Un caro proteccionismo
LAS DISCUSIONES de Bruselas sobre las importaciones de ma¨ªz procedentes de Estados Unidos han hecho aflorar una vez m¨¢s las dificultades de la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n de la CE. Es ahora cuando comenzamos a darnos cuenta de que el proceso de adhesi¨®n a la Comunidad requerir¨¢ un esfuerzo importante por nuestra parte. En el caso del ma¨ªz, el problema ha surgido porque los productores norteamericanos se resisten a perder definitivamente el mercado espa?ol a causa de unos reglamentos comunitarios que obligan a los pa¨ªses miembros a abastecerse prioritariamente dentro de la propia Comunidad. Como consecuencia de una larga serie de negociaciones entre Estados Unidos y la CE, se lleg¨® al acuerdo de que durante el a?o actual la Comunidad garantizar¨ªa a los exportadores norteamericanos la adquisici¨®n de una cantidad de ma¨ªz equivalente al que los espa?oles compraban en aquel pa¨ªs y que alcanzaba, en promedio, unas 230.000 toneladas al mes.La Comisi¨®n de Bruselas pretende fijar el precio de entrada de este ma¨ªz tomando como referencia el puerto de Rotterdam, que es por donde entra la mayor parte del grano que se importa en Europa, a lo cual los espa?oles responden que, de hacerlo as¨ª, Espa?a se ver¨ªa perjudicada, por encontrarse nuestros puertos de entrada del ma¨ªz a mayor distancia de los puertos de embarque en Estados Unidos que el de Rotterdam. Espa?a pide un trato preferencial en este asunto porque, al fin y al cabo, las 230.000 toneladas eran las que import¨¢bamos antes de la entrada en vigor de los reglamentos comunitarios.
Es de esperar que nuestros negociadores sepan sacar el mejor partido de sus argumentos. Mientras tanto, los consumidores espa?oles se ver¨¢n perjudicados, como tradicionalmente ha ocurrido desde hace ya muchos a?os, por el doble juego de la obligaci¨®n de transportar el ma¨ªz en buques de bandera espa?ola y por el elevado coste de la descarga en los puertos espa?oles. La obligaci¨®n de transportar los cereales que se adquieren en el extranjero en buques de bandera espa?ola viene de muy lejos. La raz¨®n de esta peculiar disposici¨®n hay que buscarla en el deseo inicial de proteger la industria naval espa?ola, que, gracias a este sistema, dispuso de un mercado cautivo para sus buques. Sin embargo, el resultado final de esta medida, mantenida mucho m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de lo razonable, ha sido el provocar un aumento de los fletes con el consiguiente coste adicional de las mercanc¨ªas importadas, adem¨¢s de que tengamos que pagar, por la v¨ªa de los impuestos, el astron¨®mico coste de la reconversi¨®n naval; en definitiva, un inmenso despilfarro de recursos productivos.
A estos problemas hay que a?adir los derivados de la carga y descarga de los buques en los puertos espa?oles, dram¨¢ticamente puesta de relieve estos d¨ªas como consecuencia de los incidentes de Barcelona, donde los estibadores en huelga persiguieron por el puerto a unos trabajadores legalmente contratados, y cuando ¨¦stos se refugiaron en un buque atracado al mismo, forzaron la entrada y los arrojaron al mar. Pertenece a los jueces calificar estos hechos, que a primera vista parecen pertenecer al dominio de la pirater¨ªa y del homicidio frustrado, lo cual da una idea del vigor con que los estibadores est¨¢n dispuestos a defender sus privilegios. Porque el conflicto actual no procede de un problema de salarios ni de condiciones de trabajo, sino simplemente del hecho de que el Gobierno ha decidido privarles del monopolio de carga y descarga de buques del que su organizaci¨®n, la Organizaci¨®n de Trabajos Portuarios (OTP), ha gozado hasta el presente.
Tradicionalmente, la econom¨ªa espa?ola ha sido el reino del arbitrismo, de la protecci¨®n y del corporativismo. Han ganado con ello todos aquellos que han sabido obtener la protecci¨®n del poder, y han perdido todos los dem¨¢s, es decir, la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles. La entrada en la CE obliga al desmantelamiento de este complejo tinglado de ineficacias y prebendas. Al principio no ser¨¢ f¨¢cil, pero, a medio plazo, es la ¨²nica v¨ªa que conduce a la modernizaci¨®n del pa¨ªs.
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