De la 'hiperinflaci¨®n' al 'hiperd¨¦ficit'
Pocas horas antes de pasar por el quir¨®fano, Ronald Reagan envi¨® al Congreso de Estados Unidos el proyecto de presupuesto para el a?o fiscal de 1988, que entrar¨¢ en vigor el pr¨®ximo mes de octubre. El principal instrumento de la pol¨ªtica econ¨®mica norteamericana supera por primera vez el bill¨®n de d¨®lares (m¨¢s de 130 billones de pesetas) y entre sus principales caracter¨ªsticas figura una reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico (de 170.000 millones de d¨®lares a 107.000 millones), mediante la disminuci¨®n de los gastos sociales y subvenciones -que compensa el incremento de gastos de defensa- y sin aumentar los impuestos directos.Este proyecto, que ser¨ªa considerado tradicionalmente como regresivo, tendr¨¢ dificultades para ser aprobado sin modificaciones sustanciales en un Congreso dominado por los dem¨®cratas. En cualquier caso, parece oportuno comparar las intenciones del presidente de Estados Unidos con los principios que iluminaron su primera campa?a electoral (y la ¨²ltima) y que contribuyeron a crear la imagen de la revoluci¨®n reaganiana. El elemento que puede facilitar esta comparaci¨®n es la lectura del libro El triunfo de la pol¨ªtica. Por qu¨¦ fracas¨® la Revoluci¨®n de Reagan (Editorial Grijalbo), que -acaba de ser publicado en Espa?a, y cuyo autor es David Stockman, uno de los primeros y principales acompa?antes de Reagan en su andadura, y tambi¨¦n uno de los primeros en abandonarla.
El pasado lunes, la presentaci¨®n del presupuesto norteamericano la hizo Jamos Miller como director de la todopoderosa Oficina del Presupuesto, una especie de Ministerio de Hacienda europeo. Antes que ¨¦l ocup¨® el mismo despacho Stockman. Con 30 a?os reci¨¦n cumplidos llegaba a la Administraci¨®n federal un hombre con un fenotipo semejante al de los conversos. Con un pasado cercano al marxismo radical, seg¨²n cuenta ¨¦l mismo en su libro, Stockman evolucion¨® r¨¢pidamente hacia las doctrinas ultraliberales de Von Hayek, para posteriormente aquilatarlas en el apostolado de la supply-side (econom¨ªa de oferta). Cinco a?os despu¨¦s, cuando dimite, el economista se considera "el Trotsky del movimiento".
La 'supply-side'
Stockman describe c¨®mo en 1980, el presidenciable republicano asume la econom¨ªa de oferta como parte sustancial de su programa de gobierno: "En enero de 1980, los directores de la campa?a del gobernador Reagan le enviaron a, la escuela un par de d¨ªas, para que se pusiera al corriente en cuanto a los temas de inter¨¦s nacional. All¨ª Jack Kemp, Art Laffer y Jude Wanniski le aplicaron el embudo y le hicieron tragar la doctrina de la econom¨ªa de la oferta". Los citados, m¨¢s el propio. Stockman, formaban precisamente el comit¨¦ central de una escuela cuyas columnas son una moneda fuerte, la disminuci¨®n de impuestos, la desregulaci¨®n de la econom¨ªa, la eliminaci¨®n de subvenciones y deducciones, etc¨¦tera. En resumen, el desmantelamiento del Welfare State, considerado como una concreci¨®n del "socialismo m¨¢s derrochador e injusto".No parece recordar nada Stockman del m¨¦todo marxista de sus, or¨ªgenes a la hora de estudiar los vericuetos pol¨ªticos de la cotidianeidad de Washington y sus alrededores. Reconoce su ingenuidad y aprende las profundas contradicciones entre la ideolog¨ªa y la pol¨ªtica. De ah¨ª el t¨ªtulo del libro y sus continuos ataques a los pol¨ªticos en general, sin ninguna excepci¨®n: "La pol¨ªtica es el arte de inculpar al inocente y de premiar al culpable... En ¨²ltimo an¨¢lisis, los reaganianos eran vulgares pol¨ªticos, partidarios del Estado-providencia, como todos los dem¨¢s".
