La rusa
Creo que s¨®lo la timidez que me es innata me impide deshacerme en bramidos por las aceras cuando pienso que dispondremos de una gloria rusa al frente del Ballet Nacional de Espa?a.Nada m¨¢s natural, por otra parte. Nos estaba haciendo falta montar otra vez Las silfides y El lago de los cisnes. Maya Plisetskaia y su familia -el hermano ya est¨¢ aqu¨ª- nos van a echar una mano en el asunto a cambio de un modesto sueldo mensual, pensi¨®n aparte, y de que all¨¢ en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, all¨¢ donde viv¨ªan, se pueda ver de vez en cuando El sombrero de tres picos. No quiero ni pensar en lo contenta que debe de estar Raisa. Y espero que le hayan ocultado la noticia a Pilar Primo de Rivera. A su edad le ser¨ªa dificil soportarlo, sobre todo si la Plisetskaia se trae para aqu¨ª, am¨¦n de las zapatillas, la orden de Lenin.
El intercambio pondr¨¢ a nuestro alcance una de las alegr¨ªas con que el sovi¨¦tico medio se distrae cuando quiere descansar el cerebr¨ªn tras unas duras jornadas de meditaci¨®n sobre la prima, el tractor y la producci¨®n anual. Antes de esta brillante decisi¨®n de nuestras altas instanc¨ªas ten¨ªamos que viajar en Aeroflot para merecer ese lujo.
Ha sido ejemplar, en su llaneza, la sinceridad con que el director del Instituto Nacional de las Artes Esc¨¦nicas y de la M¨²sica, Jos¨¦ Manuel Garrido, le habl¨® a la eximia bailarina acerca de lo que la espera, comunic¨¢ndole que en Espa?a no hay tradici¨®n de danza cl¨¢sica. Imagino que no le dio tiempo a contarle que cuando surge una chavala con vocaci¨®n acaba en la unidad de reanimaci¨®n con una bala en el culo, obsequio de la polic¨ªa.
Cierto, nuestra rusa lo tiene crudo, pero estoy segura de que triunfar¨¢. Viniendo de donde viene, le ser¨¢ sencillo introducirse con su arte en las f¨¢bricas, en los astilleros, en las siderurgias y en las minas.
Donde quiera que haya un colectivo en paro o a punto de quedarse sin curro por probable reconversi¨®n, la gran dama del Bolshoi podr¨¢ dirigir las terapias ocupacionales. Un, dos, tres; un, dos, tres.
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