La en¨¦sima resurrecci¨®n de Arafat
La 'guerra de los campamentos' ha dado alas a la unidad de las facciones palestinas
El d¨ªa en que 500 fedayin izaron la bandera palestina en lo alto de Maghduche (sur de L¨ªbano), Yasir Arafat resucit¨® por en¨¦sima vez. Bajo la direcci¨®n de sus partidarios, todas las tendencias de la resistencia palestina se hab¨ªan reunificado en la sangre y el fuego, y de este modo hab¨ªan obtenido una importante victoria militar. Los hombres con kefieh y kalashnikov que se fotografiaban junto a la estatua de la Virgen de la Espera proclamaban su retorno a la tierra de donde les expuls¨® en 1982 la espada de Israel. Hab¨ªan roto el feroz cerco impuesto por los milicianos shi¨ªes de Amal a sus campamentos de Ain el Helue y Miyeh-Miyeh, y ahora eran ellos los que ten¨ªan a su alcance el ¨¢rea de Sid¨®n.
Cuatro a?os y muchos acontecimientos hab¨ªan sido necesarios para que los fedayin volvieran a ocupar una posici¨®n estrat¨¦gica en el sur de L¨ªbano. La historia de estas dos ¨²ltimas semanas es la del incesante esfuerzo de Amal por recuperar Maghduche y la de la enconada defensa palestina. Esta batalla es ya la m¨¢s importante de 1986 en el Mediterr¨¢neo oriental.Lo que se juega en Maghduche es la seguridad del norte de Israel, amenazada por el regreso de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) al sur de L¨ªbano. Por eso los hombres de Arafat quieren pisar all¨ª de nuevo. ?se es el ¨²nico territorio ¨¢rabe desde el que pueden atacar Israel, en este caso la regi¨®n de Galilea.
Cuando en junio de 1982 las tropas del Tsahal entraron en el sur de L¨ªbano, una tierra de olivos, naranjos y pl¨¢tanos, sus Pobladores hist¨®ricos las recibieron con lanzamiento de arroz. Eran shi¨ªes, miembros de la comunidad libanesa m¨¢s pobre y, con cerca de un mill¨®n de personas, la m¨¢s numerosa. Los shi¨ªes hab¨ªan sufrido durante a?os la presencia armada palestina en su suelo y las implacables represalias israel¨ªes que segu¨ªan a cada acci¨®n guerrillera.
Un predicador, disc¨ªpulo de Jomeini y venido de Ir¨¢n, Musa Sadr, hab¨ªa dado a los shi¨ªes conciencia de su fuerza potencial. Antes de desaparecer misteriosamente en la Libia de Gadaffi, Musa Sadr les leg¨® un movimiento pol¨ªtico y militar llamado Amal. Desde el instante mismo en que el Tsahal abandon¨® la mayor parte del avispero liban¨¦s, Amal se hizo cargo de la tarea de impedir la reconstrucci¨®n de un poder armado palestino en sus zonas de influencia.
Unos 12.000 combatientes palestinos abandonaron forzosamente L¨ªbano en el verano de 1982. Quedaron unos 400.000 civiles, la mitad en campamentos de refugiados y gran parte en los situados en el sur. Los palestinos viven en sus campamentos como los indios norteamericanos en sus reservas. La poblaci¨®n de los alrededores, casi siempre shii, no les tiene muchas simpat¨ªas.
5.000 'fedayin'
Es imposible saber con certeza el n¨²mero actual de fedayin en L¨ªbano, pero con toda probabilidad no baja de los 5.000. Muchos son de los expulsados hace cuatro a?os, que han vuelto en barco o avi¨®n desde T¨²nez, Yemen del Sur o Irak. Han sido ayudados por kurdos, drusos, sun¨ªes, comunistas, shi¨ªes proiran¨ªes del Hezbollah e incluso cristianos.
En una reciente entrevista en la LBC, la cadena de televisi¨®n de las milicias cristianas, Yasir Arafat agradeci¨® al presidente Amin Gemayel su autorizaci¨®n para la renovaci¨®n de pasaportes libaneses a unos 70.000 palestinos. Entre los beneficiados se encuentran bastantes de los expulsados en 1982. Ahora, Amal acusa a los cristianos de contribuir al retorno de la OLP.
Otro importante contingente de los fedayin es el formado por muchachos que en 1982 no fueron considerados combatientes debido a su corta edad. Han crecido en los campamentos como fieras acosadas y se han especializado en lograr munici¨®n y causar el mayor da?o posible al enemigo.
Para el armamento de todos estos guerrilleros, la v¨ªa mar¨ªtima ha sido decisiva. La ciudad de Sid¨®n, llamada llave del Sur, es de mayor¨ªa sun¨ª, y all¨ª la OLP tiene muchas simpat¨ªas. Los palestinos han logrado evitar el bloqueo de Amal a trav¨¦s de su puerto y costas. En los actuales combates est¨¢n utilizando, entre otras cosas, ca?ones de gruesos calibres -de 82, 107 y 120 mil¨ªmetros.
"En las pr¨®ximas 48 horas tomaremos Chatila", ha anunciado Amal repetidas veces esta semana. Unos 3.000 civiles palestinos viven a¨²n all¨ª. Durante estos d¨ªas reciben con frecuencia 10 proyectiles de mortero y de carros T54 por minuto. Cuando cesa el bombardeo, se les conmina a la rendici¨®n a trav¨¦s de meg¨¢fonos. Es ¨¦sta la posici¨®n palestina m¨¢s dificil de defender en la actual contienda.
