La ayuda de Reagan, en peligro
La contra, reunida esta semana en Miami, perder¨¢, si no se reorganiza y presenta una imagen m¨¢s atractiva, los 100 millones de d¨®lares que Reagan quiere concederle, y la pol¨ªtica del presidente hacia Nicaragua puede sufrir un serio rev¨¦s. La Administraci¨®n conf¨ªa en que el poder del dinero consiga un m¨ªnimo acuerdo entre los tres l¨ªderes rebeldes, Adolfo Calero, Alfonso Robelo y Arturo Cruz, de or¨ªgenes y ambiciones distintas, y sea suficiente para poner su casa en orden.
No hay mucho tiempo, ya que el Congreso volver¨¢ a votar a comienzos de junio la ayuda a la contra, y los legisladores no aceptan la actual situaci¨®n en la que los con tribuyentes sufragan una organizaci¨®n desprestigiada, que no logra resultados y est¨¢ acusada de despilfarro, tr¨¢fico de drogas y so mocismo. El fondo del debate es el control de la organizaci¨®n y la ampliaci¨®n de su base pol¨ªtica. Se trata de que la d¨¦bil estructura pol¨ªtica simbolizada en la UNO (Uni¨®n Opositora Nicarag¨¹ense) controle el brazo armado de los rebeldes, la Fuerza Democr¨¢tics Nicarag¨¹ense (FDN). Hasta ahora ocurre lo contrario, y el empresario Adolfo Calero lidera la FDN, con m¨¢s d e 10.000 hombres en armas, a trav¨¦s del coronel Enrique Berm¨²dez, un ex jefe de la Guardia Nacional de Somoza, y dicta la estrategia a los otros dos l¨ªderes civiles.
Arturo Cruz ha amenazado con dimitir si no cambian las cosas, y exige que el movimiento sea dirigido por un voto mayoritario en el triunvirato, lo que colocar¨ªa a Calero en una posici¨®n de debilidad. Cruz y Rebelo desean tambi¨¦n la desaparici¨®n de Berm¨²dez, que permitir¨ªa limpiar la direcci¨®n militar, en la que 12 de los 13 l¨ªderes son antiguos guardias nacionales.
Aproximaci¨®n pol¨ªtica
Rebelo y Cruz tienen una aproximaci¨®n mucho m¨¢s pol¨ªtica a la crisis de Nicaragua, y son partidarios de abrir una negociaci¨®n con los sandinistas. Calero apuesta por la soluci¨®n militar, y cuenta con bastante m¨¢s apoyo en Washington, y sobre todo en los c¨ªrculos pr¨®ximos a Reagan, que sus dos compa?eros. El coronel Oliver North, el hombre que desde el Consejo Nacional de Seguridad controla las operaciones de la contra, apoya a Calero.
El Departamento de Estado ha presionado a los dirigentes rebeldes para que alcancen un acuerdo, y el secretario de estado adjunto para Asuntos Interamericanos, Elliot Abrams, ha participado en algunas reuniones con ellos. Para ayudar a la limpieza de cara que persigue la Administraci¨®n se ha nombrado como secretario general de la UNO a Leonardo Somarriba, un empresario nicarag¨¹ense educado en EE UU y con presuntos contactos con la CIA, quien est¨¢ aumentando el control de la organizaci¨®n.
Cruz y Robelo entienden que s¨®lo separando a la contra de su identificaci¨®n con Somoza y con los exiliados m¨¢s conservadores ser¨¢ posible enfrentarse a las acusaciones de corrupci¨®n y violaci¨®n de los derechos humanos en la conducci¨®n de la guerra.
Cruz se ha aproximado a un grupo de j¨®venes profesionales nicarag¨¹enses exiliados en Costa Rica, llamado Acci¨®n Democr¨¢tica, que quiere reformar la contra y prescindir de la ayuda de EE UU.
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