Fundamentos de la m¨²sica
No s¨¦ si por el programa (Maulhaud, Debussy, Brahms) o por la pasi¨®n que provoca siempre Celibidache, lo cierto es que el triunfo del segundo concierto de la Filarm¨®nica muniquesa super¨®, y ya era dif¨ªcil, el del d¨ªa anterior. ?xito que aparece una y otra vez de un p¨²blico asombrado, al que Celibidache obliga a salir de su rutina.Es dif¨ªcil explicar con palabras lo que hace Celibidache: hay que vivirlo, que es cosa m¨¢s comprometida. Incluso aquellos que, por el momento, no se identifiquen con las versiones de Celibidache, jamas podr¨¢n "quit¨¢rselas de encima" y descubrir¨¢n que otras, antes admiradas, pierden consistencia. ?Por qu¨¦?
Ensayemos -pobre de nosotros- alguna respuesta: para empezar, el arte de Celibidache es fundamentalmente ¨¦tico, lo que singulariza al personaje en un tiempo empe?ado en anular la ¨¦tica del acto art¨ªstico. Para seguir, hemos de considerar que Celibidache toma la m¨²sica como fen¨®meno de la conciencia. Todo supuesto se halla en la misma m¨²sica, desde el mismo momento enque el sonido se pone en movimiento.
Orquesta Filarm¨®nica de M¨²nich
Director: Sergiu Celibidache. Obras de Milhaud, Debussy y Brahms. Teatro Real, 15 de febrero.
El acto musical es, por un lado, natural; por otro, muy complejo. En ¨¦l se sintetiza en presencia lo pasado y lo futuro como camino a recorrer en el tiempo o acontecimiento a situar en el espacio. Celibidache no manda, no impone puntos de vista a las orquestas: les descubre la m¨²sica, el c¨®mo de cada obra en su totalidad, tan viva que no deja resquicio a lo secundario, tan l¨®gica que llega a establecer como principio de raz¨®n el mismo acceso a hecho musical. Tan buscadora de la luz que muchos valores, habitualmente tenidos en cuenta, pasan a depender del punto de partida vivencial. ?Qu¨¦ querr¨¢ significar, entonces, "m¨¢s despacio" o "m¨¢s deprisa", "m¨¢s fuerte" o "m¨¢s piano"? Nada por s¨ª mismos.
Incluso la verdad de una m¨²sica puede no darse en su aparente protagonista. Se equivoca Manet al dise?ar el fauno en primer t¨¦rmino; acierta Claudio Debussy al musicalizar no la an¨¦cdota, sino "la ardorosa tarde estival", "adormecida de espesos sue?os". Pero, cuidado, que no se trata de simples sensaciones, sino de descubrir la fuerza que las mueve y organiza. Nace as¨ª el milagro de La siesta de un fauno, vivido en la tarde del domingo por un p¨²blico con la respiraci¨®n contenida. Incluso en las Saudades, Celibidache prospeccion¨® las ¨²ltimas razones, los fundamentos determinantes. ?Qu¨¦ decir de la Sinfon¨ªa en do menor de Brahms (la primera escuchada a Celibidache en diciembre de 1952). No cabe despojar hasta mayores l¨ªmites cuanta adherentia comporta el posromanticismo brahmsiano, su uso y su abuso. La gran orquesta parece entendida desde el cuarteto y, a la hora de cantar, se humaniza la voz instrumental. S¨®lo existe algo imposible: olvidarlos, impedir que formen parte de la memoria activa y de nuestro propio ser.
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