Breve degustaci¨®n

Laaraji, Michael Brook, Roger Eno, Harold Budd. Auditorio de Los Jameos del Agua. Lanzarote, 13 de enero.

No basta con tener un marco incomparable. La presentaci¨®n de la plana mayor de la compa?¨ªa Opal tuvo lugar en un recinto p¨¦treo y subterr¨¢neo, de excepcional ac¨²stica, donde las inevitables toses y los chasquidos fotogr¨¢ficos conspiraban contra los sonidos tenues que desgranaban cuatro m¨²sicos perdidos en la oscuridad necesaria para que funcionaran las atractivas esculturas de luz de Brian Eno y Russell Mills. Un concierto de poco m¨¢s de una hora, que se antoj¨® escaso y mal repartido. Laaraji, un int¨¦rprete afroamericano que toca el llamado electric-mode zither (algo as¨ª como una c¨ªtara electr¨®nica), ofreci¨® una torrencial apertura, m¨²sica festiva que se apacigu¨® en la delicada segunda pieza. El canadiense Michael Brook trabaja con una particular guitarra el¨¦ctrica y trenz¨®, sobre sonidos pregrabados, et¨¦reas telas de ara?a. Una especialidad m¨¢s apreciable cuando se un¨ªa a sus compa?eros; en solitario, cay¨® en susurros ululantes que evocaban un sintetizador acatarrado en misi¨®n de acompa?amiento de alg¨²n documental de la blasa. Roger Eno, hermano menor del organizador del acto,es un pianista tierno que destil¨® media docena de vi?etas evanescentes, con un cierto aire de Erik Satie contempor¨¢neo. Al concluirlas, sol¨ªa resoplar, como si el esfuerzo de concentraci¨®n fuera tit¨¢nico.

El californ¨ªano Harold Budd tuvo a su cargo los momentos m¨¢s felices del recital. En compa?¨ªa de Brook y Laaraji, desarroll¨® una de sus elegantes construcciones de ins¨®lita belleza mel¨®dica, antes de plantear, a solas con el piano, una creaci¨®n m¨¢s adusta. En su caso el ¨®palo tiene hondura y contrastes enriquecedores.