Si Chatila cae, los fedayin han anunciado una salida de sus hombres asediados en Bourj el Bourajne, donde viven 18.000 civiles. "Asaltaremos el aeropuerto de Beirut", amenazan. Bourj el Bourajne, un suburbio compartido por shi¨ªes y palestinos, est¨¢, en efecto, muy pr¨®ximo al anunciado objetivo.
Acusaciones mutuas
Shi¨ªes y palestinos se combaten con una ferocidad espantosa. La Cruz Roja no puede entrar en los campamentos acosados. Hay mutuas acusaciones de fusilar a heridos y prisioneros. Partidarios de unos y otros se asesinan en las calles de Beirut oeste. La regi¨®n de Sid¨®n carece desde hace dos semanas de agua, electricidad, gasolina y pan, y en Maghduche a¨²n permanecen encerrados en sus casas unos 1.500 vecinos que no tienen nada que ver con esta guerra porque son de confesi¨®n cristiana.
Amal, principal aliado de Siria en el escenario liban¨¦s, provoc¨® sin pretenderlo la resurrecci¨®n de Arafat en esta tercera guerra de los campamentos. El pasado 30 de septiembre, sus milicianos iniciaron un riguroso bloqueo de Rachidie, en las proximidades de Tiro, ciudad bajo completo control shii. "No a la situaci¨®n de antes de l982", fue su consigna.
Afirmaban que hab¨ªan detectado en el interior del campamento palestino la presencia de numerosos hombres bien armados.
El fuego se extendi¨® a Ain el Helue y Miyeh-Miyeh, cerca de Sid¨®n. Unos 40.000 palestinos viven en esos campamentos y de all¨ª salieron los 500 hombres que conquistaron Magliduche. La p¨¦rdida de esa posici¨®n clave llev¨® a Amal a extender el conflicto a la capital.
Es ¨¦sta una guerra que, a diferencia de las dos anteriores, limitadas a Beirut, afecta a la mayor¨ªa de los grandes campamentos palestinos en L¨ªbano. En torno a ellos se han desencadenado todos los diablos en forma de ca?ones de gran calibre y ¨®rganos de Stalin. El n¨²mero de muertos y heridos de ambos bandos se eleva ya a 2.000 personas. Los dos contendientes usan armas sovi¨¦ticas y se dicen "campeones de la causa ¨¢rabe y musulmana", pero sus posiciones son profundamente irreconciliables. Seg¨²n el l¨ªder de Amal, Nabili Berri, la guerra s¨®lo terminar¨¢ definitivamente si los palestinos aceptan desarmarse. ?stos replican que Ias matanzas de Sabra y Chatila de 1982 ocurrieron porque est¨¢bamos desarinados".
Siria no acierta a dominar la situaci¨®n. Amal exige a Siria una participaci¨®n activa en la contienda, pero el sur de L¨ªbano es coto vedado para las tropas de Damasco.
Y, sobre todo, Damasco ha fracasado en sus intentos de enfrentar a los combatientes de Al Fatah, el grupo de Arafat, mayoritario en la OLP, con los del llamado Frente de Salvaci¨®n Nacional de Palestina, que apadrina. Todos combaten fusil con fusil. Es una cuesti¨®n de supervivencia colectiva.
Moral de unidad
Estas noticias han elevado no poco la moral de los palestinos del interior, los habitantes de los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza. "Los acontec¨ªmientos de L¨ªbano tienen un efecto inmediato y ben¨¦fico en los esfuerzos hacia la unidad", declar¨® esta semana Saeb Erakat, editorialista del diario Al Gods, editado en Jerusal¨¦n.
Los dirigentes sirlos expulsaron a Arafat de Damasco en junio de 1983 y de L¨ªbano unos meses despu¨¦s. En un intento de minar la fuerza de la OLP, patrocinaron el Frente de Salvaci¨®n. Ahora, mientras dos aliados de Siria, Amal y el Frente de Salvaci¨®n, se combaten con sa?a, Arafat saborea la revancha desde Bagdad.
Tras tres a?os de divorcio, la guerra de los campamentos ha dado alas al proceso de reunificaci¨®n de las filas palestinas. Combatientes de todas las facciones demuestran su renovado poder en el sur de L¨ªbano. En paralelo, Al Fatah inicia una reconciliaci¨®n con el Frente Popular de Liberaci¨®n de Palestina, el grupo hist¨®rico de Georges Habache, principal componente de la coalici¨®n prosiria.
Bajo los auspicios de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y Argelia, Habache y el hombre de confianza de Arafat, Abu Jihad, han dialogado en las ¨²ltimas semanas en Praga y Mosc¨². Antes, los seguidores de Arafat hab¨ªan reanudado relaciones con el grupo del marxista Nayef Hawatmeh y con los comunistas. Es toda una nueva estrategia de Arafat, cuyo origen est¨¢ en la congelaci¨®n el pasado febrero de su acuerdo de cooperaci¨®n pol¨ªtica con Hussein.
Arafat desempe?a de nuevo el papel de duro. Se reconcilia con los radicales, reaparece en el norte de Galilea, se producen atentados antiisrael¨ªes en Jerusal¨¦n y los estudiantes de la universidad cisjordana de Bir Zeit son acribillados por los soldados de la estrella de David. La reciente historia de Oriente Pr¨®ximo es la del eterno retorno de este hombre.
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