El esperado final del bumer¨¢n
Circulan, por primera vez, novedades agradables sobre la ley antiterrorista. Los peri¨®dicos -alguna noticia, tan off the record como seria, habr¨¢ llegado a sus redacciones- nos alegran el a?o nuevo anunci¨¢ndonos que la famosa ley, seis de cuyos art¨ªculos ya han deca¨ªdo, podr¨ªa ser derogada en su totalidad.Y esto nos debe poner contentos a, los que creemos profundamente en el hombre. A los que estimamos que la ley del tali¨®n no puede inspirar nuestro derecho p¨²blico. A los que estamos convencidos de que la tortura, ni siquiera como mera sospecha, puede convivir con la democracia. A los que, en definitiva, creemos que la convivencia democr¨¢tica se defiende con procedimientos democr¨¢ticos o, de lo contrario, simplemente perece.
Yo tengo fe en la inteligencia de los gobernantes y por ello se me ocurre que al cabo de dos a?os de vigencia, la ley antiterrorista ha probado a sus autores lo que no pudimos hacer los contradictores de la ley en los sucesivos debates parlamentarios: sus graves defectos o, si se quiere, excesos jur¨ªdicos; su dif¨ªcil legitimaci¨®n democr¨¢tica y hasta constitucional; su ineficacia como instrumento jur¨ªdico penal y su efecto pol¨ªtico bumer¨¢n, facilitando razones y pretextos a los mismos a quienes se quiere combatir.
Un juez lejano
Muchos estamos persuadidos de que de la derogaci¨®n de la ley antiterrorista se van a derivar grandes ventajas para el Estado y para los individuos.Para ¨¦stos parece claro. Nadie estar¨¢ expuesto a que la polic¨ªa -sin ning¨²n control a priori- pueda privarlos de libertad e incomunicarlos. Que un juez lejano pueda, telegr¨¢ficamente y sin indagar demasiado en las razones, mediante un auto motivado pero impreso, prorrogar hasta 10 d¨ªas detenci¨®n e incomunicaci¨®n. Que durante ese plazo nadie tenga derecho a saber d¨®nde est¨¢ el ciudadano y por qu¨¦ se le ha detenido. Que no pueda designar el abogado que prefiera. Que se registre su casa sin mandamiento judicial y sin las garant¨ªas de la ley de enjuiciamiento criminal. Que se le pueda leer la correspondencia y se le intervengan las conversaciones telef¨®nicas. En definitiva, ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil que los ciudadanos se constituyan en candidatos a desaparecer, como El Nani, o a aparecer esposados y ahogados en las aguas de cual quier r¨ªo, como Zabalza. Enhorabuena, pues, a los ciudadanos, si la ley antiterrorista es derogada.
Pero tambi¨¦n el Estado gana con esta derogaci¨®n. Nos evitaremos m¨¢s de un sonrojo en Bruselas y en Estrasburgo. Dejaremos de figurar en la vergonzosa relaci¨®n de los pa¨ªses donde se tortura que publica anualmente una instituci¨®n tan fuera de sospecha como Amnist¨ªa Internacional.
Derechos
La Asociaci¨®n de Derechos Humanos dejar¨¢ de apuntar todos los a?os con su dedo y por el mismo motivo a nuestro Gobierno, The Economist no volver¨¢ a publicar que en Espa?a se respetan esencialmente los derechos humanos b¨¢sicos a excepci¨®n del derecho a la integridad fi?sica y ps¨ªquica de los detenidos. Los departamentos de Derecho Penal de nuestras universidades no tendr¨¢n que volver a avergonzarse de esta peculiaridad de nuestro derecho represivo, sustancial y procesal. Los obispos podr¨¢n condenar el terrorismo sin tener que hacer, por elementales razones de equidad, alusi¨®n a un cierto terrorismo legislativo de Estado. Los polic¨ªas dem¨®cratas y honrados -que los hay y en buen n¨²mero- no tendr¨¢n que cargar con el sambenito de las indignidades que otros cometen al amparo y hasta impulsados por esta desacreditada ley. El Tribunal Constitucional se quitar¨¢ el peso de encima que parecen suponerle los dos recursos de los Parlamentos vasco y catal¨¢n que desde hace casi dos a?os tiene pendientes y... hasta el se?or Barrionuevo se ahorrar¨¢ tener que soportarme en todas las reuniones de la Comisi¨®n de Justicia e Interior del Congreso de los Diputados.Pero, adem¨¢s, la lucha contra la violencia armada no perder¨¢ eficacia. Lo venimos diciendo: leyes m¨¢s duras no hacen eficaz a una polic¨ªa que se debate ante problemas que no comprende. La cuesti¨®n es otra. Lo recordaba en estas mismas p¨¢ginas, hace muy pocos d¨ªas, Alain Touraine: "En muchos casos la violencia pol¨ªtica tiene aspectos terroristas pero no puede ser enteramente identificada con el terrorismo... porque los actos de violencia est¨¢n respaldados por una parte notable de la opini¨®n p¨²blica. En este sentido no se puede reducir la violencia pol¨ªtica vasca al terrorismo".
Eliminar la tortura
No apliquen y luego deroguen la ley antiterrorista y eliminen definitivamente la tortura y habr¨¢n derivado el 50% del discurso de quienes en Euskadi apoyan la violencia. Sustituyan con decisi¨®n las fuerzas de seguridad del Estado por la polic¨ªa auton¨®mica y p¨®nganla bajo la potestad de jueces dem¨®cratas vascos y se han cargado otro 15%. Hagan que el lendakari sea realmente el representante del Estado en la comunidad aut¨®noma, restaurando as¨ª la confianza entre ambos poderes del Estado, y que a trav¨¦s de la Junta de Seguridad dirija tambi¨¦n el orden p¨²blico. Otro 10%. Impulsen decididamente el autogobierno de Euskadi, aplicando el Estatuto y el art¨ªculo 150.2 de la Constituci¨®n a tope, sin temor ni restricciones. Ah¨ª tienen otro 10%, por lo menos. Normalicen las relaciones de la comunidad aut¨®noma vasca con Navarra. Apliquen con generosidad y sin dilaciones la reinserci¨®n de presos y exil¨ªados y han dejado a los adversarios pol¨ªticos que hacen posible la violencia en Euskadi sin argumentos.Se?ores del Gobierno, m¨¢s claro agua.
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