La dimension presupuestaria
La ampliaci¨®n de la Comunidad Europea (CE), con la entrada de Espa?a y Portugal, ha coincidido con una crisis presupuestaria de la misma. Crisis que, seg¨²n el autor no proviene del necesario encaje de los dos pa¨ªses, sino que expresa, de modo m¨¢s profundo, la inadecuaci¨®n de los medios financieros con las pol¨ªticas seguidas. La afirmaci¨®n puede parecer trivial, ya que la historia de la CE est¨¢ jalonada de crisis; la diferencia es que en ¨¦sta Espa?a no es ya espectadora, sino protagonista. Y ello como aportadora y como receptora de fondos.
La actual situaci¨®n puede ser caracterizada con tres rasgos esenciales:1. En primer lugar, por la afloraci¨®n del d¨¦ficit del presupuesto comunitario, definido eufem¨ªsticamente como la carga del pasado. Carga puesta de manifiesto cuando se ha aplicado la disciplina presupuestaria, que ha mostrado el divorcio creciente entre compromisos contra¨ªdos y medios para hacerles frente.
2. En segundo lugar, la consecuencia inmediata de lo apuntado: el previsto agotamiento de los fondos estructurales, en principio para septiembre de este a?o. Ello Plantea la necesidad inmediata de un presupuesto suplementario de liquidaci¨®n de deudas.
3. Por ¨²ltimo se plantea el debate a medio plazo, a partir del Acta ?nica de Luxemburgo. En la misma se fija como objetivo para 1992 la creaci¨®n del mercado interno comunitario.
Ello requiere la cohesi¨®n econ¨®mica como contrapartida de un proceso que, dejado a su l¨®gica interna, habr¨ªa de conducir a una concentraci¨®n creciente de riqueza y actividad en las zonas actualmente m¨¢s desarrolladas de la CE. Los medios de esta pol¨ªtica de equilibrio y cohesi¨®n son los fondos estructurales, cuya situaci¨®n y posible recorte de cara al futuro es ,lo que ha provocado la actual crisis.
Para Espa?a, pa¨ªs perif¨¦rico y con un nivel de renta inferior a la media, la soluci¨®n que se d¨¦ a la actual crisis tiene, por tanto, especial trascendencia.
Al mismo tiempo se plantea la necesidad de dar una, dimensi¨®n europea a una serie de pol¨ªticas de futuro (electr¨®nica, inform¨¢tica, telecomunicaciones, aeroespacial, etc¨¦tera) para no colocar a Europa en posici¨®n marginal respecto de Estados Unidos y Jap¨®n.
Los precios agr¨ªcolas
El problema reside en que la pol¨ªtica de precios agr¨ªcolas, que devora m¨¢s de dos tercios del presupuesto comunitario, es de hecho incomprensible.
Pol¨ªtica que beneficia a la agricultura continental frente a la mediterr¨¢nea a las grandes explotaciones frente a las peque?as, y que para dar salida a los excedentes acumulados plantea graves problemas en la relaci¨®n entre Europa y el Tercer Mundo (lanzando az¨²car subvencionada al mercado mundial, del mismo modo que Estados Unidos lo hace con el arroz). Por mucho que se intente frenar, la inercia de esta situaci¨®n supone un peso muerto que condiciona claramente las opciones de futuro.
En el momento del ingreso de Espa?a, el 1 de enero de 1986, la Comisi¨®n Europea estimaba, en el anteproyecto de presupuesto para 1986, que los compromisos contra¨ªdos pendientes de liquidaci¨®n eran de 12.300 millones de ECU (2.000 m¨¢s que el a?o anterior), aproximadamente 1,7 billones de pesetas (*). De esta cifra, unos 9.000 millones corresponden a los fondos estructurales.
En cabeza se sit¨²a el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder), con 4.877 millones de ECU, seguido del Fondo Social, con 2.832; del Fondo de Orientaci¨®n Agr¨ªcola, con 1.104, y de la pesca, con unos 117 millones. En 1986 estos compromisos del pasado exigir¨¢n pagos por un importe de 3.200 millones de ECU (430.000 millones de pesetas).
La raz¨®n fundamental de este desfase es que, al tratarse de gastos disociados, es distinto el momento del compromiso y el del pago. Por ello ha sido posible que entre la promesa y la realidad se haya ido estableciendo un divorcio creciente, agravado por la disciplina presupuestaria de los ¨²ltimos a?os. Esta disciplina se ha aplicado a los cr¨¦ditos de pago y no a los de compromiso, con lo que se ha producido un aut¨¦ntico efecto de represamiento al no haberse actuado en el origen.
