'Yo soy el cuaderno', los dibujos ¨ªntimos de Picasso, en Londres

ENVIADO ESPECIAL, Una muestra antol¨®gica sobre los dibujos de Picasso, basada en los cuadernos de apuntes del genial artista espa?ol, se exhibe en la Royal Academy, de Londres, desde el 11 de septiembre y hasta el pr¨®ximo 23 de noviembre. Antes de su apertura en Londres, esta exposici¨®n fue inaugurada el pasado 2 de mayo en la Pace Gallery, de Nueva York, que ha sido la promotora y organizadora de la feliz iniciativa, y posteriormente ser¨¢ llevada por varios pa¨ªses, entre los que, por el momento, no est¨¢ Espa?a, al parecer por no haberse interesado en ello nuestras autoridades.

La muestra, que ha sido titulada Je suis le cahier (Yo soy el cuaderno), por haber sido eso exactamente lo que escribi¨® Picasso sobre las tapas de uno de sus cuadernos de apuntes, posee un extraordinario inter¨¦s. Evidentemente, se podr¨ªa afirmar que toda obra original de Picasso lo tiene por principio, pero, adem¨¢s, en esta ocasi¨®n concurren muchos otros aspectos que reafirman el valor de lo que de entrada resulta indiscutible.En primer lugar, porque se trata de la primera vez que se ha montado con este tema monogr¨¢fico una exposici¨®n de Picasso y, en segundo, por lo que revela este material sobre la manera de inventar y trabajar que ten¨ªa el artista, la cual es ofrecida a trav¨¦s del medio m¨¢s ¨ªntimo y espont¨¢neo.

Picasso, que fue un dibujante soberbio, llen¨® a lo largo de su dilatada existencia un centenar largo de cuadernos de todo tipo. Entre ellos est¨¢n los seis completos que ahora se exhiben, cuya principal caracter¨ªstica es la de constituir aut¨¦nticas libretas de bolsillo y ser, por tanto, un precioso reflejo de esos apuntes y notas ¨ªntimas que Picasso pod¨ªa permitirse tomar en cualquier sitio y momento.

Por otra parte, estando fechado el primero en 1894, y el ¨²ltimo, entre 1964 y 1965, es un documento testimonial que permite seguir varias de las etapas m¨¢s significativas de la evoluci¨®n inquieta e inquietante de un talento inventivo que no parec¨ªa conocer reposo.

Seg¨²n la concepci¨®n art¨ªstica del clasicismo, el dibujo, o lo que m¨¢s apropiadamente habr¨ªa que denominar con el t¨¦rmino italiano original de disegno, constitu¨ªa la idea o fundamento esencial de una obra, lo que reflejaba de hecho la capacidad inventiva de un autor. As¨ª, al menos, se constata con Picasso, cuyo valor emblem¨¢tico como el m¨¢s radical iconoclasta de la vanguardia hist¨®rica y cuyo car¨¢cter pose¨ªdo por esa prisa incomparable, seg¨²n la definici¨®n de Octavio Paz, no torcieron jam¨¢s su identidad como tal dibujante.

Cuando las circunstancias nos han permitido reflexionar m¨¢s serenamente sobre el legado de la vanguardia hist¨®rica y, muy en especial, sobre el de Picasso, hemos tenido que modificar muchos de los esquemas heredados sobre el modo de funcionar real de la oposici¨®n entre clasicismo y vanguardia. Fruto de esta reflexi¨®n m¨¢s afinada, nuestra actual visi¨®n de Picasso acepta sin cortapisas la ampl¨ªsima y compleja relaci¨®n que mantuvo ¨¦ste con la historia del arte del pasado, no s¨®lo por su portentosa capacidad para retener cr¨ªticamente miles de im¨¢genes de la tradici¨®n, sino hasta por su manera de trabajar.