De la 'libert¨¦' a la 'liberty'
Un gran espect¨¢culo mundial televisivo ha conmemorado en Nueva York el centenario de la colocaci¨®n de la famosa estatua que preside el estuario del puerto m¨¢s grande de Am¨¦rica. La figura de la matrona que enarbola la antorcha iluminadora de la esperanza de tantos emigrantes fue iniciativa y obra de un grupo de liberales de Francia que se opon¨ªan, sorda o abiertamente, al imperio de Napole¨®n III, al que llamaban "el tirano". Richard Bernstein ha resumido magistralmente la historia: Edouard Lef¨¨bre Laboulaye era un jurista internacional de prestigio especializado en historia. El fin de la guerra civil de Estados Unidos norteamericana y la liberaci¨®n de los esclavos por el presidente Lincoln le parec¨ªan acontecimientos decisivos de la historia universal. Habl¨® Laboulaye a un grupo de amigos suyos sobre la iniciativa de regalar una estatua de la Libertad al puerto de Nueva York. La idea fue acogida con entusiasmo y un gran escultor presente en la reuni¨®n, Federico Bartholdi, se ofreci¨® a dise?arla. Amaba el artista las dimensiones gigantescas, y de all¨ª naci¨® la g¨¦nesis del faro colosal. Pero no era propicio el clima pol¨ªtico franc¨¦s, en 1865, para cristalizar esos proyectos. Hubo que esperar a Sedan y a la ca¨ªda del imperio, para vender la iniciativa a la opini¨®n p¨²blica francesa y a la norte americana. Bartholdi march¨® a, Nueva York a ense?ar sus planos y buscar el emplazamiento adecuado. En, un memor¨¢ndum dirigido a Laboulaye analiza el contenido del monumento en los siguientes p¨¢rrafos: "Trato de glorificar la Rep¨²blica y la Libertad. Pero no a la manera de Delacroix, con una amazona de desnudos senos asaltando las barricadas, sino con un s¨ªmbolo de la libertad norteamericana. Despu¨¦s de 100 a?os de existencia ininterrumpida, la Liberty no debe aparecer como una joven intr¨¦pida, sino como una mujer madura, serena, avanzando iluminada por la segura luz del progreso. Debe simbolizar el orden que estabiliza y no el orden que destruye". Seg¨²n una veros¨ªmil tradici¨®n, fue la madre del escultor la que sirvi¨® de modelo a la figura y al rostro de la Liberty.Hac¨ªa falta mucho dinero para realizar el proyecto. Ni el Gobierno franc¨¦s ni el norteamericano pusieron un centavo para el asunto. Fue una recaudaci¨®n voluntaria y privada la que financi¨® la estatua monumental. En Francia participaron en ella millares de ciudadanos y cientos de ayuntamientos y de asociaciones locales. En Nueva York fue el gran periodista Pulitzer el que movi¨® campa?a tras campa?a en su peri¨®dico, The World, en favor de la idea de Laboulaye y de Bartholdi. Hasta se hicieron colectas callejeras por los ni?os en los barrios neoyorquinos, patrocinadas por el famoso diario. Ese soporte popular dio desde sus comienzos un aire espont¨¢neo y simp¨¢tico al monumento, lejos del t¨¦trico acartonamiento de otros monumentos urbanos que se levantan en Europa y Am¨¦rica.
El trabajo de la escultura se inici¨® en Par¨ªs, en la Rue de Chazelles, y se pidi¨® al genial alsaciano Gustavo Eiffel que calculara y construyera el complejo armaz¨®n met¨¢lico interior que la estatua requer¨ªa. Puede decirse que la estatua de la Liberty lleva dentro una torre Eiffel parisiense que sostiene sus nervaduras. Una libert¨¦ que sirve de apoyo matem¨¢tico a la liberty. Pero los s¨ªmbolos cambian al devenir las mutaciones en la sociedad a la que sirven. En esos mismos a?os en que se inaugurara la estatua, la gran rep¨²blica fundada por los padres de Filadelfia y modernizada por la visi¨®n de Lincoln abri¨® sus puertas a la inmigraci¨®n masiva europea y la matrona se fue trocando en el s¨ªmbolo de Am¨¦rica acogedora de las masas arracimadas que en ella buscaban refugio, trabajo y bienestar. La Liberty era sencillamente una luz de esperanza para los desheredados del mundo.
