Guardamar del Segura se recupera tras la riada

El 28 de julio, ver un grano de arena en la playa de Guardamar, localidad alicantina que sufri¨® los efectos del desbordamiento del r¨ªo Segura, era poco menos que imposible. Troncos, ca?as, barro, desperdicios y toda clase de materias cubr¨ªan corno una manta toda la costa. No era ¨¦sa la imagen que los autores del eslogan "Guardamar, a toda costa" quer¨ªan vender al resto del pa¨ªs. Menos a¨²n cuando faltaban dos d¨ªas para entrar en el mes de agosto. Tras unos d¨ªas de alarma en el pueblo, el pasado domingo los vecinos contemplaban de nuevo la escena de a?os anteriores.

Autobuses y coches colapsaban la plaza. Cerca de 50.000 turistas, de los cuales m¨¢s, de la mitad proviene de Madrid, se encuentran ya en esta localidad costera en la que a¨²n es posible encontrar alg¨²n paraje virgen.Guardamar del Segura es un peque?o municipio de unos 8.000 habitantes. Al igual que en cualquier otro punto de la costa valenciana, sus vecinos esperan la llegada de los meses estivales para ingresar en sus arcas las divisas tur¨ªsticas. El a?o pasado los ingresos alcanzaron una cifra cercana a los 1.200 millones de pesetas. Inundaciones y fuertes avenidas de agua procedentes del r¨ªo Segura siempre las ha habido. Pero no en verano. En el Pa¨ªs Valenciano suelen ocurrir en septiembre y octubre, cuando aparece la temida gota fria.

El 28 de julio el Segura se desbord¨®. Comerciantes, vendedores, hoteleros estaban desconcertados. El alcalde, el socialista Manuel Aldaguer, dice que en esta ocasi¨®n no se ha denominado el fen¨®meno como gota fr¨ªa "por el calor reinante, porque no parec¨ªa muy l¨®gico, y tambi¨¦n porque la gente ha preferido no dar la alarma". Pero la tensi¨®n que se ha vivido en el pueblo ha sido intensa. "Ten¨ªa que suceder precisamente en verano", era el comentario general en bares y tiencias. Una vecina de Madrid, mientras realizaba sus compras en una tienda, dijo: "Mi marido no quer¨ªa venir por lo de la con taminaci¨®n, pero es de sentido com¨²n pensar quesi la orden ya ha sido retirada no hab¨ªa ning¨²n peligro". Cuando se recibieron las llamad.as para anular las reservas, el pueblo apenas si reaccion¨®. Las primeras informaciones sobre la crecida del Segura no parec¨ªan excesivamente peligrosas "En cuanto el agua vuelva a su cauce", aseguraba un vecino, "el problema estar¨¢ resuelto". Pero el alcalde de la localidad decidi¨® prohibir el ba?o en 12 kil¨®metros de costa, en previsi¨®n de los po sibles riesgos de la contaminaci¨®n.

Decisi¨®n pol¨¦mica

Esta medida fue recibida como una jarra de agua fr¨ªa, pero el Ayuntamiento mantuvo su decisi¨®n a la vez que proced¨ªa a una r¨¢pida limpieza de la basura acumulada. Al alcalde le han dicho de todo estos d¨ªas. "Desde que estaba loco hasta que era innetesario prohibir el ba?o", se?ala.

El pasado domingo todos los temores hab¨ªan desaparecido. Los veraneantes que eligen Guardamar frente a otras localidades costeras volvieron a su cita de cada a?o. A los nuevos no les import¨® que el Segura provocara tal revuelo. Aldaguer denomina al turismo de Guardamar como familiar. "Hay extranjeros, como en todas partes en verano pero predominan los madrileflos". Han sido los turistas de Madrid los que han descubierto este trozo de costa alicantina y la han preferido, por ejemplo, a la m¨¢s moderna Torrevieja.

Torrevieja y Guardamar distan apenas 12 kil¨®metros. Pero son dos mundos totalmente opuestos. Torrevieja ha crecido de manera desorbitante en los ¨²ltimos a?os. M¨¢s de 100.000 personas desfilar¨¢n durante el mes de agosto. Son turistas m¨¢s j¨®venes que buscan una amplia oferta de bares y discotecas. Guardamar es todo el contrario. Si bien siempre hay un lugar para rematar la noche, el d¨ªa ipresenta un aspecto totalmente familiar.