Los ¨¢lamos de Garcilaso
Es probable que Garcilaso nunca viera estos ¨¢lamos de acero estremecidos por el viento, su voz susurrante que no cesa. El r¨ªo los ci?e, la luz del sol se filtra a trav¨¦s de sus hojas, todo el recodo es compa?ero que se extiende hasta el horizonte. Por estos lugares anduvo el poeta de ni?o y aun de mayor, quiz¨¢; de todos modos, sus versos corren como el agua que fluye elegante y tranquila.Garcilaso perteneci¨® a una de las m¨¢s ilustres familias de Toledo. En ¨¦l pas¨® su juventud, entre las letras y las armas, creando un estilo que supo aunar ardor y elegancia. Quien quiera seguir la vida de Garcilaso debe pasar por el lugar donde est¨¢ enterrado, en el que una estatua orante no se sabe si lo representa o no. La vida del poeta corre de Espa?a a Italia y Francia. Fue a Bolonia, Rodas y N¨¢poles, pas¨® horas felices, luch¨® contra los turcos y muri¨® en la Provenza, ante la torre de Muey.
Mas su muerte y su lugar de enterramiento no importan gran cosa si se los compara con su influencia en las letras espa?olas. Junto con Bosc¨¢n y su amistad trajeron nuevos aires a la poes¨ªa, sobre todo en la forma.
Mas siendo como poeta tan importante, no lo fue menos como su constante desempe?ar tareas diplom¨¢ticas. Carlos I le encargaba negocios complicados para los que se necesitaba alg¨²n hombre de talento. Su amigo el duque de Alba le ayud¨® muchas veces, incluso medi¨® a su favor cuando el poeta, habiendo actuado de testigo en una boda cuya dama no era del agrado del emperador, ¨¦ste le desterr¨®.
El mismo Garcilaso estuvo casado con otra dama llamada Elena de Z¨²?iga. Lo hizo demasiado joven, y no fue feliz. En cambio, conoci¨® a la portuguesa Isabel Freyre, de la que se enamor¨®, y que tuvo gran influencia en ¨¦l.
Dotado para los idiomas, pose¨ªa desde el griego y el toscano hasta el franc¨¦s y el lat¨ªn. Hombre abierto a las cosas de su tiempo, al morir, sus versos se publicaron en Salamanca muchos a?os despu¨¦s por primera vez.
Su gran trascendencia en la historia de la poes¨ªa espa?ola ha sido definitiva en nuestras letras, trayendo a ellas la canci¨®n, el soneto o la lira, como forma en la que se escriben grandes obras de fray Luis de Le¨®n y Juan de la Cruz.
A uno y a otro les mueven id¨¦nticos motivos: el amor no correspondido y la muerte. Una mayor emoci¨®n da a sus versos en el caso de nuestro poeta, escondida tras el velo artificioso de la ficci¨®n buc¨®lica. En cierto modo recuerda lejanamente a Aus¨ªas March y su obra complicada. La identidad de su pasi¨®n, que sabe comunicar a sus versos, los hace m¨¢s que puros, casi conmovedores.
La obra de Garcilaso gira preferentemente en torno del amor en alusiones diversas. Un sentimiento muy caracter¨ªstico de nuestro poeta es la amistad que le inspiraron las bellas composiciones dedicadas a Bosc¨¢n y a diversos autores. Sus innovaciones fueron aceptadas inmediatamente y seguidas por una gran parte de poetas espa?oles. Lo que llama la atenci¨®n de la nueva poes¨ªa es su valor, no s¨®lo en cantidad, sino en calidad tambi¨¦n.
Nada m¨¢s muerto, ya era cl¨¢sico; se le otorga el m¨¢ximo honor de servir sus textos como ejemplo de problemas de expresi¨®n sobre los que los grandes poetas de la antig¨¹edad opinaron. Fue la suya la forma m¨¢s ejemplar de entender el ideal del Renacimiento.
Hombre de armas y letras, de poes¨ªa y batalla, ning¨²n mejor momento que ¨¦ste para conmemorar su aniversario antes de que pase olvidado, como tantos enterramientos vac¨ªos que existen en los templos espa?oles, incluido, por supuesto, el suyo.
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