El enga?oso catastrofismo de las empresas
LA COINCIDENCIA de la asamblea anual de la CEOE con la publicaci¨®n de los resultados de la Central de Balances del Banco de Espa?a ha generado una pol¨¦mica sobre la situaci¨®n de las empresas espa?olas. Las cifras oficiales se refieren a 1985 y no reflejan, por consiguiente, los efectos que haya tenido la adhesi¨®n a la CEE sobre las empresas. Pero, aun as¨ª, los datos publicados por el Banco de Espa?a ponen de relieve la existencia de un desfase entre las declaraciones de los representantes de los empresarios y la realidad misma de las empresas. Esta, aun sin ser brillante en muchos casos, no es tan dificil como podr¨ªa deducirse de los recientes discursos emanados de la CEOE.La Central de Balances se?ala una mejora de la situaci¨®n en 1985. Los resultados globales de la encuesta indican un aumento apreciable del resultado econ¨®mico neto de las empresas (un 15%), que se transforma en un fuerte crecimiento de los resultados totales (un 40%) cuando se toma en consideraci¨®n la ca¨ªda de los costes financieros. Lo primero que han hecho las empresas espa?olas al mejorar la situaci¨®n ha sido reducir su endeudamiento. Despu¨¦s, tras varios a?os de saneamiento y tras la desaparici¨®n de muchos millares de empresas y de puestos de trabajo, se ha iniciado un proceso de inversi¨®n que se ha acelerado considerablemente en 1986.
La mejora que indican las cifras de 1985 se produce tras el deterioro profundo inducido por la crisis energ¨¦tica, por lo que ser¨ªa aventurado afirmar que los problemas b¨¢sicos de nuestra industria est¨¢n resueltos. El nivel t¨¦cnico de las empresas espa?olas es, por lo general, muy bajo y las relaciones laborales en nuestro pa¨ªs definidas por una confusi¨®n y una rigidez mayor que en el promedio de las naciones de la CEE; ambos factores explican que la productividad espa?ola sea inferior a la de los pa¨ªses del Mercado Com¨²n, pero hay que poner de relieve que el nivel salarial es tambi¨¦n m¨¢s bajo. Frente a esta situaci¨®n, el esfuerzo por incrementar el nivel tecnol¨®gico del pa¨ªs es insuficiente, y la reforma de las relaciones laborales parece dejada enteramente a manos de los agentes sociales.
Este punto ha sido subrayado por los empresarios en su asamblea anual, en la que han expresado con vehemencia su alarma ante el deterioro de los intercambios de mercanc¨ªas con los pa¨ªses de la CEE, a ra¨ªz de la adhesi¨®n a la Comunidad en enero de este a?o. El deterioro es real y afecta a la pr¨¢ctica totalidad de los pa¨ªses con los que comerciamos. Los exportadores espa?oles han debido soportar en 1985 el impacto de la supresi¨®n de la desgravaci¨®n fiscal a la exportaci¨®n, sumado a la apreciaci¨®n de la peseta y el repuntar al alza de los salarios tras varios a?os de disminuci¨®n de capacidad adquisitiva de los trabajadores. La consecuencia ha sido no tanto una p¨¦rdida de competitividad -como la CEOE pretende- como una puesta en evidencia de esa falta de competitividad que caracteriza al empresario espa?ol, por lo general poco acostumbrado al riesgo y siempre dispuesto al proteccionismo estatal. La situaci¨®n, por eso, se ha visto agravada con el incremento de la competencia en el mercado espa?ol tras la supresi¨®n de los contingentes y la reducci¨®n de los derechos de aduana. Los empresarios reclaman, con raz¨®n, un plan de fomento de las exportaciones que debiera movilizar a los responsables de la Administraci¨®n bastante m¨¢s de lo que lo ha hecho hasta ahora. Pero sus demandas, apenas encubiertas, de mayor protecci¨®n son del todo inadmisibles. El proceso de adhesi¨®n a la CEE es -as¨ª lo esperamos- irreversible y conviene adaptarse a las nuevas condiciones del juego econ¨®mico cuanto antes. Seg¨²n los datos a mano, en 1986 han crecido de manera apreciable tanto la inversi¨®n como el empleo. Ese es un s¨ªntoma de que muchos empresarios han decidido aceptar el reto de la integraci¨®n renovando su equipo productivo. La aseveraci¨®n frecuente por parte de los empresarios de que la presi¨®n fiscal dificulta su actividad no tiene sentido. No es superior la presi¨®n fiscal en Espa?a que en el resto de Europa y la inversi¨®n extranjera en nuestro pa¨ªs crece, con rendimiento para las multinacionales que aqu¨ª se instalan, sin que los impuestos sean una traba para las expectativas de esa inversi¨®n.
Parece como si los responsables de la CEOE, en un momento de crisis pol¨ªtica de la derecha, hubieran querido alzarse con un tipo de liderazgo de este g¨¦nero frente al Gobierno, exhibiendo una visi¨®n catastrofista del estado de nuestra econom¨ªa. Es este un camino peligroso y discutible. Es verdad que el optimismo generado por las cifras de la Central de Balances ha degenerado en un triunfalismo gubernamental bastante absurdo. Pero al menos ponen de relieve una mejora de la situaci¨®n de fondo de las empresas, aunque el camino que queda por recorrer sea largo.
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