Un profundo foso separa las estrategias nucleares de las superpotencias
El fracaso de la reuni¨®n de Reikiavik refleja un enfrentamiento abierto entre dos concepciones opuestas de la estrategia nuclear que coloca en una v¨ªa muerta el incipiente di¨¢logo entre la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Estados Unidos. Cabe prever que las negociaciones de Ginebra sobre armamentos nucleares permanecer¨¢n bloqueadas, e incluso que el mundo vivir¨¢ momentos de gran tensi¨®n cuando Estados Unidos comience a probar en el espacio las nuevas armas relacionadas con la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI). Estas perspectivas contribuir¨¢n a potenciar los argumentos de los cr¨ªticos de la guerra de las galaxias. La cumbre deja, por ello, abierta la cuesti¨®n de por qu¨¦ Ronald Reagan se prest¨® a celebrarla.
"Casi al t¨¦rmino de nuestras conversaciones, le dije a Reagan que estaba perdiendo tina oportunidad hist¨®rica. A la salida, ¨¦l me dijo que se sent¨ªa decepcionado, y a?adi¨® que dudaba de que yo hubiera venido aqu¨ª con buena voluntad. ?Por qu¨¦?, le pregunt¨¦. Me respondi¨® que porque hab¨ªa estado muy duro en el tema de las pruebas nucleares y de la SDI. Pero ocurre que las diferencias sobre ese asunto no son un simple problema de palabras, sino de concepci¨®n b¨¢sica".Este fragmento del relato de su conversaci¨®n con Reagan que Mijail Gorbachov, secretario general del Partido Comunista de la URSS, hizo el domingo traduce el foso abierto entre las superpotencias. Ambas acordaron en 1972 limitar el crecimiento de sus arsenales nucleares ofensivos, a partir de una limitaci¨®n permanente de sus defensas contra esas armas. Sin esta renuncia pr¨¢ctica a la defensa, no habr¨ªa habido limitaci¨®n de arsenales, ya que la simple sospecha de: que una de las partes pudiera proteger eficazmente sus armas habr¨ªa generado en la otra una tendencia l¨®gica a incrementar las suyas, con un doble objetivo: resistir un primer ataque y contar con un n¨²mero de misiles suficientes como para contraatacar. Es claro que el volumen de armas exigidas para estas operaciones, bajo el efecto multiplicador de la desconfianza, tendr¨ªa que ser muy superior al necesario para garantizar solamente la capacidad de respuesta de un pa¨ªs, en un mundo sin defensas.
Este concepto estrat¨¦gico, que comenz¨® a gestarse en los a?os sesenta bajo la Administraci¨®n de John Kennedy y que ha prevalecido hasta hoy, se basaba en la creencia de que la t¨¦cnica no permit¨ªa ninguna, defensa eficaz contra la capacidad destructiva de las armas nucleares. Implicaba tambi¨¦n una renuncia a la idea de que la guerra nuclear pod¨ªa ser ganada. Los sovi¨¦ticos la aceptaron en 1972, con la firma del SALT-1.
Desde que lleg¨® al poder en 1980, Reagan denunci¨® que los sucesivos SALT-1 y SALT-2 no hab¨ªan conseguido evitar que la URSS acumulara una enorme cantidad de armas. En 1983 dio un giro de 180 grados a la filosof¨ªa que los sovi¨¦ticos hab¨ªan aceptado por iniciativa norteamericana. Dijo que las t¨¦cnicas actuales podr¨ªan llegar a permitir una defensa incluso total contra las armas nucleares, y lanz¨® su Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI) como un mensaje de paz: el escudo protector inutilizar¨ªa los temidos misiles, y pondr¨ªa punto final a la era nuclear. Mosc¨² puso el grito en el. cielo y afirm¨® que se trataba de un mensaje de guerra que minaba las bases del di¨¢logo entre los bloques.
Una quimera
Numerosos cient¨ªficos norteamericanos afirmaron que la SDI era una quimera. La Administraci¨®n respondi¨® que hay que experimentar y ver, y a?adieron que el tratado ABM, parte de los primeros acuerdos SALT, s¨®lo se refiere a defensas basadas en misiles que interceptan a otros misiles, pero que nada impide que EE UU pruebe en el espacio armas defensivas, corno el l¨¢ser, surgidas de las nuevas tecnolog¨ªas. La URSS respondi¨® que la SDI s¨®lo puede generar nuevas armas ofensivas, y que no habr¨¢ reducci¨®n de arsenales mientras el proyecto se mantenga.
