Un 'junior' resuelve el primer asalto del t¨¦rmino de la Liga
Un elemento extra?o aparece de pronto en la cancha y siembra la confusi¨®n. Molesta, perturba, mueve al desconcierto. Rivales y compa?eros le miran. Soloz¨¢bal, que lo tiene cerca, no sabe a qu¨¦ atenerse. Iturriaga le pide la pelota. Aito grita y Sainz se pone las manos en la cabeza. El elemento extra?o bota y bota la pelota y deja que el partido tenga en ¨¦l su ¨²ltima causa. Sigue ah¨ª, bota que bota, con ambos equipos absortos. Y, mira por d¨®nde, act¨²a, rebasa f¨¢cilmente a Soloz¨¢bal, penetra hasta la zona y pasa a un Mart¨ªn desmarcado que logra los dos ¨²ltimos puntos de su equipo. Carbonell, el j¨²nior, los tuvo bien puestos. El Madrid y el Bar?a temblaron ante ¨¦l.
Pero no es il¨®gico que una circunstancia aleatoria resuelva un partido de este tipo y qui¨¦n sabe si un t¨ªtulo. Ayer se advert¨ªa en los ¨²ltimos minutos una impotencia general, para, resolver, lo que produjo tina enga?osa sensaci¨®n de igualdad: lo cierto es que dos minutos era mucho para un equipo (Real Madrid), pero poco para otro (Barcelona). En ese equilibrio tan inestable cualquier alteraci¨®n tema que ser fatal. Y Carbonell lo fue por efecto de una sorprenelente voluntad propia.
El Barcelona desaprovech¨® demasiadas ventajas: habr¨ªa sido necesario que le regalaran cinco minutos m¨¢s de tiempo para que ganara el partido, raz¨®n absurda. Pero es que a los azulgrana les bastaba con mirar el banquillo madridista para tener la constancia de que era su ocasi¨®n: s¨®lo Robinson y Rull¨¢n, ning¨²n base u hombre bajo. Contra pron¨®stico, el partido se decant¨® hacia la necesidad del hombre peque?o. El Madrid lo necesitaba hasta que encontr¨® a Carbonell.
Y, curiosamente, ambos equipos, sabedores de que su juego de conjunto no est¨¢ en el mejor momento, decidieron resolver el partido en el mismo frente, preferentemente entre los hombres altos. Coincidieron en hacer del rebote y la defensa la principal zona de conflicto. Ante esa tesitura, el ataque se fue resolviendo con acciones individuales, usando cada jugador de sus fundamentos, disponi¨¦ndose los sistemas para permitir el uno contra uno que m¨¢s conviniera. As¨ª fue c¨®mo un regate de Sibilio, un cruce de Iturriaga, una penetraci¨®n hasta el aro de Biriukov o un tiro de Soloz¨¢bal fueron resolviendo la obligaci¨®n de anotar canastas. Hab¨ªa que esperar a ver c¨®mo transcurr¨ªa la lucha defensiva o la del rebote, que son guerras largas que necesitan su tiempo para imponer un desequilibrio. Lo consigui¨® el Real Madrid gracias a su mejor movilidad, su mayor garra. Arriba, Romay volvi¨® a demostrar que Trumbo es un p¨ªvot que se le da especialmente bien. En el descanso el desnivel era un hecho: 46-36.
Pero, ante una acci¨®n de desgaste, el Real Madrid no estaba bien pertrechado en el banquillo. Fracas¨® cuando se lo jug¨® a la carta de ponerse en amplia ventaja (55-42) por varios ataques perdidos y, entonces, a falta de casi 16 minutos, ambos t¨¦cnicos se dieron cuenta de que el encuentro tomaba una s¨®la direcci¨®n: ?cu¨¢nto tiempo aguantar¨ªa el Real Madrid con un equipo solvente en la cancha? Para el Barcelona, la cuesti¨®n era m¨¢s sencilla, bien f¨¢cil: esperar y presionar. Estaba cantado, hasta que entr¨® el elemento extra?o.
El Real Madrid aguant¨® su tragedia con valor, amparado en el d¨²o Mart¨ªn-Romay, que se convirti¨® en absoluto dominador del rebote. En ellos descans¨® el equipo, que pudo incluso ampliar en momentos muy dif¨ªciles su ventaja. El Barcelona siempre fue una amenaza latente, pero no la ejerci¨® debidamente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.