El fracaso
Creyendo convencido a Reagan -y por tanto, esperando tener todo su apoyo pol¨ªtico-, Stockman, como gran Robespierre de la econom¨ªa de oferta, inicia Ia revoluci¨®n m¨¢s amplia en pol¨ªtica econ¨®mica desde los tiempos del New Deal": la desarticulaci¨®n del Welfare State a trav¨¦s del presupuesto equilibrado. Para ello pretendi¨® reducir las dos partes de la ecuaci¨®n: los ingresos, a trav¨¦s de la reducci¨®n de impuestos, y los gastos p¨²blicos, con la ¨²nica excepci¨®n de los militares, "para tener quietos a los rusos".El presidente ech¨® el alma y consigui¨® una reducci¨®n legal de los grav¨¢menes, pero compadre¨® hasta lo indecible con los pol¨ªticos en lo relacionado con gastos agr¨ªcolas, seguridad social, deducciones y subvenciones. Stockman opina que "un revolucionario no hace componendas" y que, como consecuencia del compincheo de los pol¨ªticos dem¨®cratas y republicanos con la Administraci¨®n, la revoluci¨®n reaganiana fracas¨® y Estados Unidos se encontr¨® con unos ingresos a la baja y los gastos creciendo vertiginosamente. La consecuencia es el hiperd¨¦ficit que se p¨²dece en la actualidad y el logro de un dudoso premio: el que Estados Unidos sea una naci¨®n deudora por primera vez desde la I Guerra Mundial.
Seg¨²n Stockman, el crecimiento de los gastos sociales se disfraz¨® contablemente en m¨¢s de una ocasi¨®n, participando ¨¦l mismo en las operaciones de maquillaje. Es casi seguro que el ex director de la Oficina del Presupuesto pensar¨ªa lo mismo del actual proyecto de presupuesto. Una de las partes m¨¢s sugestivas del libro est¨¢ contenida en el an¨¢lisis del gasto militar, reforzado en los primeros a?os de la Administraci¨®n Reagan por el miedo a los sovi¨¦ticos, por ?una equivocaci¨®n de los ordenadores a la hora de hacer los c¨¢lculos de partida! y por una creencia casi,teol¨®gica: que los gastos de defensa no han de estar sometidos a ninguna disciplina presupuestaria.
Como todas la revoluciones fracasadas, la de Reagan es una revoluci¨®n traicionada, seg¨²n Stockman, que entiend¨¦que la econom¨ªa de oferta todav¨ªa permanece in¨¦dita. Reagan no cre¨ªa en ella a pesar de las apariencias, y los representantes republicanos del pueblo norteamericano, menos todav¨ªa. ?"C¨®mo es posible", se rasga las vestiduras Stockman, "que un partido conservador, enemigo del gasto p¨²blico (el Republicano) haya acabado por ratificar un Estado-providencia demedio bill¨®n de d¨®lares al a?o?: la oposici¨®n conservadora ayud¨® a construir el Estado-providencia de Estados Unidos, ladrillo a ladrillo, durante los tres decenios anteriores a 1980. La revoluci¨®n de Reagan fracas¨® porque el Partido Republicano decidi¨® salvar su propia obra hist¨®rica".
Para triunfar hubiera sido imprescindible acabar con el d¨¦ficit p¨²blico, y Stockman reconoce que ello s¨®lo lo hubiera podido hacer un dictador. El economista, hoy ¨¢salariado de la poderosa Salomon Brother, se ofrece para la funci¨®n utilizaridola arrogancia de un pavo real. El fracaso -y su dimisi¨®n- llevar¨¢ a Estados Unidos al caos y al desorden. Esta sentencia es el precio de un resentimiento, quiz¨¢ leg¨ªtimo para quien entr¨® a la Casa Blanca como un ayatolah. Stockman hace balance para concluir que entr¨® en la beautiful people americana con una enfermedad hiperinflacionista, que se ha transmutado en el c¨¢ncer hiperdeficitario que hoy se sufre en el pa¨ªs m¨¢s poderoso de Occidente.
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