Su¨¢rez, empe?ado en la reconquista del centro
El ex presidente del Gobierno se enfrenta con el cerco financiero y con el semiolvido en que ha quedado el CDS
Enfrentado a una nueva y para ¨¦l particularmente dif¨ªcil campa?a electoral, en la que sabe que se juega la supervivencia de su partido, el Centro Democr¨¢tico y Social (CDS), Adolfo Su¨¢rez deber¨¢ tratar de remontar en las pr¨®ximas semanas las dificultades financieras y el relativo olvido en que el CDS se ve sumido. La campa?a suarista, animada por un reducido grupo de colaboradores, contar¨¢ como principal atractivo con la figura del propio Su¨¢rez. El ex presidente del Gobierno se ver¨¢ inevitablemente forzado a un permanente debate con los reformistas de Miquel Roca, que tambi¨¦n tratan de ocupar el mismo espacio del centro pol¨ªtico.
El CDS, a punto de cumplir los cuatro a?os de vida -fue oficialmente creado en agosto de 1982-, presenta un balance de actuaciones irregular y lleno de claroscuros. A lo largo de la pasada legislatura, Su¨¢rez, contando con tan s¨®lo su propio esca?o en el Congreso de los Diputados y el logrado por Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n en ?vila, eligi¨® un tono discreto y escasamente cr¨ªtico hacia el poder socialista en sus muy contadas intervenciones. No m¨¢s de una docena de entrevistas period¨ªsticas de ¨¢mbito nacional jalona la etapa interelecciones del ex presidente del Gobierno, que se ha visto asediado por peri¨®dicos, emisoras de radio y por la televisi¨®n, y que habitualmente ha rechazado todas las ofertas -algunas multimillonarias- para que cuente sus memorias.El partido de Su¨¢rez naci¨® de un modo m¨¢s que discreto: sin apenas militantes -si se except¨²a un grupo de fieles incondicionales, encabezados por Jos¨¦ Ram¨®n Caso, Jes¨²s Viana, Rafael Calvo y el propio Rodr¨ªguez Sahag¨²n-, con una sede prestada, el flamante duque de Su¨¢rez present¨® su par tido a la Prensa -31 de julio de 1982- en un hotel madrile?o, ad virtiendo que "si no alcanzarnos la financiaci¨®n suficiente, haremos campa?a con un spray en la mano". Inmediatamente, dos periodistas amigos -uno de ellos. Pablo Sebasti¨¢n, acaba de convertirse en el nuevo jefe de prensa del partido- le regalaron un spray. Todo indica que, ya entonces, Su¨¢rez imaginaba que la traves¨ªa del desierto iba a ser dura. Cuatro a?os despu¨¦s, las cosas no han mejorado para ¨¦l.
El partido, que parec¨ªa destinado a convertirse en el principal heredero de la desaparecida Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico, no ha logrado, merced a la asfixia econ¨®mica y al guadianismo pol¨ªtico practicado por su principal inspirador, consolidar su despegue: no logr¨® concurrir a las elecciones auton¨®micas en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco, cosech¨® un severo fracaso en Galicia, consider¨® seriamente la posibilidad de no presentarse en Andaluc¨ªa y concurre a las actuales elecciones legislativas en medio de serias incertidumbres sobre los posibles resultados.
Aplausos, pero no votos
Su¨¢rez, que pas¨® la primera parte de la legislatura m¨¢s volcado en la consolidaci¨®n de su bufete profesional, orientando su actividad hacia Latinoam¨¦rica, que en el afianzamiento de su nuevo partido, descuid¨® su esca?o en el Parlamento y su presencia en los medios informativos nacionales. Para hacer partido prefiri¨® recorrer las provincias espa?olas durante los fines de semana. Sus escasas declaraciones durante este per¨ªodo no indicaban en ning¨²n momento el menor des¨¢nimo: aseguraba -y sigue haci¨¦ndolo- qu¨¦ "inevitablemente" volver¨¢ a ser presidente del Gobierno y se negaba -y sigue neg¨¢ndose- a concluir cualquier tipo de pacto con fuerzas afines. Miquel Roca le ofreci¨® encabezar el proyecto reformista y ¨¦l respondi¨® al pol¨ªtico catal¨¢n invit¨¢ndole a entrar en el CDS. Ah¨ª concluy¨® cualquier posible acercamiento entre ambos.
Hoy, Adolfo Su¨¢rez cuenta con un peque?o partido -unos 5.000 militantes, disciplinados y poco proclives, como su jefe, a las filtraciones period¨ªsticas- y con el activo de su propia personalidad, a la que los sondeos de opini¨®n siguen colocando, en lo referente a popularidad, s¨®lo detr¨¢s de Felipe Gonz¨¢lez. Cualquier aparici¨®n p¨²blica de Su¨¢rez es aplaudida por la muchedumbre -"me aplauden, pero no me votan", se lamenta- y sus declaraciones siguen siendo ansiosamente buscadas por los medios informativos, donde el duque mantiene indudables simpat¨ªas.
La incredulidad popular acerca de los verdaderos motivos que le impulsaron a presentar su dimisi¨®n como presidente del Gobierno a finales de enero de 1981 -¨¦l asegura que abandon¨® el cargo a causa de la rebeli¨®n del grupo parlamentario centrista- no ha menguado un ¨¢pice su popularidad.
Pero, pese a flamantes incorporaciones al partido -Ra¨²l Morodo, Ignacio Camu?as- y a la proverbial discreci¨®n de sus militantes, es patente una cierta desmoralizaci¨®n en el seno del CDS. Su¨¢rez ha aplazado antiestatutariamente la celebraci¨®n del segundo congreso del partido, que deber¨ªa haberse celebrado el pasado mes de octubre, apenas toma decisiones colegiadas.
En general, sus incondicionales se quejan privadamente de tener poca voz en la marcha de los asuntos del CDS, f¨¦rreamente controlado por los dos ¨²nicos dirigentes que parecen tener acceso directo al jefe: Jos¨¦ Ram¨®n Caso, que dirige el aparato y encarna las pol¨¦micas con los reformistas -ya se han puesto de manifiesto las primeras escaramuzas verbales entre CDS y PRD-, y Rodr¨ªguez Sahag¨²n, alma de los trabajos parlamentarios. Se dice que ambos fueron quienes impusieron la t¨¢ctica de silencio del CDS ante la campa?a del refer¨¦ndum sobre la OTAN, y que, contando con el benepl¨¢cito de Su¨¢rez, propiciaron el progresivo giro a la izquierda del partido, giro claramente perceptible en el programa electoral.
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