Peor el remedio que la penitencia
Los turistas no pueden entrar con pantalones cortos en la catedral de Barcelona, pero se los quitan sin pudor en la puerta del templo para ponerse otros que cumplan las normas
El remedio ha sido peor que la enfermedad; o, en este caso, la penitencia ha acarreado el pecado: las autoridades eclesi¨¢sticas proh¨ªben a los turistas visitar la catedral de Barcelona con pantal¨®n corto o camisetas escotadas; y eso ha ocasionado que los grupos de visitantes se intercambien sus ropas generosamente a la entrada del templo para que, turn¨¢ndose, todos puedan acceder a la iglesia. As¨ª, cada d¨ªa se produce extramuros un curioso espect¨¢culo de strip tease, destinado a cumplir con la moral y las buenas costumbres. Un cartel lo advierte en seis idiomas: "Si no viste con decencia, por favor, no entre".
La frase se encuentra situada en los accesos a la catedral de Barcelona. Junto a ella dos empleados se encargan de hacer cumplir la ortodoxia e impiden la entrada a quienes visten de forma considerada indecente. La medida est¨¢ en vigor desde que "hace 25 o 30 a?os, la adopt¨® el cabildo catedralicio", explica un an¨®nimo conocedor. Las normas que rigen la moralidad para con los visitantes siguen siendo las mismas que en los a?os cincuenta.Cada d¨ªa, decenas de turistas acuden a la catedral de Barcelona con la vana intenci¨®n de visitarla. Los m¨¢s afortunados consiguen su objetivo porque, han sido advertidos previamente de las normas que rigen: con pantalones tipo bermudas est¨¢ permitida la entrada, pero no con pantal¨®n corto; los escotes generosos -pectorales y dorsales- impiden el acceso. Las camisetas veraniegas de estrechos tirantes y que muestren piel por debajo de las clav¨ªculas no son vistas con buenos ojos por los vigilantes. La regulaci¨®n no hace distinciones entre sexos y afecta a todos.
Esta situaci¨®n ocasiona ins¨®litos strip-treases frente a la puerta principal del templo, donde pueden observarse, de 7.30 a 13.30 y de 16 a 19.30 horas, intercambios de camisas y pantalones. Todo sirve con tal de cubrir los cent¨ªmetros de piel que, de acuerdo con las normas catedralicias, separan la decencia de la indecencia y permiten franquear las puertas del templo.
Hasta hace unas semanas, los empleados, a cambio de una propina, prestaban pantalones largos para que pudieran entrar al templo los visitantes que no reun¨ªan las normas. "Este negocio no lo permit¨ªa la catedral", se?alaron fuentes eclesi¨¢sticas. Ahora, parejas y grupos tur¨ªsticos se ven diezmados a la entrada al templo. Hombres y mujeres que no cumplen con las normas fijadas se agolpan junto a las escalinatas de acceso a la catedral. Ellos esperan que sus compa?eros de viaje concluyan la visita al templo. Y as¨ª, frente a las escalinatas catedralicias, se procede al intercambio de vestuarios.
Las medidas restrictivas enfurecen en ocasiones a quienes son v¨ªctimas de ellas. "Los hay tan groseros que, al no dejarlos ense?ar, se bajan los pantalones y lo ense?an todo", asegura una persona conocedora de la vida catedralicia. "Nadie se queja por el hecho de que le hagan descalzarse a la entrada de una mezquita. Hay que entender tambi¨¦n que a la catedral no se puede entrar con esos pantalones que quien los lleva lo ense?a todo".
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