La vida sin esperanza
Entre los derechos civiles nunca se da por reconocido el derecho a la propia muerte. El suicidio se ha considerado siempre como un mensaje demasiado descorazonador para el conjunto de los hombres como para que pueda ser incluido en la categor¨ªa de los derechos humanos, los cuales, por el contrario, se consideran una afirmaci¨®n de vida. Cuando un hombre muere voluntariamente, es toda la sociedad la que pi¨¦rde en ¨¦l las razones de vivir. Por eso, el gesto de quien se quita la vida se ha visto siempre como gesto de ruptura tambi¨¦n respecto de la sociedad, un acontecimiento que se sit¨²a m¨¢s all¨¢ de lo que los hombres pueden reconocer.Queda sitio s¨®lo para la piedad, debido a la solidaridad con aquel que ha llevado a cabo un gesto que en m¨¢s de una ocasi¨®n cada hombre ha pen,sado para s¨ª como algo posible.
?Puede la ciencia darnos hoy lo que la moral no nos consinti¨® nunca? ?Puede la ciencia, en la objetividad de sus criterios, determinar el punto en el que la vida ya no merece la pena ser vivida, el punto en el que vida y raz¨®n de vivir se separan irremediablemente? ?Puede la ciencia asumir, en nombre de su verdad, las responsabilidades que la conciencia humana se siente incapaz de asumir s¨®lo con sus propias fuerzas?
El tema de la eutanasia, tal como se plantea hoy, y el tema del suicidio tienen entre s¨ª una diferencia fundamental. En efecto, la eutanasia se plantea principalmente como respuesta del individuo ante la simple prolongaci¨®n de la vida que la ciencia puede ofrederle aun cuando toda esperanza de curaci¨®n ya no tiene sentido.El problema existe en el punto de impacto entre la condici¨®n humana y la ciencia. Por eso no ha planteado dudas serias la eutanasia negativa, es decir, la interrupci¨®n de cuidados que se han hecho ya in¨²tiles y que s¨®lo puederr prolongar la vida y, con ella, los sufrimientos. Esta soluci¨®n forma parte ya de la praxis y no es objeto de oposici¨®n., El problema de la eutanasia toca el tema del suicidio no cuando se interrumpe algo, sino cuando se hace algo para poner fin a la vida. Aqu¨ª volvemos a encontrar el tema de fondo: ?existe el derecho del individuo a quitarse la vida cuando se considera que ¨¦sta ya no se puede vivir? ?Las circunstancias f¨ªsicas que la ciencia determina tienen m¨¢s valor que las cir¨¦tinstancias morales que llevan muchas veces a los hombres por el camino de la desolaci¨®n extrema? En un contexto. religioso podemos contestar que s¨®lo Dios tiene el derecho de quitar la vida, puesto que fue ¨¦l quien nos la dio. ?Pero cu¨¢ntas veces los hombres, en nombre del bien humano, exigen de los dem¨¢s hombres el sacrificio de la vida! Nada est¨¢ m¨¢s involucrado en la vida cotidiana que el acto de morir de muerte vulgar.
Por esto tambi¨¦n la eutanasia positiva deber¨ªa ser considerada a la luz de un derecho supremo de la conciencia de la persona. En este contexto, sin duda, viene a cuento el papel de la ciencia y, asimismo, su responsabilidad. Efectivamente, si en el caso del suicidio s¨®lo se ve involucrada la persona, en el caso de la eutanasia se ve implicada la actuaci¨®n de otro. Y este otro es la ley, este otro es la sociedad.
Aqu¨ª precisamente se plantea el problema de las garant¨ªas del individuo frente a la ciencia y a las instituciones. La legitimidad de la eutanasia s¨®lo es posible si se basa en un derecho de la conciencia. Pero, ?c¨®mo garantizar la permanencia de la voluntad individual en un proceso, el de determinaci¨®n o verificaci¨®n, que es un procedimiento jur¨ªdico y m¨¦dico al mismo tiempo?
T¨¦cnica social
Por lo que el, problema se convierte en una cuesti¨®n de t¨¦cnica social. Se trata de garantizar el derecho a una muerte elegida, pero tambi¨¦n de impedir que este derecho lo ejerzan de hecho no los pacientes, sino otras personas. Y la intervenci¨®n de terceros (m¨¦dico, juez) es inevitable. ?En qu¨¦ condiciones debe darse la petici¨®n para que sea jur¨ªdicamente viable respecto a lo que se configura como transmisi¨®n de un derecho sobre la propia vida? ?Y c¨®mo debe garantizarse la permanencia de la voluntad, incluso despu¨¦s de que se establece su preexistencia, antes de la intervenci¨®n definitiva? ,
La eutanasia negativa no plantea tantas dudas como problemas plantea la eutanasia positiva. Aun cuando limitado a una tem¨¢tica extrema, se plantea aqu¨ª el importante problema de la relaci¨®n entre vida y felicidad: ?debe ser considerada in¨²til una vida cuando ya no tiene alte s¨ª ninguna esperanza? ?O se puede exigir al hombre que sienta esperanza no por su vida, sino por la de los dem¨¢s? Podr¨ªamos definir como heroica, en el sentido de divina que ten¨ªa este t¨¦rmino en el lenguaje antiguo, la actitud de quien acepta vivir aun cuando no advierte en su futuro sino infelicidad. Este hombre, entonces, aun as¨ª, elije la vida Para transmitir a los dem¨¢s. hombres un mensaje de esperanza que no le concierne como individuo. Lo que significa, confesar que hay algo m¨¢s que el individuo en la gran realidad de la vida: no s¨®lo se vive para uno mismo, sino tambi¨¦n para los dem¨¢s. La vida es el don de nosotros mismos que hacemos a los dem¨¢s. Tras todo esto podemos comprender, sin considerarlo loco, a quien rechaza el camino de la eutanasia positiva, de la misma manera en que rechaza la opci¨®n del suicidio. Desde ese momento su vida adquiere el sentido de un puro. amor por la vida de los dem¨¢s.
Un sentimiento semejante ?puede carecer de gozo? Lo que s¨ª es cierto es que el tema de la eutanasia involucra a los problemas fundamentales de nuestro existir. ?Cu¨¢ntas veces tenemos la sensaci¨®n de que la vida no tiene m¨¢s motivaciones que la vida misma! En un lenguaje creyente, esto nos lleva a identificar la vida con Dios. Y permite comprender el nexo que existe tras el sentimiento religioso aut¨¦ntico y el amor por la vida. En un plano no creyente,el valor m¨ªstico de una experiencia de pura fe se halla en el n¨²cleo de la propia m¨ªstica.
Todos los d¨ªas vivimos en la experiencia diaria las motivaciones radicales del vivir y del morir. Los temas de la muerte dulce nos conducen al interior del secreto mismo de esa gran realidad, com¨²n y personal al mismo tiempo, que es la vida.
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