Las cargas del pasadoA esta cifra hay que a?adir como cargas del pasado los adelantos reembolsados de los Estados miembros en 1984 (1.003 millones de ECU); el incremento en la devoluci¨®n al Reino Unido -400 millones, correspondientes a 1984 y 1985-, deuda para la que hay prevista una compensaci¨®n financiera para los dos nuevos Estados miembros; la depreciaci¨®n de los stocks agr¨ªcolas, y los eventuales d¨¦ficit de gesti¨®n y otras deudas no contabilizadas.
Los excedentes agr¨ªcolas almacenados a finales de 1985 merecen menci¨®n aparte. En efecto, su valor contable en esta fecha era de 10.553 millones de ECU (su incremento es de 1.750 millones respecto del a?o anterior).
La Comisi¨®n Europea ha planteado un programa de reducci¨®n de stocks de 4.430 millones de ECU a realizar en tres a?os (con un coste de 1.155 millones en 1986), pero estima la p¨¦rdida total de valor de esos stocks en 5.650 millones de ECU (unos 760.000 millones de pesetas). Las previsiones de la Comisi¨®n Europea para financiar el programa implican unas econom¨ªas de gesti¨®n de dudosa viabilidad, y parece evidente que va a ser imposible financiar la reducci¨®n de stocks con los recursos presupuestarios normales.
Neutralidad presupuestaria
Estas cuentas del Gran Capit¨¢n deben ser contempladas desde una doble perspectiva: la de la aportaci¨®n espa?ola, teniendo en cuenta los compromisos de la adhesi¨®n, y la comunitaria. Nuestra pertenencia como miembro de pleno derecho a la CE nos exige, en efecto, no contemplar los problemas desde una ¨®ptica estricta y estrechamente nacional. Al pensar c¨®mo resolvemos nuestros problemas hemos de tener en cuenta al mismo tiempo c¨®mo resolvemos el de todos. Vivir en comunidad significa precisamente que no se sale del apuro endosando el problema al vecino.
En principio, Espa?a est¨¢ protegida por el compromiso firme, adquirido tanto por el Consejo como por el Parlamento Europeo, de garantizar la neutralidad presupuestaria durante el per¨ªodo transitorio. Sin embargo, la ¨²nica reserva jur¨ªdica que excluye a Espa?a de la contribuci¨®n a la financiaci¨®n de los compromisos contra¨ªdos antes de la adhesi¨®n se refiere al cheque brit¨¢nico.
Lo ¨²nico que existe es una cierta fuerza pol¨ªtica y moral para exigir la no participaci¨®n en el pago de las deudas anteriores, sobre todo cuando, como ocurre con los excedentes agr¨ªcolas, Espa?a ha realizado su propio esfuerzo de liquidaci¨®n.
Adem¨¢s debe mantenerse una vigilancia y presi¨®n constante para conseguir que el problema se dilucide cuanto antes con la presentaci¨®n del presupuesto suplementario. El mismo comisario encarga do del presupuesto, Cristophersen, ha manifestado ante el Parlamento que cuanto m¨¢s se tarde en resolver la carga del pasado, m¨¢s contribuir¨¢n a su liquidaci¨®n Espa?a y Portugal.
Afirmaci¨®n que no es en s¨ª ning¨²n secreto de Estado, sino que supone la mera constataci¨®n de que el paso del tiempo borra las diferencias entre deudas anteriores y posteriores a la adhesi¨®n, y porque el reembolso decreciente de nuestra contribuci¨®n al presupuesto, previsto en el acta de adhesi¨®n, hace que cuanto m¨¢s tarde se paguen las deudas, mayor sea nuestra contribuci¨®n.
Defender que Espa?a no sea contribuyente neto a la CE es un objetivo pol¨ªtico b¨¢sico, porque no es sostenible que un pa¨ªs con unas estructuras econ¨®micas m¨¢s d¨¦biles y un nivel de vida m¨¢s bajo que la media comunitaria aporte al presupuesto comunitario m¨¢s de lo que recibe. Y hay que ir m¨¢s all¨¢, porque el presupuesto comunitario actual est¨¢ configurado por una pol¨ªtica agr¨ªcola que ha destinado m¨¢s dinero a los productos del norte de Europa, a las zonas m¨¢s ricas de la CE; no contribuye a la reducci¨®n de las desigualdades, y est¨¢ muy lejos de desarrollar el papel redistributivo que debe caracterizar un presupuesto prefederal.
* El montante global del presupuesto de la CE es de una magnitud parecida al espa?ol. Con un cambio de 1 ECU = 135 pesetas, el importe es de 4,5 billones de pesetas.
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