Ese foso conceptual es conocido, ya que mantiene bloqueadas desde 1984 las negociaciones de Ginebra. Y, sin embargo, se lleg¨® a Reikiavik. Nadie pensaba que de la cumbre surgieran grandes acuerdos, pues el di¨¢logo era imposible si las partes pon¨ªan todas sus cartas sobre la mesa. Pero s¨ª se esperaba alg¨²n tipo de compromiso parcial que garantizara la continuaci¨®n del di¨¢logo. Es evidente que las perspectivas del encuentro se debatieron en sus preparativos, y que cuando acept¨® la reuni¨®n Reagan no pensaba terminarla con las manos vac¨ªas. Parece por ello probable que Gorbachov le cogiera por sorpresa, cambiando el juego en la capital de Islandia al plantear un acuerdo global sobre todo tipo de armamentos.
?ste es el recuento de las negociaciones que el l¨ªder sovi¨¦tico hizo ante la Prensa:
"Propusimos una reducci¨®n del 50% en las armas estrat¨¦gicas, a sabiendas de que las delegaciones tendr¨ªan que trabajar mucho (tras la cumbre) para acordar una aceptaci¨®n equili brada de ese porcentaje a unos arsenales que son asim¨¦tricos por razones hist¨®ricas. Las respuestas que o¨ªmos no fueron adecuadas, ya que empezaron con la aritm¨¦tica de los l¨ªmites y subl¨ªmites, habitual en Ginebra, que vuelve las cosas confusas. Le dije: tenemos tres clases de armas, misiles intercontinentales, misiles lanzables desde submarinos y bombarderos estrat¨¦gicos Reduzcamos, pues, todos en un 50%, incluso los misiles pesados sovi¨¦ticos que tanto preocupan a EE UU. Aceptaron y llegamos a un acuerdo, con una concesi¨®n muy importante por nuestra parte, ya que no incluimos en el paquete ni los misiles de alcance intermedio (que para la URSS son estrat¨¦gicos) ni las llamadas defensas avanzadas".
"Propusimos tambi¨¦n un acuerdo sobre misiles de alcance intermedio, y les dije que olvid¨¢ramos todo y volvi¨¦ramos a la primera propuesta norteamericana, la opci¨®n cero, eliminando totalmente los nuestros y los suyos.
En Ginebra, hab¨ªa propuesto olvidar las armas nucleares del Reino Unido y Francia, a condici¨®n de que sus arsenales no aumentaran. Aqu¨ª decid¨ª olvidar tambi¨¦n esta condici¨®n, a pesar de que es claro que son armas que entran en los planes nucleares de la OTAN. Ellos expresaron su preocupaci¨®n por los misiles de alcance inferior a 1.000 kil¨®metros (SS-21) que tiene el Pacto de Varsovia. Propuse congelarlos y debatir el tema. Los norteamericanos se quedaron sorprendidos, pero pronto se vio claro que no aceptaban la propuesta. Quer¨ªan que pas¨¢ramos por una sucesi¨®n de soluciones provisionales, en las que las dos partes retendr¨ªamos algunos misiles. Le dije: presidente, ?pero c¨®mo abandona usted a su propia criatura? [la opci¨®n cero fue propuesta en 1982 por Reagan]. Hablamos del problema asi¨¢tico y llegamos a un acuerdo. La URSS retendr¨ªa 100 cabezas nucleares INF orientadas a Asia, y EE UU podr¨ªa retener otras tantas en su territorio. Suprimir¨ªamos todos los euromisiles".
Seg¨²n Gorbachov, la URSS propuso iniciar negociaciones inmediatas para la prohibici¨®n total de las pruebas nucleares, pero no exigir que EE UU adoptara una moratoria sobre las mismas.
Todo se vino abajo
Las dos partes acordaron incluso su adhesi¨®n al tratado ABM por otros 10 a?os, pero todo se vino abajo cuando la delegaci¨®n norteamericana especific¨® que ese tratado permit¨ªa realizar las pruebas necesarias para desarrollar la SDI. "Los norteamericanos vinieron aqu¨ª a enterrar el tratado ABM, y Mijail Gorbachov no participar¨¢ en ese entierro", dijo el secretario general del PCUS. El foso inicial se reabr¨ªa.
Reagan fue a Reikiavik con el objetivo declarado de conseguir una nueva cumbre en EE UU. La necesita para tranquilizar al Congreso sobre el futuro de su pol¨ªtica armamentista. Gorbachov, que propuso la reuni¨®n islandesa, le recibi¨® con un planteamiento claro y duro de todos los problemas.
Lo curioso es que, pese al fracaso final, la delegaci¨®n estadounidense no ocult¨® que se hab¨ªan alcanzado acuerdos "hist¨®ricos", y que todo se vino abajo por la SDI. Ello dificultar¨¢ la defensa intelectual del proyecto, precisamente cuando el debate sobre dos concepciones opuestas del control de armamentos se orienta hacia la opini¨®n p¨²blica.
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