Fue una etapa clave en el desarrollo de la naci¨®n. Norteam¨¦rica ten¨ªa 50 millones de habitantes al inaugurarse la estatua. Tiene hoy 230. Ese mete¨®rico desarrollo se debe a las olas inmigratorias en su mayor parte. Todav¨ªa en la actualidad se calcula que el 40% de la tasa de crecimiento se debe a la inmigraci¨®n. Ello oblig¨® a realizar a los Gobiernos una pol¨ªtica integradora que no admite excepciones. La demograf¨ªa es la radiograf¨ªa del destino nacional. La pol¨ªtica estadounidense ha sido y es la de formar nuevos americanos. El crisol fundente de los que llegan tiene un catalizador implacable que se reduce a crear ciudadanos de Estados Unidos como los dem¨¢s. El clima asimilista es uno de los que est¨¢ sobre el tapete y el biling¨¹ismo -que hoy d¨ªa es sobre todo hisp¨¢nico- preocupa a soci¨®logos y educadores: "Podemos aceptar m¨¢s inmigrantes. Pero queremos estar seguros de que se conviertan en aut¨¦nticos norteamericanos. Acogeremos a otros pueblos. Pero no adoptaremos otras lenguas. Todo menos convertimos en una sociedad biling¨¹e. Nuestro factor de cohesi¨®n nacional es la lengua inglesa", escrib¨ªa recientemente Richard Lamm, el gobernador de Colorado. ?La Liberty ser¨¢ una dama que solamente se expresa en la lengua de Poe?
Vivimos de im¨¢genes en la sociedad contempor¨¢nea tecnificada e informatizada. El rayo l¨¢ser encendi¨® de nuevo la luz de la antorcha mientras que una inmensa flotilla de naves de vela llegadas del mundo entero desfilaban r¨ªo arriba como homenaje a la imagen de la libertad. El sue?o americano que inspir¨® la construcci¨®n de esta gran naci¨®n ?es el que ha hecho posible la prosperidad y el progreso de Norteam¨¦rica?
En Francia, donde toda libertad cr¨ªtica tiene su asiento, le¨ª una ir¨®nica propuesta que suger¨ªa la erecci¨®n de otro monumento a Rambo para que sirviera de pareja a la matrona luminosa. Pero ?no son esos s¨ªmbolos de la violencia ciega y destructura tab¨²es de autodefensa de una sociedad en el mundo superarmado de nuestro tiempo?
No era fortuita coincidencia que el hombre responsable como organizador de la multitudinaria ceremonia fuese precisamente un hijo de pobr¨ªsimos inmigrantes italianos, Iacocca, convertido hoy en el empresario de mayor empuje de la industria del autom¨®vil. Lee Iacocca aspira quiz¨¢ a suceder a Reagan en la Casa blanca, y algunos han podido comentar que la libertad simbolizada en la estatura es en realidad la libertad de iniciativa. Emma Lazarus, en el c¨¦lebre poema en el que la estatua invita a los pobres, a los desheredados, a los hambrientos y a los desprotegidos a buscar en Am¨¦rica una patria nueva, no supon¨ªa que sus estrofas iban a convertirse en un c¨¢ntico a las inmensas oleadas de pasajeros que llegar¨ªan a Ellis Island con la miseria en el cuerpo y la esperanza en el esp¨ªritu.
Ronald Reagan, en esa noche neoyorquina memorable, se dirigi¨® al presidente Mitterrand con estas palabras: "En el setecientos Francia fue la partera de nuestra naci¨®n". En cualquier caso, Lady Liberty, renovada a sus 100 a?os de edad con un lifting y una arrogante y recompuesta dieta apropiada, comienza su segundo siglo de vida.
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