Entre 'troncos'

La colaboraci¨®n entre cantantes en disco o en directo es una sana costumbre que se practica menos de lo que se debiera, pero los recitales estereotipados con la participaci¨®n de reales o supuestos amigos que rodean al cantante de turno se han convertido en un tr¨¢mite obligatorio para poder hacer un especial de televisi¨®n y en un aliciente comercial que las casas de discos fuerzan para grabar un disco en directo al que siempre auguran ¨¦xito, profec¨ªa que no siempre se cumple. Excepto algunos pocos casos -el primero de Luis Eduardo Aute, en su ya lejano Entre amigos, y el reciente de Joaqu¨ªn Sabina y Viceversa-, los discos resultantes y los programas televisivos consiguientes terminan por ser poco m¨¢s que un desfile de vanidades en donde lo m¨¢s importante, la personalidad del cantante protagonista, resulta diluida e impostada. Lo peor de todo, adem¨¢s, es que los mismos recitales suelen resultar improvisados, tediosos y deslavazados.Resulta dificil evitar el convencionalismo que todo ello est¨¢ contribuyendo a crear, y cada uno lo intenta a su manera. Jos¨¦ Antonio Labordeta, con ese fuerte componente antiheroico que caracteriza su obra, se ha lanzado a ello, rode¨¢ndose de una buena cantidad de antih¨¦roes musicales: Imanol, un vasco de fidelidades profundas y voz no menos profunda; Paco Ib¨¢?ez, un vasco m¨ªtico, perdedor entra?able, que dedic¨® su estremecedora musicaci¨®n de un poema de Le¨®n Felipe, Ya no hay locos, a la memoria de Yoyes; Puturr¨² de Fua, un tr¨ªo de desaforados y sanos provocadores; Javier Maestre, un antiguo y ya retirado compa?ero en los inicios de la canci¨®n aragonesa; Ovidi Montllor y Toti Soler, dos irredentos solitarios y solidarios; Javier Ruibal, un semidesconocido; Maite Yerro, totalmente desconocida, y, como figura de la jornada, Joaqu¨ªn Sabina, un veterano corredor de fondo que comienza a llegar a la cresta de la ola. Una buena reuni¨®n de troncos, como los defini¨® el cantante, que resum¨ªan en esa noche toda una historia de fidelidad y coherencia a una manera de entender la canci¨®n popular y la vida, dispar en sus v¨ªas musicales, pero perfectamente afinada en su objetivo ¨²ltimo.

Recitales de este tipo requieren, cuando menos, tres caracter¨ªsticas para no caer en la trivializaci¨®n y cumplir su objetivo de crear un espect¨¢culo digno: las calidad de los participantes -aunque su participaci¨®n sea m¨ªnima y simb¨®lica-, la coherencia y el ritmo del recital. Jos¨¦ Antonio Labordeta super¨® la prueba con nota. La calidad y la coherencia quedan patentes en la lista de invitados; el ritmo del recital fue impecable, sin baches ni lagunas.