Largones, lenguaraces y verborreicos

Juan Jos¨¦ Mart¨ªnez Zato, portavoz del Consejo General del Poder Judicial, dice que, en los ¨²ltimos a?os de la dictadura, "los de Justicia Democr¨¢tica cascarnos como viejas", pero hace la salvedad de que nunca tocaron asuntos profesionales. ?l, que guarda, sin duda de practicar entonces, un verbo torrencial, y que ha generado, de tanto desear representar el personaje teatral de Ricardo III, un notable sentido esc¨¦nico, se pone de ejemplo a s¨ª mismo y no s¨®lo ataca a los jueces largones, lenguaraces y verborreicos, en su leg¨ªtima opini¨®n de que son de una imprudencia incontenible, sino que afirma que las cr¨ªticas que las asociaciones judiciales hacen al Consejo se deben "a que las asociaciones cumplen su papel, y a veces tienen que decir determinadas cosas porque hay otras que son m¨¢s dif?ciles de vender".En estos d¨ªas, los miembros del CGPJ que votaron a favor el documento admonitorio andan a ver si descubren al mal juez que se va de la lengua, al nefasto magistrado que casca cual vieja. Para identificarlos, hay algunos vocales que aportan pistas. Por ejemplo, Valent¨ªn de la Iglesia, que se pronunci¨® contra la pol¨¦mica nota del Consejo, responde as¨ª a la pregunta de qu¨¦ es un juez larg¨®n: "Un juez poco discreto, que le gusta hablar... m¨¢s o menos". O la contestaci¨®n de Luis Vacas, al decirle que c¨®mo definir¨ªa al juez bocazas: "?Pero no ponga bocazas ... !", ruega. Y luego entra en materia: "Se dir¨ªa del af¨¢n de notoriedad que tienen algunos jueces y magistrados".

Para tranquilidad del Consejo, parece que la figura del juez locuaz y verbalista est¨¢ en extinci¨®n. A partir de ahora, har¨¢n como el juez Grosso: para los periodistas, sus se?or¨ªas pondr¨¢n al tel¨¦fono a sus se?oras.