Thatcher condena el ataque, pero no adoptar¨¢ sanciones
La primera ministra brit¨¢nica, Margaret Thatcher, expres¨® ayer su "total y completa condena" por los ataques surafricanos contra tres pa¨ªses vecinos, pero rechaz¨® la adopci¨®n de sanciones contra Pretoria, porque no producir¨ªa "el efecto deseado de conseguir un Gobierno no racista y representativo". Por su parte, los miembros del Grupo de Personas Eminentes de la Commonwealth, que ha intentado buscar un entendimiento entre el Gobierno surafricano y la direcci¨®n del movimiento nacionalista Congreso Nacional Africano (ANC), dieron a entender ayer, a su regreso a Londres, que no hab¨ªan perdido todas las esperanzas de Negar a un arreglo de la cuesti¨®n.
A su llegada al aeropuerto de Heathrow, el copresidente de la misi¨®n y ex presidente de Nigeria, general Olusegun Obasanjo, manifest¨® que "los esfuerzos de la Commonweath no han f¨¦necido". El general nigeriano a?adi¨® que la misi¨®n visit¨® ayer, despu¨¦s de los ataques surafricanos, a ocho ministros del Gobierno surafricano para subrayarles el hecho de que los tres pa¨ªses atacados por las fuerzas armadas surafricanas eran miembros de la Commonweath. "Las incursiones tuvieron muy poco efecto en nuestros esfuerzos de paz", declar¨® Obasanjo.El tono de estas declaraciones fue confirmado m¨¢s tarde por el otro copresidente del grupo y ex primer ministro de Australia, Malcolm Fraser, para quien los ataques "han herido, pero no han matado" las posibilidades de la misi¨®n de la Commonwealth.
Los miembros del grupo, entre los que se encontraba el representante brit¨¢nico, lord Anthony Barber, ex ministro de Hacienda en el Gobierno conservador de Edward Heath, mantuvieron en el mismo aeropuerto de Heathrow una reuni¨®n de una hora con el secretario general de la Commonwealth, sir Sonny Ramphal. Antes de la entrevista, sir Ramphal hab¨ªa calificado las acciones surafricanas de "acto flagrante de guerra". Despu¨¦s de esta reuni¨®n, el general Obasanjo dijo que "la pelota est¨¢ ahora en el tejado surafr¨ªcano". Explic¨® que en las entrevistas mantenidas ayer con los miembros del Gobierno surafricano les hicieron llegar sus propuestas "y ahora les corresponde a ellos contestar".
Tanto Obasanjo como Fraser describieron los ataques surafricanos como "inexplicables" en los momentos actuales, pero se negaron a apoyar la tesis extendida en las ¨²ltimas horas de que la acci¨®n surafricana hab¨ªa tenido por objeto hacer fracasar su misi¨®n. "Esa es la conclusi¨®n a la que algunos han llegado", fue lo m¨¢s lejos a lo que lleg¨® Fraser en sus declaraciones. La misi¨®n de la Commonwealth se hab¨ªa entrevistado en Lusaka con la direcci¨®n en el exilio del Congreso Nacional Africano (ANC) y, aparentemente, llevaba una respuesta de los nacionalistas en la que no se cerraba totalmente la puerta de la negocaci¨®n con Pretoria. El grupo publicar¨¢ un informe con el resultado de sus trabajos el pr¨®ximo julio y se reunir¨¢ con la se?ora Thatcher y los l¨ªderes de Zambia, India, Bahamas, Australia, Canad¨¢ y Zimbabue a finales de agosto.
Pol¨¦mica con la oposici¨®n
Por su parte, la primera ministra brit¨¢nica mantuvo ayer un combativo intercambio de opiniones con los l¨ªderes de la oposici¨®n parlamentaria durante el per¨ªodo de preguntas o question time, en el que los diputados se dirigen directamente al jefe del Gobierno todos los martes yjueves del a?o.El l¨ªder de la oposici¨®n, el laborista Neil Kinnock, pidi¨® a la se?ora Thatcher que se uniera en su condena del terrorismo de Estado, que diera seguridades a la C¨¢mara de que el Reino Unido no utilizar¨ªa su veto en el Consejo de Seguridad de la ONU si la organizaci¨®n internacional condenaba a Sur¨¢frica y que tomara la iniciativa en la adopci¨®n de sanciones contra el r¨¦gimen de Pretoria.
La l¨ªder conservadora uni¨® su voz al coro de condenas mundiales de las acciones surafricanas y dijo que su condena era "total y completa". Pero, con relaci¨®n a las sanciones, la jefa del Gobierno manifest¨® que no cre¨ªa que "las sanciones y el aislamiento de Sur¨¢frica-fueran a conseguir los resultados deseados porque se aplicar¨¢n despu¨¦s de los ataques en lugar de haberlo hecho antes".
Para la primera ministra, el objetivo del Gobierno brit¨¢nico es "conseguir un Gobierno representativo y no racista" en Sur¨¢frica y ese objetivo no parece que sea posible a trav¨¦s de las sanciones. "Nuestra mayor preocupaci¨®n es evitar la terrible violencia que podr¨ªa ocurrir en Sur¨¢frica y para eso lo mejor que podemos hacer es intentar ayudar en lo posible el trabajo del Grupo de Personas Eminentes de la Commonwealth", manifest¨®.
Thatcher se hizo eco de las declaraciones de los integrantes del grupo de la Commonwealth y expres¨® su esperanza de que todav¨ªa puedan continuar su labor. "Merece la pena que hagamos todos los esfuerzos posibles para evitar que Sur¨¢frica se disuelva en una caldera de violencia", a?adi¨®.
La leve esperanza expresada ayer por los miembros del grupo de la Commonwealth en el sentido de que la puerta, aunque poco, est¨¢ todav¨ªa abierta a una posible reforma de las estructuras del apartheid por parte del Gobierno de Pretoria parece confirmar las tesis expresadas por observadores pol¨ªticos de que las incursiones montadas por Sur¨¢frica estaban destinadas m¨¢s a aplacar a la opini¨®n p¨²blica radical blanda que a destrozar las pretendidas bases del ANC en los pa¨ªses lim¨ªtrofes.
Una parte importante de la poblaci¨®n blanca del Transvaal de origen afrikaner considera las t¨ªmidas reformas de Pieter W. Botha como el principio del fin de la supremac¨ªa blanca, que est¨¢n dispuestos a defender con u?as y dientes.
Los observadores han recordado que, curiosamente, las incursiones surafricanas contra Zambia, Zimbabue y Botsuana se han producido pocos d¨ªas antes del anuncio de la creaci¨®n de un consejo nacional presidencia? en el que, por primera vez, estar¨¢n representados los negros de los townships (ciudades negras) y de los homelands (territorios de asentamiento obligatorio).
Seg¨²n estos observadores, entre un incremento del poder¨ªo de los grupos ultraderechistas y cuasinazis a la derecha de su partido y una ola de cr¨ªticas por parte de la comunidad internacional, el presidente Botha ha elegido esa ¨²ltima opci¨®n.
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