El sector alimentario en la perspectiva comunitaria
La atomizaci¨®n como elemento negativo hace muchas veces de comparaciones estad¨ªsticas err¨®neas que no tienen en cuenta los criterios que sirven de base en los distintos pa¨ªses para elaborar los censos industriales. En Francia, por ejemplo, no se contabilizan por la Direcci¨®n General de Industrias Agrarias y Alimentarias las empresas con menos de 20 empleos, que representan muchas m¨¢s que las que tienen por encima de esta cifra. Al comparar las cifras francesas con las espa?olas el resultado puede aparecer como verdaderamente catastr¨®fico, producto de las diferencias de criterios en las fuentes de informaci¨®n.Por otra parte, factores como la baja densidad de poblaci¨®n y la gran extensi¨®n de nuestro pa¨ªs, comparada con la de otras regiones comunitarias justifican diferenciaciones importantes en la estructura productiva y de distribuci¨®n del sector agroalimentario.
Ni que decir tiene que la integraci¨®n en la CEE va a proporcionar y exigir un aumento de la dimensi¨®n de muchas de nuestras empresas, sobre todo en aquellos sectores en los que se enfrentan a la competencia de grandes compa?¨ªas con volumen suficiente para el lanzamiento de nuevos productos y el sostenimiento de grandes marcas.
Actividades vedadas
Pero aun teniendo en cuenta estos factores que son obvios, las empresas medianas y peque?as siguen demostrando en otros pa¨ªses de nuestra ¨¢rea que tienen un gran futuro en determinados subsectores, que exigen versatilidad y capacidad de adaptaci¨®n.
Efectivamente, hay actividades alimentarias cada vez m¨¢s vedadas a la peque?a empresa, ya que en algunos casos los umbrales de rentabilidad y los escalones m¨ªnimos de producci¨®n no lo van a permitir. Pero tambi¨¦n a la inversa existen transformaciones agroalimentarias en las que la gran empresa lo ha intentado y se ha encontrado con grandes dificultades, y en otros muchos casos ni siquiera lo ha probado.
Quiz¨¢ un poco al hilo de estas disquisiciones sobre lo peque?o y lo grande, siempre tan relativo por otra parte, podr¨ªamos referimos a las multinacionales del sector, lo cual no implica que s¨®lo vayamos a hablar ahora de grandes. Los modernos sistemas de comercializaci¨®n permiten que algunos, y posiblemente cada vez m¨¢s, ejemplos conocidos de grandes marcas multinacionales no sean en la pr¨¢ctica m¨¢s que un agregado de muchas medianas empresas que en todo o en parte se cubren con el mismo paraguas comercial; o sea, con la misma franquicia.
En cualquier caso, la formaci¨®n de grandes grupos es una soluci¨®n empresarial en la que confluyen intereses al menos aparentemente dispares. Quiz¨¢ el de las empresas se d¨¦ por supuesto, pero ser¨ªa interesante analizar c¨®mo el consumidor potencia por su propia decisi¨®n, adem¨¢s de por la presi¨®n publicitaria, esta din¨¢mica. Indudablemente, en una serie de renglones alimentarios el consumidor busca la seguridad y la comodidad del producto id¨¦ntico, que no necesita catar, que siempre es homog¨¦neo y que para ello se identifica en el espacio y en el tiempo con el mismo nombre.
Los grandes grupos de distribuci¨®n son sin lugar a dudas otro elemento importante que presiona a favor de la formaci¨®n de grandes grupos industriales que tengan capacidad de competir con las marcas blancas o de distribuidor.
En Espa?a, adem¨¢s de los ya conocidos por sus actividades multinacionales, existen de hecho grandes grupos unidos por las participaciones accionariales, pero que en general no se sit¨²an en el mercado con la imagen de holding, aunque de hecho lo constituyan. Algunos avanzan en la coordinaci¨®n a trav¨¦s de grandes centrales de contrataci¨®n, sobre todo de publicidad, y m¨¢s lentamente en la centralizaci¨®n de las ventas y de la pol¨ªtica de mercadotecnia. Todo ello tiene sus explicaciones hist¨®ricas e incluso comerciales o hasta fiscales debido a la problem¨¢tica de las absorciones y fusiones de empresas.
De todos modos, la Administraci¨®n ha alentado en algunos sectores alimentarios, como en el de las grasas, la formaci¨®n de grupos con suficiente peso para acometer la competencia internacional dentro y fuera de nuestras fronteras.
Hay un aspecto relevante del sector agroalimentario que tiende a ser poco analizado. Se trata de la incidencia que ya tienen y que van a ir incrementando progresivamente las agrupaciones de productores convertidas en transformadores dentro del sector agroindustrial.
Una de las filosof¨ªas b¨¢sicas que informan la labor de casi cualquier Gobierno de un pa¨ªs desarrollado, y de un modo a¨²n m¨¢s destacable de la CE, es el sostenimiento e incremento de las rentas de los agricultores, ganaderos y pescadores.
Aunque se trata de actividades donde la aplicaci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas y el incremento de la productividad todav¨ªa tienen un campo inmenso, no por ello podemos dejar de reconocer que siempre encontrar¨¢n dificultades para competir con otros pa¨ªses con producciones o m¨¢s sencillas o simplemente m¨¢s baratas. El ¨²nico modo de garantizar que no se conviertan en ciudadanos de segunda es que las distintas administraciones de los Estados arbitren medidas de apoyo y sost¨¦n del sector. Estas medidas tienden a ser cada vez m¨¢s onerosas para los contribuyentes y adem¨¢s provocan a veces consecuencias perversas y distorsiones del mercado no deseables.
?Por qu¨¦ v¨ªa se pueden incrementar las rentas sin necesidad de recurrir exclusivamente a las medidas proteccionistas? La respuesta es obviamente la introducci¨®n de las agrupaciones de productores en el mundo de la comercializaci¨®n avanzada y la transformaci¨®n.
El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentaci¨®n as¨ª lo ha entendido, y en ello coincide con la pol¨ªtica que en este sentido preconiza la comisi¨®n de la CE, aunque todav¨ªa muy lastrada por el peso de la pol¨ªtica de intervenci¨®n y de garant¨ªa.
En este campo es importante deshacer alg¨²n t¨®pico referente al futuro de la forma jur¨ªdica cooperativa en el ¨¢mbito del negocio agro alimentario. Hoy d¨ªa hay en Espa?a cooperativas en casi todos los sectores agroalimentarios, algunas de peque?a dimensi¨®n y otras l¨ªderes en su sector, lo que demuestra que el tipo de f¨®rmula empresarial no condiciona en nada el ¨¦xito o fracaso de una actividad.
En resumen, tenemos en nuestro pa¨ªs un sector agroalimentario que tiene a su favor quiz¨¢ lo m¨¢s importante: dinamismo empresarial, ganas de invertir y confianza en el futuro; a esto hay que a?adir facilidades en el aprovisionamiento de nuestras producciones agr¨ªcolas y ganaderas y por otra parte un incremento de la competencia que lleva consigo la necesidad de concentraciones empresariales y riesgo en el lanzamiento de nuevos productos. El futuro, si se administra bien, est¨¢ garantizado.
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