Africa divide a Europa
EL DEBATE internacional sobre ?frica del Sur se est¨¢ centrando cada vez m¨¢s sobre el tema de las sanciones econ¨®micas. Despu¨¦s de d¨¦cadas de resoluciones en casi todos los organismos internacionales pronunciando condenas morales contra el apartheid -que han resultado totalmente ineficaces- parece que se entra en una etapa m¨¢s operativa. Aunque con reticencias, la mayor parte de los Gobiernos europeos han declarado que est¨¢n dispuestos a la aplicaci¨®n de sanciones. En cambio, la primera ministra brit¨¢nica Thatcher se atrinchera en una actitud intransigente y se enfrenta con los partidos o Gobiernos partidarios de las sanciones. En el curso de un viaje que acaba de efectuar a Vancouver, Canad¨¢, ha reiterado su argumento de que las sanciones son inmorales y de que la ¨²nica soluci¨®n para acabar con la discriminaci¨®n racial es la negociaci¨®n con el Gobierno de Pretoria.Sin embargo, los hechos son elocuentes: sin recordar las incontables gestiones negociadoras de la ONU y de los Gobiernos occidentales, que no han dado ning¨²n resultado, el balance de los esfuerzos directos desplegados por la se?ora Thatcher es nulo. La primera ministra brit¨¢nica viene sosteniendo desde junio de 1984 una correspondencia personal con el presidente Botha para convencerle de que otorgue la igualdad a los negros. ?Qu¨¦ ha obtenido? Botha ha intensificado la represi¨®n en los ¨²ltimos tiempos. Los muertos se cuentan por millares. La situaci¨®n se deteriora. Observadores de diversos pa¨ªses, y de ideolog¨ªa netamente conservadora, como el antiguo primer ministro australiano, Malcolm Fraser, han proclamado con angustia que, si no se obliga al Gobierno de Pretoria a cambiar su pol¨ªtica mediante la aplicaci¨®n de sanciones, existe lana amenaza de que la situaci¨®n desemboque en un ba?o de sangre.
Lo que acaba de ocurrir con el viaje a ?frica del Sur del secretario del Foreign Office, Sir Geoffrey Howe, confirma hasta qu¨¦ punto est¨¢ totalmente desfasado el m¨¦todo de la "negociaci¨®n con Pretoria" que Thatcher preconiza. Botha aplaz¨® la fecha de su entrevista con Howe, con un gesto humillante para el Gobierno brit¨¢nico; Howe tendr¨¢ que hacer un segundo viaje para hablar con ¨¦l. Las personalidades negras de ?frica del Sur, desde el obispo Tutu, premio Nobel de la Paz, hasta Nelson Mandela, en prisi¨®n, han dicho que consideraban in¨²til hablar con el representante de un Gobierno que se niega a aplicar sanciones. En resumen, el viaje de Howe ha sido un fracaso; y ello afecta a la CE, que hab¨ªa aceptado, como una concesi¨®n a la posici¨®n brit¨¢nica, que Howe hiciese en su nombre un ¨²ltimo esfuerzo negociador antes de la adopci¨®n de sanciones. Cuando los ministros europeos se re¨²nan de nuevo deber¨¢n sacar la conclusi¨®n de ese viaje lamentable.
Pero Thatcher tiene un reto m¨¢s inmediato: la minicumbre de la Commonwealth brit¨¢nica, convocada en Londres para los d¨ªas tres a cinco de agosto, y en la cual se va a encontrar completamente aislada. Una advertencia sintom¨¢tica es la decisi¨®n de cinco Estados africanos, Nigeria, Gana, Uganda, Kenia y Tanzania, de no participar en los Juegos de la Commonwealth que tendr¨¢n lugar en Edimburgo a finales de este mes, como protesta por la negativa de Londres a aplicar sanciones contra Pretoria. Varios Gobiernos africanos han manifestado que est¨¢n dispuestos a abandonar la Commonwealth si, en la reuni¨®n de agosto, no se adopta la decisi¨®n de aplicar sanciones. Al mismo tiempo, los Gobiernos de Australia y Canad¨¢, laborista el primero, conservador el segundo, se han pronunciado por las sanciones, y han expresado su preocupaci¨®n ante el peligro de desintegraci¨®n de la Commonwealth, si Thatcher no renuncia a su negativa. El antiguo primer ministro Edward Heath ha expresado su desacuerdo con la actitud de la se?ora Thatcher.
En esta coyuntura es esencial que, de alguna manera, el mayor n¨²mero posible de Gobiernos europeos patentice de modo concreto su desacuerdo con la actitud brit¨¢nica. En la reuni¨®n de La Haya el tema qued¨® aplazado y el hecho de que actualmente el Reino Unido ostente la presidencia de la CE dificulta las cosas. Un hecho positivo ha sido la reciente resoluci¨®n del Parlamento Europeo, pidiendo que se apliquen sanciones sin demoras. Pero, en el plano de los Gobiernos, ?es aceptable seguir en una actitud de espera? Aunque sea con medidas unilaterales -hasta tanto una decisi¨®n colectiva permita acciones de mayor eficacia- es preciso que Espa?a, y otros Gobiernos europeos, demuestren con hechos que est¨¢n dispuestos a aplicar sanciones.
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