Jean-Jacques Annaud: "El cine es m¨²sica, no literatura"

Jean-Jacques Annaud, despu¨¦s de leer El nombre de la rosa, de Umberto Eco, contempl¨® la novela de 400 p¨¢ginas y se dijo: "Es imposible hacer una pel¨ªcula con esto". A sus 42 a?os, tiene aspecto de ni?o rabioso, de esos que pueden llorar durante horas hasta conseguir que sus padres los lleven al cine. Con su insistencia y entusiasmo desbordantes Annaud consigui¨® los 22 millones de d¨®lares (unos 3.000 millones de pesetas) que ha costado la pel¨ªcula; la rod¨®, la sigue promocionando -anteayer estuvo en Madrid- y ha conseguido con su ¨¦xito hacer rabiar a los cr¨ªticos italianos, que la destrozaron. "El cine es m¨²sica, no literatura", asegura muy convencido."Fui a Italia", dice, "y en una conferencia de prensa la primera pregunta fue que explicase por qu¨¦ un franc¨¦s hab¨ªa dirigido la primera obra maestra de la literatura italiana posterior a la guerra. Yo respond¨ª: 'La le¨ª, me gust¨®, compr¨¦ los derechos y la film¨¦. Lo siento'".

En Italia, las cr¨ªticas hablaron de "gran novela, insignificante pel¨ªcula", y el casi absoluto silencio que guard¨® Eco sobre el asunto se interpret¨® como una censura a la versi¨®n cinematogr¨¢fica. Annaud explica que su relaci¨®n con Umberto Eco fue y es magn¨ªfica: "Me dijo que deseaba inmiscuirse lo menos posible en la producci¨®n y promoci¨®n. Despu¨¦s de 25 a?os a vueltas con la Edad Media estaba harto de monjes. Quer¨ªa mantenerse alejado, aunque en una entrevista en la que yo particip¨¦ me defendi¨® e insisti¨® en que mi trabajo era algo m¨¢s y algo distinto. ?l sabe que el cine tiene sus propias leyes".En la Rep¨²blica Federal de Alemania, y sobre todo en Francia, la pel¨ªcula ha sido un ¨¦xito. En Estados Unidos las reacciones variaron mucho, y en Espa?a, seg¨²n informaci¨®n de la distribuidora, el filme ya ha superado el mill¨®n de espectadores en un mes y medio.El ni?o Jean-Jacques Annaud con su pelo revuelto y su imparable e inteligente arsenal dial¨¦ctico, pas¨® cinco a?os preparando el rodaje, rehizo el primer gui¨®n 15 veces y, muy nervioso, se lo llev¨® a Eco. "Le gust¨®, y nunca intent¨® imponerme nada", recuerda. "S¨®lo me hac¨ªa observaciones: 'Tu inquisidor no es lo suficientemente desagradable', por ejemplo. Le dije que el protagonista iba a ser Sean Connery [ex James Bond] y dijo: 'Oh, cielos'. Pero al final se convenci¨®'".Annaud obtuvo un gran ¨¦xito con un filme anterior, En busca del fuego (1982). Antes de realizar los cuatro largometrajes que componen su carrera fue director de m¨¢s de 500 spots publicitarios. "Me lanc¨¦ al cine", dice, "no por dinero -si as¨ª fuera hubiese seguido con los anuncios-, sino por hacer algo especial, como un escalador que mira a las grandes monta?as, no a las peque?as colinas".

Asistiendo a la locuacidad envolvente de Annaud es dif¨ªcil pensar que alguna vez no se haya salido con la suya. De hecho, ha mantenido el esp¨ªritu de la novela en el sentido de que el objeto misterioso por el que luchan los monjes es un libro. Los productores norteamericanos le sugirieron que por qu¨¦ en vez de un libro no transformaba el argumento y hac¨ªa que el objeto fuese un pedazo de la cruz de Cristo o una carta aut¨®grafa de la Virgen Mar¨ªa. Annaud los mir¨® estupefacto.

"No quise renunciar a ese algo elevado de la novela que es el debate sobre la difusi¨®n del conocimiento. Es un tema, por otra parte, muy actual. Los poderosos siguen preocupados por controlar al m¨¢ximo la informaci¨®n".