Droga sin control
El Comit¨¦ Organizador del Mundial traslad¨® a la FIBA (Federaci¨®n Internacional de Baloncesto) la recomendaci¨®n del Consejo Superior de Deportes (CSD) de realizar un control antidoping en dicho torneo, hecho que recibi¨® una categ¨®rica respuesta negativa. Ante la insistencia de la administraci¨®n espa?ola por hacer valer sus competencias en materia de disciplina deportiva en cuantos acontecimientos se celebran en suelo nacional, la FIBA termin¨® aceptando la f¨®rmula de un control reducido a la fase final, sobre el cual a¨²n no han culminado las reuniones necesarias para llevarlo a cabo. La FIBA es conocedora de que la utilizaci¨®n de droga -coca¨ªna fundamentalmente- no es exclusiva del baloncesto en Estados Unidos.Una estad¨ªstica se?al¨® en Estados Unidos que entre un 40 y un 75% de deportistas profesionales utilizan coca¨ªna. Un porcentaje nada despreciable de los jugadores estadounidenses terminan emigrando a otras naciones y han extendido la pr¨¢ctica de su uso, descarada en los pa¨ªses del centro y sur de Am¨¦rica. Los agentes que trabajan en Europa saben que, por ejemplo, B¨¦lgica e Israel son para¨ªsos donde no se hacen demasiadas preguntas sobre el curr¨ªculo de un jugador. Pero la ausencia de controles o de medidas antidroga ha ocasionado que su uso comience a proliferar ya entre jugadores nacionales.
El caso del jugador Perry, del Maccabi israel¨ª, a quien la polic¨ªa encontr¨® altas dosis de coca¨ªna en su apartamento no result¨® una sorpresa. Sobre los dos mejores jugadores del equipo, Magee y Lee Johnson, pesa un pasado algo oscuro. En B¨¦lgica, los casos de uso han llegado hasta los propios entrenadores de algunos equipos.
Espa?a no ha sido un territorio angelical. Hace escasos meses result¨® notorio los problemas del jugador del Breog¨¢n Wright para saldar sus deudas con los suministradores de droga. A pesar de ello, el club lucense insisti¨® en que el jugador permaneciera en el equipo y, hoy en d¨ªa, su nombre suena para integrar alguna de las plantillas espa?olas. Sobre jugadores como Jeelani y Terry (Caja de ?lava) han reca¨ªdo sospechas, m¨¢s claras en el caso de Gibson, jugador que actu¨® un tiempo con el Magia de Huesca. El Cajamadrid, no hace mucho, someti¨® a vigilancia a su americano Mckoy, al barcelonista Mark Smith se le realizaron algunos chequeos a la vista de su bajo rendimiento al final de temporada y sobre el estudiantil David Russell circula recientemente una rocambolesca historia de camellos y traficantes.
Pasadas 24 horas, la coca¨ªna no deja huellas. Eufemiano Fuentes, m¨¦dico de la federaci¨®n espa?ola de atletismo, sostiene que se trata de un estimulante m¨¢s flojo que la anfetamina que, al poder inhalarse, act¨²a r¨¢pidamente -lo justo para un partido- y se elimina con parecida velocidad. La coca¨ªna estimula la fibra muscular, suprime el cansancio, el apetito y el sue?o, y no rinde los efectos deseados cuando se toma por primera vez. Un jugador que sufra alteraciones espectaculares en su juego -un primer tiempo extraordinario y un segundo desastroso- puede estar mostrando s¨ªntomas del efecto parad¨®jico, por exceso en la dosis. Falta de disciplina, ausencia de los entrenamientos, cambios de car¨¢cter, son otros s¨ªntomas.
Pero a pesar de ello, la FIBA ha eludido siempre entrar a fondo en esta cuesti¨®n, de la que no puede escapar en unos Juegos Ol¨ªmpicos, Europeos o mundiales han sido torneos con clara exenci¨®n. Incluso ante la posibilidad de que en Espa?a termine efectu¨¢ndose el control en la fase final, los dirigentes espa?oles saben a ciencia cierta que no existir¨¢ ning¨²n tipo de sanci¨®n se descubra lo que se descubra.
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