ol y sueca, tiene una extra?¨ªsima infecci¨®n en el pene. "No s¨¦ si saldremos vivos; a ver si la embajada y el Gobierno se preocupan", dice.
Salvo las horas fijadas para dormir, los presos extranjeros pueden estar casi todo el d¨ªa en patios al aire libre, mientras los tailandeses son obligados a trabajar. Alg¨²n espa?ol tambi¨¦n se ha prestado a hacerlo. Se trata de Rafael Fern¨¢ndez Hern¨¢ndez, quien fue incluso vigilante dentro de su prisi¨®n y el mes pasado sali¨® indultado.
Adem¨¢s de la prisi¨®n de Bambut, los 24 espa?oles est¨¢n repartidos por la de Chiang Mai, Bang Kwang y Lard Yao. Esta ¨²ltima es un complejo penitenciario, con hospital incluido, en donde est¨¢n 15 espa?oles y las dos espa?olas presas en Tailandia (Teresa Esteve, de 25 a?os, e Inmaculada Fern¨¢ndez Moralejo, de 31, quienes tambi¨¦n trabajan en la c¨¢rcel).
Lard Yao es un centro de cumplimiento en el que, durante sus siete primeros d¨ªas de estancia, los presos deben llevar puesta la cadena que une dos recios aros met¨¢licos que rodean sus tobillos. La cadena es atada durante las noches a otra barra met¨¢lica fijada en el suelo. "Es para evitar intentos de suicidio", asegura el preso espa?ol.
A los inconvenientes de la temperatura -m¨¢s de 40? a la sombra-, la humedad -pr¨®xima al 100%- o los mosquitos y ar¨¢cnidos tropicales, en las c¨¢rceles tallandesas no es posible redirnir penas por ning¨²n sistema.
En cuanto al hacinamiento, baste un ejemplo. La prisi¨®n de m¨¢xima seguridad de Bang Km,ang, a unos 25 kil¨®metros al norte de Bangkok, fue construida para 2.000 presos. En el centro han llegado a-estar cerca de 7.000 reclusos. All¨ª est¨¢ Jos¨¦ Pina, natural de Sevilla aunque residente en Barcelona, de 35 a?os, detenido en 1980 y condenado a cadena perpetua.
"?Un 'smack' , se?or?"
El cultivo y consumo de hero¨ªna eran legales en Tailandia hasta 1955. Hoy, la legislaci¨®n tailandesa contra el tr¨¢fico de drogas es una de las m¨¢s duras del mundo y, de hecho, todos los a?os se dictan varias penas de muerte, extremo que se da incluso con mayor facilidad en pa¨ªses del ¨¢rea, como Birmania. Pero, si bien el tr¨¢fico est¨¢ muy perseguido, la pregunta m¨¢s repetida en la calle a cualquier extranjero es: "One smack, sir?" ("?Una dosis de hero¨ªna, se?or?").Tailandia, con 55 millones de habitantes, con un r¨¦gimen de monarqu¨ªa parlamentaria, es un pa¨ªs con grandes perspectivas de crecimiento econ¨®mico en los pr¨®ximos a?os, pero su estabilidad se ve hoy amenazada por dos frentes: en el sur, por los conflictos armados que, desde Camboya, mantienen los vietnamitas con las decenas de miles de camboyanos refugiados en Tailandia (cerca de 200.000), en el norte, por la continua actividad de los grupos guerrilleros de Birmania que se mueven por la frontera entre los dos pa¨ªses.
Tanto en Birmania como en las monta?as norte?as de Tailandia, numerosas tribus n¨®madas (Sin, Gmang, Lisu, Karen, Yasu y otras) producen- anualmente toneladas de opio, que en muchos casos son comercializadas por los propios grupos guerrilleros para comprar armas. Kun Sa, jefe de uno de esos grupos llamado Shan United Army, organiza anualmente con sus 15.000 hombres caravanas de miles de mulas cargadas de opio hacia los laboratorios ante la impotencia de los gobiernos afectados.
Con respecto al sur, el pasado d¨ªa 8 lleg¨® en visita oficial a Bangkok el secretario del departamento de Defensa de Estados Unidos, Caspar Weinberger, y declar¨® que, ante las incursiones de los vietnamitas, Estados Unidos y Tailandia deben estrechar su colaboraci¨®n en el terreno militar. De hecho, algunos medios de comunicaci¨®n se han referido a la posibilidad de que Estados Unidos establezca en Tailandia, si no bases, alg¨²n gran sistema de almacenamiento de armas.
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