El culto a Bos¨¦
Miguel Bos¨¦, el bello fantasma de miles de sue?os, comenz¨® el ¨²ltimo concierto de su gira espa?ola, el 37, bajo la lluvia, que no fren¨® los chillidos emotivos de miles de mancebas. Su pr¨ªncipe cant¨® You live in me, la ¨²nica pieza en ingl¨¦s, y Sevilla, y salud¨® a Madrid: "Estoy en casa; gracias por aguantar. Hay un dicho que dice: conciertos mojados, conciertos afortunados". Y pronto el agua dej¨® de caer y la fiesta de adoraci¨®n a la imagen no se resinti¨®, y el sonido -una banda notable- no desmereci¨®.Ning¨²n var¨®n baila en la escena pop con tanta expresi¨®n sensual. Bos¨¦ profesa el culto al placer de la belleza. Es un artista est¨¦tico, quiz¨¢ el ¨²nico que juega, en ceremonia musical, con la libido colectiva. En ¨¦l, lo ingenuo es aparente y lo aparente provoca el idilio.
Concierto de Miguel Bos¨¦ y banda
Miguel Bos¨¦, voz y baile; Enzo Feliciati, teclados y direcci¨®n musical; Daniele Tedeschi, bater¨ªa; Stefano Melone, teclados; Andrea Forniti, guitarra; Danilo Zuffi, guitarra; Roberto Melone, bajista; Carlos Atti, saxo, y Mary Hamison y Emilio Cuervo, coros. Plaza de Las Ventas, 18 de septiembre.
Este coloquio pasional, sobre todo fem¨ªneo, entre el artista que canta o baila y el p¨²blico apenas sucede en el espect¨¢culo actual de modo tan fenomenal. En concierto, Bos¨¦ se rinde a dicho culto, lo transmite y lo recoge de su p¨²blico, que ahora no son s¨®lo las seguidoras jovencitas de siempre, sino m¨¢s mujeres y m¨¢s hombres captados por el hechizo. El repertorio de temas -Nena, Amante-bandido, o La salamandra- no es extraordinario, pero encaja en el conjunto de luces y efectos, que s¨ª son vistosos, alegres, excelentes.
Abunda en saludos y ademanes toreros, en los que cautiva el rito de arrodillarse con micr¨®fono en mano. Enternece entre mecheros con baladas dulc¨ªsimas -Te amar¨¦- o recuerdos fugaces de antiguas melod¨ªas -Linda-, y congrega con esp¨ªritu antinuclear, Todo un hombre, o pacifista, Partisano, a todos sus j¨®venes guardianes del planeta, y les pide que se den la mano unos con otros. Y, finalmente, los enciende en ascuas con idas y venidas al escenario. Bos¨¦, el fen¨®meno, ha progresado, se ha dignificado y se ha enaltecido. Aqu¨ª es el bello en un pa¨ªs de feos, y su reto ahora puede estar fuera de nuestras fronteras.
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