El malo de la pel¨ªcula
Nadie quiere al picador.Embiste el toro se estrella con un ffffwoooomp sonoro contra el peto protector del caballo mientras el jinete, gordo y c¨ªnico, le mete tres palmas ole vara atr¨¢s y abajo. Ffffwoooomp, entra el toro de nuevo al caballo, y esta vez el hombre mete la puya en el mismo boquete -vaya punter¨ªa cuando quiere- y vuelve a apretar como antes, ignorando las protestas del p¨²blico, maniobrando el caballo para taparle la salida natural al toro, machacando la capa negra de piel hasta descubrir una regi¨®n subcut¨¢nea blanca protectora de filetes, empujando hasta que la sangre brota a borbotones, como si de una fuente infernal se tratara, hasta que la sangre cae, reluce al sol, rojo-rojo sobre negro-negro, la esencia de estos dos colores, la quintaesencia de la crueldad, incluso si eres aficionado. Ffffwoooomp, choca el toro de nuevo contra esa muralla de caballo-peto-picador, 750 kilos en conjunto, y esta vez el toro sale tambaleando, pierde las manos, cae, y la plaza est¨¢ hecha un manicomio de protestas e insultos, la gente est¨¢ enfurecida. Si la corrida es una tragedia, y el matador es el h¨¦roe, el hombre de a caballo es el villano. Nadie quiere al picador.
E injustamente, claro est¨¢: seg¨²n Coss¨ªo, los picadores, "de formas redondeadas y macizas, son sociables, amistosos, sensibles para las penas y las alegr¨ªas". Lo que pasa es que... bueno, a veces se pasan.
"Hay que quitar fuerza al toro y ver su bravura, y de la forma de picar depende el estado del toro para el resto de la lidia", afirma Agust¨ªn P¨¦rez Ortega, picador, que intenta hacer bien la suerte. "Al buen toro hay que mimarle como el mazap¨¢n". Aunque, eso s¨ª, Agust¨ªn reconoce que a veces alg¨²n compa?ero se exceder¨¢ en el castigo.
"En muchas plazas el presidente cambia el tercio tras la primera vara, y hay que asegurar el castigo, no sea que: el toro luego se quede entero, que venga para arriba en la muleta", dice Agust¨ªn, conocido profesionalmente como Mejorcito. "Muchos matadores no quieren florituras, y muchos toros no se pueden dejar largos porque no andan sobrados de bravura y raza".
Los caballos de picar
Otra parte del problema son los caballos de picar, los percherones. "?Lo que cuesta picar con esos caballos pesados!", dice Mejorcito. Por eso, el varilarguero recuerda con especial cari?o un caballo que hab¨ªa en la cuadra de Las Ventas hace, unos siete u ocho a?os. "Se llamaba King Kong, y se le hab¨ªa pegado mucho, pero ten¨ªa un coraz¨®n enorme. Era sensacional, una maravilla, fuerte y ¨¢gil. Yo lo comparaba con Diego Puerta, que cuanto m¨¢s le castigaban los toros, m¨¢s se crec¨ªa".
Mejorcito, de 49 a?os, ha ido fijo en las cuadrillas de Orteguita, Andr¨¦s Hernando, Antonio Bienvenida, Curro Romero y V¨ªctor Mendes. Esta temporada trabaja con S¨¢nchez Cubero -hermano del malogrado Yiyo- que est¨¢ a punto de tomar la alternativa, y se le podr¨¢ ver actuar en Madrid el pr¨®ximo domingo, a las ¨®rdenes de Paco Alcalde. Con otros contratos ocasionales, puede sumar m¨¢s de 80 tardes en una temporada.
Mejorcito naci¨® en Mocej¨®n, un pueblo de Toledo, y, como muchos profesionales de la vara de detener, empez¨® a picar por influencia familiar: cuando demostr¨® una afici¨®n por los caballos, fue ayudado por un t¨ªo suyo que hab¨ªa sido picador, con el mismo apodo. Desde los 16 hasta los 21 a?os Mejorcito trabaj¨® en la cuadra de la plaza de Vista Alegre, en Madrid, donde comenz¨® a picar. "La gente empez¨® a fijarse en mi", dice, aunque reconoce que no le perjudic¨® su f¨ªsico, casi 1,90 de estatura y, actualmente, de 94 kilos.
?La forma ideal de picar? Mejorcito lo explica as¨ª: "Hay que dejar al toro a unos cinco o seis metros del caballo, que ha de estar colocado de frente. Luego se provoca la arrancada del toro y le coges en todo lo alto -ni bajo ni trasero sino en la cruz- antes de que llegue al caballo". ?Y esos puristas que hablan de picadores capaces de mantener a distancia a los toros, de impedirles llegar al caballo? "Me parece punto imposible de realizar, no hay persona capaz de detener un toro as¨ª", contest¨®.
Como todos los del castore?o, Mejorcito ha tenido su parte de tumbas y batacazos, aunque "s¨®lo dos percances serios", observa con cierto alivio. "Una vez en Sevilla, hace cuatro a?os, un toro de Miura ech¨® el caballo sobre m¨ª, estaba atrapado como si debajo de una apisonadora, que pon¨ªa y quitaba al caballo. ?Qu¨¦ paliza, me dol¨ªa todo el cuerpo!" Otra vez, en Benidorm, un toro le ech¨® mano de mala manera: "Yo ten¨ªa la oreja colgando".
"Pienso seguir hasta los 55 a?os, que es la edad normal de jubilarse los picadores, y luego ya veremos que ¨¢nimos hay", dice el varilarguero. "De todas formas, lo dejar¨¦ con mucho sentimiento. No he hecho m¨¢s que esto en mi vida, y lo volver¨ªa hacer en seguida, volver¨ªa a ser picador. No hay nada m¨¢s bonito que trabajar en lo que te gusta, y nada m¨¢s horroroso que lo contrario". El d¨ªa de su retirada la dinast¨ªa se acabar¨¢: ninguno de sus dos hijos ha seguido la profe si¨®n: "Se criaron en la ciudad, les gusta m¨¢s el f¨²tbol".
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