Toma ya
Imaginen que al conde Dr¨¢cula deciden suspenderlo de sus funciones de chupacuellos y que la resoluci¨®n, sin embargo, no va a ser efectiva hasta dentro de equis tiempo. Imaginen que ¨¦l lo sabe. Imaginen en qu¨¦ va a utilizar el conde Dr¨¢cula las noches mientras le queden colmillos y capita voladora.?dem del lienzo en lo que respecta al hombre-lobo, el estrangulador de Boston, Jack el Destripador, el violador de M¨®stoles y el Sacamantecas. Es decir, un frenes¨ª intenso de actividad, una loca necesidad de realizarse aullando por las calles, estrangulando por las avenidas, destripando por las calzadas, violando por los soportales y extrayendo las chichas por los parques y jardines.
Se llama el s¨ªndrome de la impaciencia incontinente (SII) y es muy posible que en su versi¨®n jur¨ªdica haya atacado irremisiblemente al juez Forteza, empuj¨¢ndolo a apretar a¨²n m¨¢s su apretada agenda y hasta a llevarse trabajo a casa antes de que el pleno del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) confirme la sentencia que le suspende de sus funciones durante un a?o para que descanse en su defensa de la moralidad p¨²blica.
Decidido a librar su personal batalla contra las Fuerzas del Mal encarnadas por la prostituci¨®n, los puticlubs y los chulos, el juez justiciero nos demuestra una vez m¨¢s que est¨¢ hecho un toro y que en el programa intensivo de lavado no es el tiempo lo que cuenta, sino que la centrifugaci¨®n se haga con garbo. Se trata de su sentido de la justicia, pero tambi¨¦n, compr¨¦ndanlo, de su pundonor profesional. Est¨¢ el hombre rodeado de marchos¨ªsimos colegas, versi¨®n juez o versi¨®n fiscal, que andan poni¨¦ndonos los puntos sobre las ¨ªes y en ocasiones hasta d¨¢ndonos con las ¨ªes en la cabeza.
S¨®lo trabajando duramente podr¨¢ equipararse al juez que conden¨® a cinco meses de prisi¨®n a un novio cari?oso y que tras su suicidio comenta que a¨²n se qued¨® corto, o al fiscal que pide dos a?os para una analfabeta airada por un desalojo de vivienda.
Dios nos coja confesados.
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