La segunda reconversi¨®n industrial
El debate sobre la llamada segunda reconversi¨®n industrial puede haber suscitado en la opini¨®n p¨²blica el sentimiento al que se refer¨ªa el polit¨®logo Mackern al analizar la mec¨¢nica de las distintas familias ideol¨®gicas en el seno de una coalici¨®n: "Muy a menudo, los dos contendientes nos convencen de su incapacidad respectiva y de que, adem¨¢s, los dos tienen raz¨®n".S¨®lo importa la respuesta a dos cuestiones capitales: ?en qu¨¦ medida el Gobierno facilita la inserci¨®n de Espa?a en la econom¨ªa global? ?qu¨¦ decisiones se toman, para no retrasar la adecuaci¨®n necesaria de la estructura industrial y relaciones laborales a los nuevos escenarios de la innovaci¨®n tecnol¨®gica? A nivel popular, las dos preguntas se formulan de manera menos presuntuosa, m¨¢s simplista y m¨¢gica: ?qu¨¦ pasa con el Mercado Com¨²n y la reconversi¨®n industrial?
Todos reconocer¨¢n f¨¢cilmente al partido socialista el m¨¦rito indudable de haber aceptado -"de entrada, s¨ª"- los principios de la apertura al exterior y reconversi¨®n industrial, que no son en el fondo m¨¢s que dos caras de la misma moneda. El recurso a las cl¨¢usulas de salvaguardia ahora vigentes arrancadas a las instancias comunitarias para proteger de la competencia internacional al sector sider¨²rgico espa?ol ?son un freno al proceso de apertura al exterior o un intento de retrasar el proceso de reconversi¨®n que esa apertura debiera suscitar? Est¨¢ por ver -como ha puesto de manifiesto la pol¨¦mica entre los ministerios de Industria y Econom¨ªa- si los historiadores futuros podr¨¢n reconocer id¨¦ntico m¨¦rito al partido socialista de haber aplicado en la pr¨¢ctica los principios asumidos. De momento flota en el aire la impresi¨®n de que no todo el mundo comparte lo que Andr¨¦ Gide dec¨ªa en Les fausseurs hace 60 a?os: "Nadie descubre nuevas tierras sin aceptar el perder de vista la orilla durante mucho tiempo". Se quisiera llegar a los nuevos escenarios de la innovaci¨®n tecnol¨®gica sin perder de vista los perfiles de la revoluci¨®n industrial.
Nuevas profesiones
A ra¨ªz de los cambios ocurridos en el mercado laboral, las tasas de crecimiento, los aumentos de productividad exigidos por la creciente internacionalizaci¨®n de las infraestructuras tecnol¨®gicas y la aceleraci¨®n del progreso t¨¦cnico, m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n europea cambiar¨¢ de trabajo en los pr¨®ximos 13 a?os.
Lo fundamental no es recordar si la revoluci¨®n tecnol¨®gica suma o resta puestos de trabajo. Lo que importa es el enorme n¨²mero de ocupaciones que desaparecer¨¢n, por una parte, y el enorme n¨²mero de puestos de trabajo que se crear¨¢n, por otra. Lo que debemos aprender es a manejar este per¨ªodo transitorio que afectar¨¢ a algo menos de la mitad de la poblaci¨®n activa. Este aprendizaje necesario ser¨ªa imposible si el dogma, la ideolog¨ªa o la magia de palabras como la reconversi¨®n impiden la articulaci¨®n de mecanismos mucho m¨¢s participativos y solidarios.
Europa ya no es la v¨ªctima de una confrontaci¨®n global entre dos ideolog¨ªas: una de derechas y otra de izquierdas, como tan c¨®moda y machaconamente les gusta repetir a los protagonistas de ambas. La guerra se ha declarado entre dos sistemas de organizaci¨®n: el modelo tradicional, fundamentado en el centralismo, la jerarquizaci¨®n y la relativa inmovilizaci¨®n de los factores de producci¨®n, por una parte, y el modelo de organizaci¨®n embrionario, basado en la descentralizaci¨®n, la comunicaci¨®n horizontal y la movilidad casi instant¨¢nea de conocimientos y recursos. Para utilizar la imagen de un l¨²cido tecn¨®logo franc¨¦s, se trata de una guerra entre el modelo organizativo de Correos (con sus esquemas verticales de concentraci¨®n y posterior reparto) y el modelo organizativo de tel¨¦fonos (con su esquema horizontal de conmutadores instant¨¢neos diseminadores de la informaci¨®n).
Los conocimientos y la inteligencia son la nueva materia prima de la vida econ¨®mica; en el arcaico modelo del Correos, esos activos no fluyen con la rapidez necesaria y acaban desperdici¨¢ndose en el trasiego de organigramas dise?ados para otros objetivos: el ejercicio jer¨¢rquico del control y la autoridad. Al dise?ar la pol¨ªtica frente al cambio tecnol¨®gico, la racionalizaci¨®n de los esquemas industriales y las relaciones laborales, los espa?oles debieran contemplar la experiencia de otros pa¨ªses.
En el caso del Reino Unido, una tasa de crecimiento econ¨®mico muy d¨¦bil, el retraso acumulado en el ritmo de cambio tecnol¨®gico y el inmovilismo del sistema de relaciones laborales se confabularon para sumir al pa¨ªs en el c¨ªrculo vicioso de la mediocridad econ¨®mica. Los efectos devastadores de la guerra y la lucha contra el fascismo obligaron, en cambio, a Italia y a la Rep¨²blica Federal de Alemania a empezar con ¨ªmpetu desde cero.Las desigualdades sociales y el cr¨¦dito pol¨ªtico acumulado en Italia por los sindicatos en su lucha por la recuperaci¨®n de las libertades hizo que el cambio tecnol¨®gico y la modernizaci¨®n de los sectores industriales se impusiera gracias a un c¨ªrculo virulento en t¨¦rminos sociales.
En el caso de la Rep¨²blica Federal de Alemania, las elevadas tasas de crecimiento econ¨®mico, la aceleraci¨®n de los procesos de innovaci¨®n y el dinamismo de las relaciones laborales hicieron saltar las chispas de un c¨ªrculo virtuoso sustentado en la ventaja tecnol¨®gica como clave de su mayor competitividad.
La adecuaci¨®n de los modos de organizaci¨®n industrial a la internacionalizaci¨®n de las infraestructuras tecnol¨®gicas constituye un ejemplo de manipulaci¨®n de la hipercomplejidad en las sociedades modernas. El impulso y canalizaci¨®n de esta segunda transici¨®n -tan decisiva para el bienestar de los espa?oles como la transici¨®n pol¨ªtica reci¨¦n consumada- no puede instrumentarse por decreto, como pretenden algunos, ni ignorarse, como pretenden otros.
Puede que no se den aqu¨ª todas las condiciones para repetir el c¨ªrculo virtuoso de otros pa¨ªses que abordaron con mucho adelanto los avatares del cambio t¨¦cnico y social. Pero se dan condiciones suficientes -aunque no fuera m¨¢s que sacando provecho de la experiencia ajena- para evitar las hipotecas de modelos encarnados en el c¨ªrculo vicioso o el c¨ªrculo virulento.
Eduardo Punset es economista y consejero de relaciones internacionales de ESADE.
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