Ni Marc Almond ni King
Se celebr¨® la segunda jornada rockera de las fiestas de la comunidad madrile?a con cinco actuaciones bien distintas, que se prolongaron durante m¨¢s de ocho horas. En ese tiempo el p¨²blico, que no fue siempre el mismo (entre quienes permanecieron, se sumaron y se fueron), ocup¨® todo lo largo del paseo y aleda?os de esa parte del parque del Oeste.Miles de j¨®venes, hambrientos de m¨²sica y espect¨¢culo gratuito, soportaron el tiempo desapacible de la noche y conservaron la paciencia y la alegr¨ªa a pesar de tanto contratiempo y tanta tardanza. El viento ligero derrib¨® la pantalla que hab¨ªa de emitir en v¨ªdeo im¨¢genes de los conciertos para completar la visi¨®n m¨¢s lejana.
Un equipo de bomberos acudi¨® para colaborar en la instalaci¨®n de la pantalla, que finalmente no se coloc¨®. Corri¨® la noticia de que Marc Almond se hab¨ªa negado a actuar porque nadie le hab¨ªa consultado. As¨ª, Ciudad Jard¨ªn aparecieron con una hora de retraso respecto al horario previsto.
Conciertos organizados por la Comunidad de Madrid
Ciudad Jard¨ªn (50 minutos), PVP (64 minutos), Marc Almond (79 minutos), King (83 minutos) y Loquillo (74). Paseo de Camoens, 2 de mayo.
Firmeza
Ciudad Jard¨ªn surgieron hace dos a?os en la s¨¦ptima edici¨®n del Trofeo de Rock Villa de Madrid, en el que quedaron segundos, despu¨¦s de La Frontera. Han grabado dos elep¨¦s y su experiencia ya se aprecia en su sonido en directo. Comenzaron con una pieza instrumental encadenada a su m¨¢xima canci¨®n, A Par¨ªs. Vieron el paseo poblado de inquietos ojos que pod¨ªan juzgar y se agarraron a sus instrumentos, confiados de su nuevo repertorio. En las primeras filas, decenas de seguidores gritaban el nombre de Marc Almond, y otros, sin simpat¨ªas concretas, permanecieron contemplativos y, a fuerza de apretones, muy firmes.Este grupo toca a ritmos variados, con voces que desfiguran y en vivo no parecen llegar, quiz¨¢ por su estilo conceptual , poco directo. Anunciaron la ¨²ltima canci¨®n y algunos espectadores, sin compasi¨®n, corearon un "bien, bien". La mayor parte aplaudi¨® sin expresar gusto o disgusto.
Notas m¨¢s intensas de rock ofrecieron PVP, un grupo que ha recurrido al acompa?amiento de m¨²sicos de viento, como tantos otros de aqu¨ª y de fuera en los ¨²ltimos cinco a?os. Como sus colegas de velada, gozaron de un sonido muy n¨ªtido y poderoso, producto de un equipo adecuadamente desplegado en el paseo. PVP son rockeros que juegan con el funky y estilos bailables y c¨¢lidos -Ven con cuidado o Todo el mundo quiere m¨¢s- Eran id¨®neos para que los asistentes se hubiesen animado, pero sus canciones, por el momento, no se conocen.
Ni Marc Almond ni King parecieron n¨²meros internacionales suficientemente atractivos. El primero, un vocalista especializado en arte y expresi¨®n, logr¨® su mayor ¨¦xito en el duo Soft sell, y en solitario ha confirmado su estilo pasional y definido su audiencia. Tiene mucha voz, que sabe caracolear con recursos diversos, al modo de una cancionera espa?ola: "Luna llena... prado negro... cara a cara el torito que se va", interpret¨® en castellano.
Luego, sentado en un taburete, se emocion¨® como el arribiguo maestro de ceremonias de la pel¨ªcula Cabaret. Canta al amor y canta a la mujer -A woman story o Stories of Johnny-, y siempre bien arropado con m¨²sicos como el guitarrista Richard Bailey. Hubo mucho fr¨ªo para sonidos tan calmados.
El segundo, Paul King, cantante del quintento tambi¨¦n brit¨¢nico, consigui¨® el mejor sonido: teclados mel¨®dicos se mezclaron con una guitarra dura y una base r¨ªtmica con mucha presencia. Aument¨® el n¨²mero de quienes bailaron y vitorearon una serie de canciones que son muy conocidas, sobre todo Love y Pride, su n¨²mero uno en el Reino Unido.
En directo apenas realizan variaciones de los arreglos del disco. Falt¨® mayor espontaneidad a este cantante, que act¨²a preocupado de su coreograflia individual de gestos y saltos coordinados con efectos r¨ªtmicos.
Loquillo y los Trogloditas han conseguido el ¨¦xito en todo el pa¨ªs. Actuaron pasadas las tres de la madrugada, ante la retirada masiva de asistentes. Agrad¨® su rockabilly, disfrazado hoy de arreglos elegantes para melod¨ªas pegadizas, como Carne para Linda.
Loquillo -que ya no lo es tanto- mantuvo sus ademanes de macho y su capacidad de contagio con la gente. Es ya un rockero para todos los p¨²blicos.
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