Decires de la libertad
Como probablemente nunca escribi¨® Eugenio d'Ors, el decir eleva la obviedad a categor¨ªa. La libertad quiz¨¢ sea, en s¨ª, una categor¨ªa, pero en la vida cotidiana es una sucesi¨®n de an¨¦cdotas.?Hasta qu¨¦ punto son conscientes los representantes que elegimos de que d¨ªa a d¨ªa durante cuatro a?os los electores seguimos siendo libres, incluso cuando nuestros representantes se dedican a proteger nuestra libertad? Los que convierten el esca?o o el cargo en p¨²lpito o trinchera descuidan la buena administraci¨®n de los dineros colectivos para la que fueron elegidos. De los protectores de la libertad s¨®lo mi libertad me proteger¨¢.
Ni m¨¢ximas, ni sentencias, ni aforismos, ni apotegmas: decires de la libertad. Que nadie sabe m¨¢s que nadie de esta asignatura, materia que se canta y en la que son muchos los sordos que se matriculan.
Coro que canta a la libertad acaba desafinando. Son m¨²sicas celestiales. Al que no sepa cantar le queda el grito. O la mueca del grito, para cuando est¨¦ en el humo de los botes.
Tendr¨ªan que enterarse los representantes que elegimos que, si la felicidad es una cuesti¨®n interior, la libertad es una cuesti¨®n exterior. Es posible (de hecho as¨ª funciona mucha humanidad) no ser libres y ser felices. Que nos lo digan a quienes vivimos los mejores a?os de nuestra vida en los a?os menos libres del pa¨ªs... Una juventud de esa clase invita a recordar con pies de plomo y condena, como decimos los novelistas, a la amarga felicidad de los recuerdos.
-?Basta! Usted confunde libertad con libertinaje.
-S¨ª, se?or. Es que no s¨¦ distinguir entre erotismo y pornograf¨ªa.
?Libertad dentro de un orden? No. Libertad en todos los ¨®rdenes, igual que exigen libertad todos los ¨®rdenes est¨¦ticos, y no s¨®lo los ordenados por el buen gusto.
El ¨²nico buen gusto respetable es el del hombre libre que calla sus preferencias, aguanta las ajenas y disfruta en la clandestinidad.
Mi gusto est¨¢ para ser ofendido por la libertad de los dem¨¢s. (De lo que no estoy tan seguro es que la ¨®pera deba ser subvencionada con fondos p¨²blicos.)
Para mi enemigo pol¨ªtico, tanta libertad como para m¨ª. Y que nadie tenga menos libertad que la que tenemos mi enemigo y yo. Salvo aquellos que, adem¨¢s de libertad, tienen el poder.
No ser¨ªa raro; que la lealtad de la oposici¨®n consistiese en, no d¨¢ndole respiro, hacer inteligente al Gobierno. Tarea tit¨¢nica la de la oposici¨®n, porque los Gobiernos tienden a concentrar su libertad en hacernos tontos a los gobernados.
Pero ?a qui¨¦n se le ocurre que la libertad es renunciable en aras del bien com¨²n? Ni bien, ni com¨²n. El que decreta un estado de excepci¨®n por tres meses difunde la esclavitud, para una generaci¨®n. Nada tan fr¨¢gil como, la libertad.
La fragilidad de la libertad proviene directamente del miedo a la libertad. Los tiranos ense?an a sus s¨²bditos que la libertad, como el cielo, es una utop¨ªa, deseable, como una pasi¨®n amorosa, pero temible.
Y la m¨¢s abyecta consecuencia de una dictadura es que lleguemos a comprender que no somos dignos de mayor libertad.
La libertad que no sirve para conseguir m¨¢s libertad y s¨®lo compensa si se la compara con la tiran¨ªa pasada no es libertad, sino tiran¨ªa encubierta, franquismo latente, y quienes, en nombre de, la prudencia y de la posibilidad, administran esta libertad mojigata y regulan el caudal de libertad que a su juicio conviene a la ciudadan¨ªa son los usurpadores de la. libertad, tiranos en ciernes.
No es raz¨®n, sino ofensa, ap¨®stoles del pragmatismo, que Espa?a durante 40 a?os y 20 siglos m¨¢s haya padecido opresi¨®n para, que un espa?ol de hoy ensalce la libertad que tenemos para justificar la libertad,que hoy nos falta.
La libertad no tiene memoria, si la memoria ¨²nicamente sirve: para conformarnos. Aunque s¨®lo sea porque el conformismo es el cambio de sentido de la marcha, que nos lleva al punto desde donde ven¨ªamos a la misma velocidad con la que supon¨ªamos avanzar.
Lo m¨¢s nauseabundo del liberticida enmascarado es que se trata de un ilustrado a la violeta. Al enmascarado Eberticida se le conoce pronto, ya que, por muy pegada a la piel que lleve la m¨¢scara, gesticula tanto en defensa de la libertad que se le ve la cara y hasta el capullo de la violeta.
No hay m¨¢s ardiente defensor de la democracia formal que el d¨¦spota ilustrado, que sabe bien que cuando la democracia formal no es una escuela permanente de libertad, la democracia formal conduce irremisiblemente a la democracia org¨¢nica.
-Oiga, libertario, ?acaso es usted espa?ol?
-Y candidato a ciudadano del mundo.
-Pues vote y calle.
Efectivamente, el d¨ªa en que votemos todos los d¨ªas habr¨¢ menos silencio. Y de paso, habr¨¢ terminado, por fin, el repelente alboroto que arman en este pa¨ªs no los que se sacuden las cadenas, sino los que las vitorean.
Peor que dar vivar a las caenas, costumbre hoy d¨ªa inadmisible, va siendo de buen tono encontrar el grillete holgado, contribuir al esfuerzo colectivo de la tecnolog¨ªa de la sumisi¨®n e incorporarse a la modernidad, donde ir de Espartaco por la vida constituye una horterada retr¨®grada.
Los que se quejan, se quejan de vicio. De vicio por la libertad, categor¨ªa que, como probablemente nunca escribi¨® Eugenio d'Ors, envicia mucho, desde los tiempos atenienses, a muchos elementos de la especie humana.
Ser¨¢ lo que sea, pero no puede negarse que la libertad es bonita.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.