El polvor¨ªn liban¨¦s
LA TENSI?N provocada por la concentraci¨®n en aguas cercanas a L¨ªbano de fuerzas navales de EE UU y por los nuevos secuestros de rehenes occidentales en Beirut est¨¢ llegando a un punto culminante. En enero fueron capturados por grupos isl¨¢micos dos hombres de negocios alemanes, un periodista franc¨¦s, tres profesores norteamericanos y un indio con residencia en EE UU. Por otra parte, desde hace dos semanas no hay noticias del mediador de la Iglesia anglicana, Terry Waite, y se teme por su seguridad. Por ¨²ltimo, el Pent¨¢gono ha enviado al portaviones Kennedy y ocho buques de escolta a reforzar al otro portaviones, el Nimitz, que ya surcaba el Meditarr¨¢neo oriental, al tiempo que se incrementaba la dotaci¨®n de marines embarcados en la VI Flota pasando de 1.900 a 3.800 hombres.De los recientes secuestros mencionados se han responsabilizado dos organizaciones -la Yihad Isl¨¢mica, ya conocida, y otra que se manifiesta ahora por primera vez, la Yihad Isl¨¢mica por la Liberaci¨®n de Palestina (YILP)-, ambas ligadas a c¨ªrculos dirigentes de Teher¨¢n. Este ¨²ltimo dato lo confirma, en cierto modo, la celeridad con que la OLP de Yasir Arafat se ha dispuesto a precisar que nada tiene que ver con esta ¨²ltima organizaci¨®n.
A tenor de todos estos acontecimientos no se puede descartar un desenlace violent¨® de esta acumulaci¨®n de factores de tensi¨®n. Los grupos terroristas citados han anunciado que matar¨¢n a sus rehenes si EE UU desencadena una acci¨®n militar contra L¨ªbano. Por otra parte, la YILP ha manifestado que si Israel no libera, en el plazo de una semana, a 400 presos palestinos que tiene en sus c¨¢rceles, ejecutar¨¢ a los rehenes norteamericanos. A diferencia de su actuaci¨®n en casos similares anteriores, Israel se ha negado a hacer el m¨¢s m¨ªnimo gesto en ese sentido.
En cuanto a la actitud norteamericana, aparte de la concentraci¨®n naval, las declaraciones oficiales han sido contradictorias. Mientras el secretario de Estado, Geotge Shultz, afirmaba que se responder¨ªa con la fuerza armada si alg¨²n reh¨¦n era asesinado, el Pent¨¢gono ha desmentido la existencia de plan alguno de intervenci¨®n militar. De la misma forma, es evidente que los Gobiernos implicados en el conflicto, como Washington, Bonn, Par¨ªs, entre otros, llevan a cabo discretas gestiones, especialmente en Teher¨¢n, con la esperanza de encontrar una soluci¨®n al conflicto basada en concesiones rec¨ªprocas.
Es triste y en cierto modo degradante para los Gobiernos europeos que se vean obligados a negociar con grupos que practican el chantaje -con la vida de inocentes. Espa?a tuvo que aceptar tratos de ese g¨¦nero, autorizando la excarcelaci¨®n de dos presos libaneses a cambio de dos funcionarios y un geo secuestrados por extremistas shi¨ªes, en enero de 1986. La salvaci¨®n de vidas humanas puede explicar concesiones dif¨ªciles de justificar en otros t¨¦rminos pero los Gobiernos tienen que actuar con flexibilidad y discreci¨®n para evitar, por encima de todo, que quede hipotecada la pol¨ªtica de Estado.
Hoy est¨¢ claro que la actitud del presidente Reagan al entregar en secreto armas a Ir¨¢n ha estimulado a los grupos terroristas al secuestro de nuevos rehenes. En las condiciones de desconcierto y general inseguridad que padece Beirut, apresar rehenes es una operaci¨®n f¨¢cil y rentable. Y lo ser¨¢, sobre todo, si se negocia el suministro de armamento a cambio de vidas humanas. Tras el esc¨¢ndalo que se ha extendido por todo el mundo, no es veros¨ªmil que se repita una operaci¨®n como la del Irangate, pero, con todo, no puede descartarse que grupos fan¨¢ticos act¨²en con la esperanza de proveerse de armamento utilizando el tr¨¢gico se?uelo del secuestro.
En todo caso, lo que no sirve ante operaciones terroristas como ¨¦stas es el recurso a la fuerza armada, o la amenaza de su empleo. EE UU deber¨ªa saberlo despu¨¦s de repetidos fracasos, desde la incursi¨®n de helic¨®pteros en el desierto en 1980 para liberar a los diplom¨¢ticos apresados en Teher¨¢n. Bombardear ahora cualquier parte de L¨ªbano o realizar incursiones de marines causar¨ªa inevitablemente graves da?os a inocentes que nada tienen que ver con los terroristas y podr¨ªa contribuir a desencadenar un conflicto de efectos imprevisibles.
Es posible que, al concentrar sus fuerzas navales, EE UU persiga un objetivo pol¨ªtico, con vistas, sobre todo, a la opini¨®n norteamericana. Pero el efecto entre los grupos isl¨¢micos m¨¢s extremistas puede ser contraproducente, El propio George Shultz ha reconocido con acierto que, cuanto m¨¢s importancia se da a los rehenes, m¨¢s se les valora a los ojos de sus secuestradores. Por eso sorprende todav¨ªa m¨¢s la desproporci¨®n,entre el secuestro de norteamericanos y la espectacular concentraci¨®n de la flota estadounidense. La aparici¨®n de suspicacias internacionales en torno a las verdaderas intenciones de Estados Unidos en la zona es una consecuencia de esa misma desproporci¨®n, escasamente justificada.
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