El inocente es la presa
LA MATANZA cometida a sangre fr¨ªa en la sinagoga Nev Shalom, de Estambul, es un crimen tan horrible que supera todos los calificativos. En este atentado terrorista, uno de los que han causado m¨¢s muertes de inocentes en una serie ya muy larga, se dan todos los agravantes imaginables: la indefensi¨®n total de personas que estaban realizando sus rezos del s¨¢bado; la crueldad sin nombre de los asesinos, que despu¨¦s de ametrallar a los creyentes lanzaron granadas contra ellos, causando 24 muertes. El hecho de que esta matanza masiva se haya producido en una sinagoga no puede dejar de evocar el recuerdo del holocausto hitleriano con el que se pretendi¨® exterminar a los jud¨ªos. Pocas horas antes de los hechos de Estambul se hab¨ªa concluido, con un balance de 16 muertos, el secuestro en Karachi de un avi¨®n de la compa?¨ªa Pan Am. Un acto terrorista dirigido esta vez contra ciudadanos de EE UU y de diversos pa¨ªses europeos que viajaban en ese aparato.Ser¨ªa simplista atribuir estos dos actos a una misma mano criminal capaz de mover hilos en lugares muy distintos. Pero estamos ante un recrudecimiento del terrorismo internacional, que esta vez no se produce en Europa; en Estambul y en Karachi, aunque las motivaciones concretas sean distintas, ha actuado un mesianismo ciego y suicida. Esta forma de violencia terrorista no tiene nada que ver con lo que es la utilizaci¨®n de la violencia, en las guerrillas o en otras formas de lucha armada, por los movimientos de liberaci¨®n nacional. Resulta escalofriante leer en el texto de reivindicaci¨®n del crimen de la sinagoga por la llamada "resistencia isl¨¢mica" no ya una actitud de desprecio total de la vida humana, sino una exaltaci¨®n del hecho mismo de matar seres humanos, por absolutamente inocentes que sean -o precisamente por eso-, como la forma natural de lograr efectos de intimidaci¨®n.
Estos cr¨ªmenes vuelven a plantear de forma apremiante la necesidad de una coordinaci¨®n mucho m¨¢s eficaz de la lucha contra el terrorismo en un plano internacional. En ese orden, algunas circunstancias que rodean al atentado de Estambul merecen reflexi¨®n. Turqu¨ªa es un pa¨ªs en el que un r¨¦gimen militar, levemente moderado por un Gobierno civil en los ¨²ltimos a?os, ha aplicado una represi¨®n brutal contra los opositores; para numerosos casos calificados de terrorismo, se ha impuesto la pena de muerte. Pero la eficacia de la lucha contra el terrorismo -y la matanza de la sinagoga lo confirma- no se obtiene aplicando la pena de muerte ni uilizando una represi¨®n despiadada.
Calificar de ¨¢rabes o isl¨¢micos los dos ¨²ltimos atentados ser¨ªa una injusticia; la inmensa mayor¨ªa de los ¨¢rabes y de los que profesan la religi¨®n musulmana nada tienen que ver con el terrorismo. La mayor parte de los Gobiernos ¨¢rabes son contrarios a ¨¦l. Sin embargo, no cabe duda que existen responsabilidades concretas en algunos Gobiernos que es preciso sacar a la luz. Incluso si no existen lazos org¨¢nicos, los discursos demenciales de Gaddafi -como el que ha hecho en Harare- s¨®lo pueden estimular a los grupos terroristas a cometer cr¨ªmenes. Otros Gobiernos, como el de Teher¨¢n y el de Damasco, tienen determinadas relaciones, aunque sean contradictorias, con esa profusi¨®n de grupos terroristas que existen en L¨ªbano y cuyas interconexiones son complej¨ªsimas.
Ante estos nuevos enmenes, hace falta que los Gobiernos ¨¢rabes demuestren efectivamente su voluntad de cooperar a la hora de tomar medidas para poner fin a ese terrorismo. A veces la situaci¨®n del pueblo palestino ha servido de justificaci¨®n para actitudes de ayuda, o complicidad, en atentados incluso por parte de pa¨ªses moderados. Hoy la propia causa palestina sufre un terrible deterioro ante el mundo como consecuencia del rechazo hacia el terrorismo que, de una u otra manera, quiere escudarse en ella. La condena del atentado de Estambul por parte de la OLP es s¨ªntoma, sin duda, de que en el seno de la organizaci¨®n crecen las tendencias de quienes buscan una paz negociada y se esfuerzan por alejarse de la violencia.
Como ha subrayado en otras ocasiones el pol¨ªtico ital¨ªano Andreott¨ª, los europeos, a la vez que refuerzan su cooperaci¨®n para potenciar las medidas antiterroristas, necesitan realizar una pol¨ªtica inteligente que permita aislar, dentro del mundo ¨¢rabe, a los Gobiernos que siguen amparando los cr¨ªmenes. Al mismo tiempo es necesaria la solidaridad europeo-occidental en una pol¨ªtica com¨²n que no se deje seducir por las soluciones simplistas que promueve la Administraci¨®n Reagan. Bombardear Libia no ha servido, como ahora se ve, para acabar con la sevicia de los atentados. Quiz¨¢, s¨ª, para exacerbarlos y multiplicarlos.
Por ¨²ltimo, cabe exigir de la Uni¨®n Sovi¨¦tica pronunciamientos inequ¨ªvocos y una actitud menos pasiva en este terreno. Es un hecho que el terrorismo no golpea a los pa¨ªses comunistas, o lo hace muy raramente. Naturalmente que la desmesura de su aparato policiaco y el extremo control de la ciudadan¨ªa, unido a un virtual estado de excepci¨®n permanente, dificultan las acciones de ese g¨¦nero en su interior, y ello pese a que no faltan tensiones en sus rep¨²blicas isl¨¢micas. Pero, de otra parte, tampoco los intereses sovi¨¦ticos fuera de la URSS han sido da?ados o simplemente amenazados, y es hora de preguntarse el porqu¨¦. Un cambio efectivo de la pol¨ªtica del Kremlin respecto a las acciones del terrorismo internacional ayudar¨ªa a asumir como reales los aires de renovaci¨®n que promete Gorbachov, despejar¨ªa las crecientes suspicacias y estrechar¨ªa, en fin, el cerco para acabar con estas infames matanzas.
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