El legado imperfecto
Elvis, seg¨²n un recuento apresurado, registr¨® alrededor de 700 canciones diferentes. Por otra parte, se han editado versiones alternativas de numerosos temas, que tambi¨¦n aparecen en abundantes grabaciones en directo, aparte de barrabasadas como encajar la voz del difunto en acompa?amientos modernos. El resultado final es una inmensa discograf¨ªa legal -lo de los discos piratas es un pozo sin fondo- de la que s¨®lo se puede conseguir actualmente en Espa?a una m¨ªnima fracci¨®n.Las canciones m¨¢s populares aparecen una y otra vez en discos dobles, como Elvis forever, Elvis para los fans espa?oles o 40 greatest, y en los tres vol¨²menes de Elvis golden records. Tambi¨¦n es posible localizar reediciones de discos originales de la primera ¨¦poca, como Elvis Presley, Elvis y Elvis is back, junto con las bandas sonoras correspondientes a Loving you, King Creole, G. I. Blues o Amor en Hawai. No est¨¢ disponible el indispensable elep¨¦ que recopila sus grabaciones para el sello Sun, aunque sigue en cat¨¢logo otra valiosa antolog¨ªa, Reconsider baby, colecci¨®n de interpretaciones de blues. Todos con el sello RCA.
Resumiendo, mucho material de los a?os cincuenta y muy poco de los sesenta o setenta (aunque todo se public¨® en su momento y pueda todav¨ªa aparecer en estanter¨ªas polvorientas). En muchos casos, no cabe lamentar su ausencia: en comparaci¨®n con la obra de ¨ªdolos de ¨¦pocas anteriores (un Frank Sinatra) o posteriores (The Beatles), el legado discogr¨¢fico de Presley se distingue por su escandalosa irregularidad. Aunque fue un perfeccionista a la hora de sacar provecho a su voz, se enfrent¨® en numerosas ocasiones con un repertorio abismal: temas est¨¢ndar que nada a?ad¨ªan a sus glorias, canciones cuyo mayor m¨¦rito era estar controladas por su propia editorial, infames rellenos para sus pel¨ªculas ex¨®ticas (incluyendo 57 piezas firmadas por un tal Ben Weisman, compositor a destajo al que se recurr¨ªa cuando hab¨ªa que justificar un interludio canoro).
Una filmograf¨ªa poco ejemplar
Al decir de varios veteranos de Hollywood que trabajaron con ¨¦l, Elvis era un actor de gran naturalidad y carisma, una especie de James Dean en estado bruto. La gran frustraci¨®n del cantante fue que le encarrilaran hacia pel¨ªculas ¨ªnfimas, de escaso presupuesto y nulas pretensiones. Durante la d¨¦cada prodigiosa, Elvis dedic¨® la mayor parte de sus esfuerzos profesionales a esa bazofia, renunciando al directo y descuidando su trabajo en el estudio de grabaci¨®n. Aparte de Jailhouse rock, El barrio contra m¨ª (King Creole) y algunas escenas sueltas -como las compartidas con Ann Margret en Cita en Las Vegas-, poco hay salvable en el Elvis cinematogr¨¢fico. En v¨ªdeo est¨¢n disponibles t¨ªtulos como Estrella de fuego (CBS/Fox Video) o las seis cintas de The Elvis Presley collection lanzadas por FVC: G. I. blues, Amor en Hawai, Girls, girls, girls, El trotamundos, Fiesta en Acapulco y Para¨ªso hawaiano. Es preferible recordarle tal como aparece -brevemente- en documentales como Rock and rolI: the early days (RCA/Columbia Pictures International Video). ?l no se consideraba un cantante de rock and roll -y en los ¨²ltimos a?os lleg¨® a detestar la obligaci¨®n de repasar en vivo sus viejos ¨¦xitos-, pero, ?qu¨¦ cosas!, resultaba enormemente convincente en ese papel.
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