Una feliz suma de aciertos
Si el haber conseguido reunir en Madrid 124 cuadros de Monet es por s¨ª mismo una haza?a que s¨®lo se puede minusvalorar por ignorancia o mala fe, no lo es menos haber dado el tratamiento adecuado a la exposici¨®n. Han sido, obviamente, muchas las personas las instancias que han contribuido a ello, pues para obtener un ¨¦xito en una empresa de esta envergadura hacen falta desde una voluntad pol¨ªtica promotora hasta ingentes recursos financieros, en el presente caso sufragados parcialmente con el apoyo de la Fundaci¨®n para el Apoyo de la Cultura. Es ¨¦sta una instituci¨®n coordinada por el Ministerio de Cultura que re¨²ne un conjunto de empresas privadas y p¨²blicas espa?olas cuya actuaci¨®n viene siendo hasta el momento ejemplar y que fue una de las que ayud¨® al Estado a recuperar para Espa?a el c¨¦lebre cuadro de Goya La marquesa de Santa cruz.
Aparte del institucional, puestos a singularizar m¨¦ritos hay que citar en primer lugar el papel de Paloma Esteban, conservadora del Museo Espa?ol de Arte Contempor¨¢neo (MEAC) y comisaria de la muestra, que ya obtuvo una merecida celebridad hace un par de a?os con motivo de haber llevado a cabo otra espectacular exposici¨®n monogr¨¢fica sobre C¨¦zanne.
Junto con ella, m¨¢xima responsable, hay que destacar asimismo lo realizado en el montaje y cat¨¢logo, dos pilares b¨¢sicos sobre los que se apoya el prestigio final de cualquier exposici¨®n. El montaje, encargado al Equipo Dise?o —Pedro Garc¨ªa Ramos y Juan Ignacio Macua—, constitu¨ªa todo un desaf¨ªo, ya que a los problemas normales de distribuci¨®n adecuada del material y configuraci¨®n est¨¦tica del conjunto se a?ad¨ªan en esta ocasi¨®n los derivados de la seguridad y de circulaci¨®n ante la previsible avalancha de visitantes.
Como todos los buenos profesionales, Garc¨ªa Ramos y Macua han planteado su trabajo con claridad y discreci¨®n; esto es, contribuyendo silenciosamente a que las obras se contemplen de la mejor manera posible. As¨ª, mediante una sucesi¨®n articulada de paneles blancos corridos han ordenado un recorrido b¨¢sicamente cronol¨®gico y serial, tan s¨®lo roto en la peque?a isla donde cuelga la obra de Giverny, que se concentra en uno de los extremos de la sala por exigencias l¨®gicas de la ambientaci¨®n unitaria de este conjunto de pinturas.
Montaje
Con todo, la aportaci¨®n m¨¢s espectacular y oportuna de este montaje consiste en el dise?o de un pretil que, sin estorbar la visi¨®n y muy bien armonizado con el conjunto, a¨ªsla la pared con los cuadros del espectador. Lograr de esta manera que la obra est¨¦ protegida de cualquier aproximaci¨®n excesiva o avalancha, pero sin agobiar la sala, perjudicar la contemplaci¨®n o resultar agresivamente intimidatoria para el espectador es, desde luego, un acierto rotundo La cuidada iluminaci¨®n, en un espacio con unas luces fr¨ªas en exceso, as¨ª como los carteles de los cuadros —legibles y bien emplazados— son otros tantos aspectos de este excelente montaje.
El cat¨¢logo, por su parte, dise?ado por Gonzalo Armero, es, en fondo y forma, perfecto. Tras una serie de estudios de algunos de los m¨¢s reconocidos especialistas en la materia, los trabajos t¨¦cnicos de biograf¨ªa cronol¨®gica, catalogaci¨®n, bibliograf¨ªa, etc¨¦tera son cient¨ªficamente impecables. Por tanto, este cat¨¢logo es mucho m¨¢s que una recopilaci¨®n de los datos de una exposici¨®n: es una gruesa y util¨ªsima monograf¨ªa sobre Monet. Formalmente, su aspecto es de un buen gusto soberbio sin que sus 547 p¨¢ginas impidan un uso agradable y c¨®modo de este atractivo volumen.
Por ¨²ltimo, dada la existencia de rumores y comentarios pol¨¦micos respecto al coste global de la exposici¨®n, que al aparecer ha superado los 150 millones de pesetas, quiero se?alar que semejante cifra extra?ar¨¢ a cualquiera menos a un profesional.
S¨®lo los transportes y seguros de una obra que procede de todas las partes del mundo, y que est¨¢ valorada en muchos miles de millones, han debido suponer costes fabulosos, por no hablar de los otros m¨²ltiples asuntos gravosos que acompa?an a una iniciativa de estas caracter¨ªsticas.
Ahora bien, ?merece la pena esta inversi¨®n? Es imposible dar una respuesta simplista a una cuesti¨®n tan compleja pero, respetando la opini¨®n de cualquiera, quiero advertir que los museos de nuestro pa¨ªs carecen de obra, no s¨®lo de Monet, sino pr¨¢cticamente de cualquiera de los m¨¢s significativos impresionistas, con lo que la oportunidad ofrecida es excepcional.
Beneficio
Por otra parte, es rid¨ªculo tratar de evaluar el beneficio aportado por una exposici¨®n s¨®lo con lo obtenido por la venta de entradas o cat¨¢logos, aunque en el caso reciente de C¨¦zanne se consiguieran vender 40.000 ejemplares y visitaran la muestra m¨¢s de un cuarto de mill¨®n de personas, que de haber pagado la entrada habr¨ªan convertido la muestra en un negocio muy rentable. Empero, sea cual sea el d¨¦ficit concreto de la de Monet, y haciendo abstracci¨®n de sus valores educativos intangibles, ?cu¨¢nta gente viaja hoy a Nueva York, Paris o Londres s¨®lo para visitar sus excelentes y costos¨ªsimas exposiciones?
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