Alberto Moravia visita Espa?a para hablar de Pasolini y de su propia obra
GABRIELA CA?AS, El escritor italiano, Alberto Moravia, de 79 a?os, lleg¨® ayer a Madrid, acompa?ado de su esposa, Carmen Llera, para hablar sobre la literatura de su amigo Pasolini. Hoy volver¨¢ a hablar en p¨²blico, en la universidad Complutense de Madrid, para explicar su propia obra literaria. Moravia recibe a la Prensa inmutable, con un pie sobre la mesa y cierta actitud de desgana. Le gusta hablar de la energ¨ªa nuclear, y es poco expl¨ªcito en cuanto a su nueva vida con Carmen. Dice que la diferencia de edad con su, esposa provoca morbosidad porque "es un reto a la naturaleza y a la sociedad", pero asegura que no es el desaf¨ªo su meta: "Yo soy natural".
Ni Alberto Moravia ni su esposa, Carmen Llera, sospechaban que, en el aeropuerto de Barajas, un grupo de periodistas, mayoritariamente de la Prensa del coraz¨®n, esperaba ansioso a la pareja. Se equivocaron ?de puerta, y el grupo, capitaneado por Marco Miele, director del Iristituto Italiano de Cultura, realiz¨® carreras s¨®lo propias de: una divertida comedia. La pareja, mientras tanto, hab¨ªa tomado ?in taxi rumbo a su hotel.Moravia dice que no le molesta haberse convertido en, un personaje de revista,. "Aunque tampoco me agrada", a?ade. Carmen Llera, de 29 a?os, tampoco parece sentirse molesta por los cotilleos al uso. "Yo hago la misma vida desde hace cinco a?os", dice, "y es la que voy a seguir haciendo".
Alberto Moravia est¨¢ recostado en el sof¨¢ mientras ella bromea estrepitosa y posa para. los fot¨®grafos con naturalidad. ?l es casi siempre rotundo; especialmente cuando habla de la energ¨ªa nuclear, problema al que se dedic¨® con ¨ªmpetu, cuando fue eurodiputado. "Soy antinuclearista", dice. "Yo abolir¨ªa la energ¨ªa nuclear, porque cuesta mucho dinero, es peligrosa y no sirve para nada. S¨®lo produce grav¨ªsimos incidentes,, como el de Chernobil. No es una utop¨ªa. La humanidad ha desechado siempre lo in¨²til. Al principio de la historia de la aviaci¨®n se invent¨® el dirigible, y luego se desech¨® porque fue, sencillamente, un mal ?invento. La sociedad tendr¨ªa ahora que reconocer que la energ¨ªa nuclear ha sido un fracaso y suprimirla; de paso se suprimir¨ªa la guerra at¨®mica". Para confirmarse en su tesis, Moravia cita las repercusiones incalculables, todav¨ªa desconocidas, del incidente de Chernobil. Moravia, que suele hacer o¨ªdos sordos a las preguntas, se lanza a un p¨²blico lamento. "A los intelectuales no nos preguntan cuando est¨¢n fabricando los armamentos. Pero despu¨¦s se nos solicita que contribuyamos, que hagamos testimonio por la paz".
No entiende Alberto Moravia por qu¨¦ no se utilizaron desde el principio las armas pol¨ªticas, econ¨®micas y diplom¨¢ticas contra Libia. "Odio el terrorismo; odio la gu¨¦rra", dice, y no se pone Moravia de parte de ninguno de los contendientes en la llamada crisis del Mediterr¨¢neo. "Estuve en Estados Unidos, y all¨ª no pod¨ªan entender por qu¨¦ yo no estaba de su parte. Despu¨¦s fui a Siria a dar una conferencia, y all¨ª me dijeron que, como intelectual, deb¨ªa estar obligatoriamente de parte de ellos".
"El hombre que mira [t¨ªtulo de su ¨²ltimo libro] piensa como yo. El apocalipsis ya lo estamos viviendo. Tenemos 50.000 bombas at¨®micas que pueden reducirnos a ceniza de un momento a otro".
Enzo Golino, subdirector del diario L'Expresso, habl¨® ayer, junto a Moravia, de la literatura de Pasolini. Golino, autor del libro Pasolini. il sogno di una cosa destac¨® el aspecto pedag¨®gico de Pasolini. "Despu¨¦s de diez a?os", dijo por su parte Moravia, "la mejor definici¨®n que puedo hacer de Pasolini es que era mi amigo".
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