Lola Barasoa¨ªn
Una ermita?a que fue modelo de Givenchy en Par¨ªs
Lola Baraso¨¢in exhibe una delgadez cr¨®nica, resultado de una dolencia renal que la situ¨® al borde de la muerte siendo ni?a, pero cuando se presenta elude ese episodio: "Me llamo Lola", dice, "tengo dos hijos, un marido, siete hermanos y mi madre, que se ha puesto a estudiar. Nac¨ª en Uztarroz, cuando los maquis. Tengo pocos bienes, algunos males, muchos amigos que no veo nunca. Tengo cabras y gallinas, un coche, una casa muy bonita, con una hiedra que no crece, y un gato que se fue de casa por mis malos tratos, porque me tiraba los pucheros". Fue modelo de Givenchy en Par¨ªs y es ahora la esposa de un ermita?o en la sierra de los Cameros.
Su padre era guardia civil y su madre tuvo que hacerse modista para echar una mano a la fr¨¢gil econom¨ªa familiar. Ni a¨²n as¨ª les ven¨ªa bien continuar en las hermosas faldas de los Pirineos navarros a medida que se iban haciendo grandes los siete hermanos. Ella ten¨ªa 13 a?os cuando se mudaron a Pamplona. Durante esos a?os enferm¨® al l¨ªmite de la muerte. Logr¨® vencerla con tiempo, priv¨¢ndose de ir a la escuela con los dem¨¢s ni?os y creciendo bajo las faldas de las costureras del taller de su madre. As¨ª vivi¨® el tr¨¢nsito de su inter¨¦s por la costura como sustento familiar a la costura como instrumento para dise?ar vestidos bonitos.Ese inter¨¦s por el dise?o fue lo que la impuls¨® a marcharse a Par¨ªs cuando apenas ten¨ªa 16 a?os. Era el a?o del mayo franc¨¦s. No llevaba dinero, pero s¨ª algunas cartas de recomendaci¨®n para el taller de Givenchy. El ambiente era "horriblemente competitivo". "Luego me di cuenta", dice, "de lo dificil que era entrar en aquellas casas". Lola era la ¨²ltima peona de la casa, pero, como ten¨ªa escuela, era delgada y su cuerpo se ajustaba a las medidas convencionales de confecci¨®n, la llamaban para que hiciera pases cuando la temporada estaba en su apogeo y las modelos profesionales no daban abasto.
"Yo no sab¨ªa hacerlo. S¨®lo hab¨ªa pasado algunos modelos en Pamplona, por ser alta y bastante delgada... Particip¨¦ en un certamen nacional de moda, pero nada m¨¢s". Lola Baraso¨¢in pasaba colecciones y segu¨ªa recibiendo sueldo de costurera.
Sus pasos los segu¨ªa, con la cara pegada a la pasarela, Luis Vicente El¨ªas Pastor, el novio que se hab¨ªa echado en Pamplona, convertido ahora en becario del Museo del Hombre de Par¨ªs. Eso se acab¨® en 1971, cuando decidieron volver a La Rioja. Lola evoca aquellos d¨ªas sin arrepentirse del cambio. "No me planteo el futuro. Lo veo como surge. Acepto lo que me viene y lo disfruto o lo sufro, seg¨²n sea. Siempre hay algo que se te impone, que te impulsa a hacer algo inmediatamente. No eres t¨² quien eliges en la vida".
El destino en su caso ha sido el matrimonio, dos hijos -Sim¨®n, de 10 a?os, y Mart¨ªn, de 4- y vivir desde hace ocho a?os a 1.500 metros de altura, al cuidado de la ermita de Lomos de Orios, en la sierra de Cameros. Lola hace frente al aislamiento que les impone la nieve, cuida de los animales, de su marido, de sus hijos, atiende a los peregrinos, lava y almidona los manteles y vestidos de la Virgen para que est¨¦n bonitos en las dos romer¨ªas anuales y tiene tiempo para confeccionar, seg¨²n una tradici¨®n a punto de extinguirse unas bell¨ªsimas almazuelas.
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