El triunfo del exceso
Queen cuenta con un arsenal de razones para explicar su desbordante ¨¦xito. As¨ª, este cuarteto de antiguos; universitarios ingleses ha exhibido desde siempre un dominio completo de los recursos del estudio de grabaci¨®n, algo de lo que se enorgullecen justamente: hasta 1980, en las contraportadas de los elep¨¦s iba una nota que explicaba que all¨ª no se usaban sintetizadores. La guitarra de Brian May pod¨ªa convertirse en una gran orquesta el¨¦ctrica., la voz de Freddie Mercury se multiplicaba hasta alcanzar niveles de coro celestial, pero todo era obra del grupo (y de su productor). Respecto al repertorio, han abandonado paulatinamente la dedicaci¨®n inicial al rock duro para probar de todo; el hecho de que cada uno de los miembros aporte canciones ha mantenido una saludable diversidad en sus discos, que abarcan desde la opereta al rockabilly, pasando por m¨²sica de baile al gusto del momento (como Another one bites the dust, plagio de los norteamericanos Chic).Pero lo que distingue a Queen, lo que les convierte en la apoteosis del rock-como-cireo, es su absoluto descaro, su total falta de verg¨¹enza, su carencia. del sentido del rid¨ªculo.
Las ocurrencias del vocalista, que -de acuerdo con la entrevista publicada en EL PAIS del pasado viernes 1 de agosto- no siempre satisfacen a los instrumentistas, definen a un grupo de nombre ambiguo (en la jerga inglesa de la homosexualidad, una reina es un personaje que adopta modales y poses femeninos). Mercury ha protagonizado algunos de los videoclips m¨¢s llamativos de la historia del medio, apabullantes fantas¨ªas Usch, con masas de figurantes y aparatosos decorados que prescinden de cualquier noci¨®n de buen gusto y pretender ser la versi¨®n moderna de los n¨²meros cinematogr¨¢ficos de Busby Berkeley.
Ese amor por lo grandioso les ha convertido en maestros del espect¨¢culo en grandes recintos, donde la m¨²sica toma un segundo plano ante el desfile de efectos especiales y la ostentaci¨®n de complicados sistemas de luminotecnia. Esos despliegues de recursos t¨¦cnicos y prosperidad aseguran su triunfo ante p¨²blicos POW habituados a los fastos del rookelefanti¨¢sico, como se ha demostrado en sus abundantes visitas a pa¨ªses de reg¨ªmenes dictatoriales. Resulta sintom¨¢tico que, cuando se les habla de retos creativos, ellos respondan con que todav¨ªa tienen que conquistar Tailandia o Singapur. Es su verdadera raz¨®n de ser: su m¨²sica camale¨®nica no tiene nada que decir, ya que est¨¢ tan vac¨ªa como lujosamente construida. En directo, Queen se vanaglorian de su poder, de su boato. Eso s¨ª, exigen que los asistentes a sus ceremonias de autoglorificaci¨®n paguen religiosamente por participar: hay que alimentar a la reina grotesca y arrolladora.
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