North, un hombre para acciones especiales
Desde la invasi¨®n de Granada hasta el 'Irangate', pasando por el bombardeo de Libia
El teniente coronel Oliver L. North no ha dicho nada sobre su papel en el desv¨ªo hacia los rebeldes nicarag¨¹enses de los beneficios de la venta de armas a Ir¨¢n desde que el pasado 25 de noviembre fue destituido como miembro del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) norteamericano por el presidente Ronald Reagan. Jam¨¢s el silencio de un hombre ha despertado tanta curiosidad.
En las ¨²ltimas semanas, sin embargo, mediante entrevistas con al menos 40 personas que son o han sido altos funcionarios de la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Pent¨¢gono, se ha podido dibujar un claro perfil de la carrera de North durante sus cinco a?os en la plantilla del NSC.El alcance de la complicidad de North en los hechos que provocaron la crisis en la Casa Blanca y su destituci¨®n est¨¢ a¨²n por conocerse completamente. Ni North ni su abogado pudieron ser interrogados para este informe.
North pertenec¨ªa, seg¨²n sus colegas, a un peque?o grupo de ayudantes del Pent¨¢gono, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Departamento de Estado, ideol¨®gicamente independientes, que elaboraban planes para programas secretos en Centroam¨¦rica, el Caribe, Europa y Oriente Pr¨®ximo.
El poder de North dentro del grupo creci¨® con los a?os que pas¨® en la Administraci¨®n, y su influencia se vio reforzada por la reorganizaci¨®n de la plantilla del NSC y las muertes de varios consejeros presidenciales y militares.
Aunque North nunca tuvo un control completo de ninguna acci¨®n secreta, las fuentes manifestaron que pod¨ªa alterar decisiones y ayudar a dise?ar planes para muchos de los programas m¨¢s delicados de pol¨ªtica exterior.
Estos fueron algunos de los programas en los que North tom¨® parte, seg¨²n fuentes de la Casa Blanca y del NSC: la invasi¨®n de Granada, a finales de 1983; operaciones de la CIA para abastecer a los rebeldes nicarag¨¹enses -conocidos como la contra- de armas, municiones y otros materiales, que empezaron en la primavera de 1983; el minado de tres puertos en Nicaragua, a principios de 1984; la reducci¨®n de la actividad de los escuadrones de la muerte en El Salvador y las elecciones en ese pa¨ªs, en 1984; la conducci¨®n del caso del secuestro y desv¨ªo a Beirut de un avi¨®n de la TWA, en el verano de 1985, y la planificaci¨®n de la liberaci¨®n por fuerzas militares de los 39 rehenes norteamericanos del vuelo; la planificaci¨®n y ayuda en la interceptaci¨®n del avi¨®n egipcio que transportaba a los secuestradores del crucero italiano Achille Lauro y su posterior desv¨ªo a Italia, a finales de 1985; la colaboraci¨®n en el programa de venta de armas a Ir¨¢n a cambio de la ayuda iran¨ª en la liberaci¨®n de los rehenes norteamericanos secuestrados en L¨ªbano, que empez¨® a finales de 1985; la colaboraci¨®n en los planes para bombardear Libia, en la primavera de 1986, tras una serie de atentados terroristas en Europa que EE UU relacion¨® con el l¨ªder libio, Muammar el Gaddafi.
Sus amigos y colegas afirman que North, de 43 a?os, es un militar impulsivo, inteligente y, en la medida de sus posibilidades, tenazmente ambicioso. Encaja perfectamente en las necesidades de un presidente que desde?e los detalles de gobierno y cuyos consejeros m¨¢s cercanos no sean ni expertos en asuntos exteriores ni adelantados en la ejecuci¨®n de operaciones complejas. Las mismas fuentes aseguraron que North pod¨ªa elaborar programas secretos porque conoc¨ªa todas las oficinas del sector de asuntos exteriores del Gobierno, cuyos funcionarios tienen que recibir ¨®rdenes, y ¨¦l ten¨ªa relaciones personales con sus directores.
North trabaj¨® adem¨¢s con cuatro consejeros de Seguridad Nacional en cinco a?os. El cambio casi anual de jefe y los continuos reajustes de personal eran una ventaja para ¨¦l. Personas que son o han sido miembros de la plantilla del NSC han manifestado que serv¨ªa de memoria institucional del organismo, al facilitar una continuidad que le hac¨ªa casi indispensable.
Sus colegas tambi¨¦n dicen que North parec¨ªa pensar que embelleciendo su tarea pod¨ªa mejorar su imagen y poder. A menudo comentaba a sus amigos que manten¨ªa una estrecha amistad con Reagan, cuando no era cierto, seg¨²n dichas fuentes.
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