Alfredo Conde, gallego biling¨¹e
Traducida al castellano 'El griff¨®n', premio Nacional de Novela
La borrasca que el lunes por la noche castigaba Pontevedra, como suele ocurrir en febrero, amemiz¨® con postergar esta y otras cr¨®nicas hasta ma?ana, o quiz¨¢ m¨¢s tarde, pues el avi¨®n de Alfredo Conde no pudo despegar y el escritor tuvo que precipitarse por la carretera a Santiago para intentar coger el ¨²ltimo avi¨®n a Madrid. Lo consigui¨®, aunque al precio de un mareo sorprendente en un marino, y ayer present¨® su libro El griff¨®n, ¨²ltimo premio Nacional de Novela, ahora traducido por ¨¦l al castellano con el humor de un hombre que no sufre de ciudad grande y el aparente despego de un t¨ªmido.
En Galicia las distancias no se miden por kil¨®metros, dice. Conde para relatar la peripecia de su viaje a Madrid, sino que se dice, por ejemplo, "la carreri?a de un can". El novelista le advert¨ªa al taxista: "Cuidado, que viene una curva". Y el taxista, un esc¨¦ptico, casi sacaba el coche de la calzada y dec¨ªa: "Co?o, pues es verdad". Le advert¨ªa: "Cuidado, que viene un bache". Y despu¨¦s de medio romper los amortiguadores: "Co?o, pues es verdad". As¨ª terminaron por llegar a Santiago, a tiempo para el ¨²ltimo avi¨®n de Madrid.Y es que Alfredo Conde conoce la carretera de Pontevedra a Santiago como el pasillo de su dormitorio al despacho, pues lo recorre con casi tanta frecuencia: es parlamentario regional gallego -Independiente en las listas del Psoe-, y, aunque ¨¦l no lo dice, parece un diputado cansado, casi desiluslonado. "Eso se cura", dice, por ejemplo, cuando se verifica con ¨¦l tal ocupaci¨®n- "No volver¨¦ a reincidir", a?ade. Y explica: "Me da p¨¢nico ser diputado 12 a?os seguidos". ?Por qu¨¦?, Y por qu¨¦ no me va a dar p¨¢nico, co?o?". La conversaci¨®n se enreda progresivainente en temas pol¨ªticos y llega al punto en que el escritor dice como comprobando una peque?a fatalidad: "?sta va a ser una entrevista pol¨ªtica".
Pero est¨¢ claro que es un pol¨ªtico distinto, lo parece. Est¨¢ orgulloso de haber contribuido a la normalizaci¨®n del gallego -es decir, a escribir las leyes para su mejor difusi¨®n-, pero no le cuesta reconocer que, para combatir el tedio de la pol¨ªtica, dibuja caricaturas de sus colegas, o falsifica su propia voz, en un magnet¨®fono, para que se parezca a la de un adversario: luejo le hace decir barbaridades. El cuenta estas trastadas mucho mejor, y se r¨ªe cuando las cuenta; su sonrisa le rejuvenece m¨¢s a¨²n, nadie dir¨ªa realmente que tiene 43 a?os, una mujer desde hace veinte, dos hijas que, no le han dado problemas, y que en su vida ha hecho de bancario, publicista, profesor, pol¨ªtico y marino mercante.
El griff¨®n (Alfaguara) no es en castellano el mismo libro que en gallego, y si bien ello es cierto con cualquier libro, lo es m¨¢s con ¨¦ste: Conde, su propio traductor, corrige a veces su prosa elaborada, y en cualquier caso incorpora notas a pi¨¦ de p¨¢gina que, por su originalidad pertenecen a la creaci¨®n por derecho propio. "Saudade: Ya se sabe, intraducible", dice una de las varias N. del T que hacen crecer el texto castellano de su versi¨®n gallega.
'Paduxar', 'cofar'
El escritor dice que estas notas son un gui?o c¨®mplice al lector, una palmada en el hombro para recordarle que ambos, escritor y lector, est¨¢n disfrutando, relajados. Y ah¨ª es donde a Conde se le ve la primera exageraci¨®n: De disfrute, quiz¨¢, pero de relacionada: Su prosa es de las que han pasado por muchos alambiques para llegar al distilado, mucho codo y mucho insomnio. Es una prosa con vocaci¨®n de premio de la Cr¨ªtica -lo fue en 1982 con Breixo- o de Nacional de Literatura.Lo primero que se impone en la lectura de Conde es la riqueza de su vocabulario, en la mejor tradici¨®n gallega, y ¨¦l le encuentra razones casi emp¨ªricas: el gallego es un idioma no rico sino millonario en l¨¦xico, que se permite lenguajes gremiales con hasta 10.000 vocablos. En gallego se puede decir paduxar, por ejemplo, que significa acariciar un cuerpo como molde¨¢ndolo, y se puede decir cofar, que designa una suave caricia tras la oreja. Verbos sin paralelo en castellano, idioma en el que magrear, sobar parecen muy pobres sustitutos. Para traducirlos es preciso recurrir a frases.
El griff¨®n es una doble historia que se entrecruza, entre un profesor visitante en la universidad de Aix en Provence -en su fatigado cinismo no se reconoce al autor- y un Inquisidor en el Santiago del siglo XV. En la primera, Conde recurri¨® a su experiencia; en la segunda, exprimi¨® a sus amigos de la universidad y se document¨® como un historiador. As¨ª, no es que suenen a cierto el plano de la casa del inquisidor o los nombres de los barcos de la Invencible. Lo son.
Conde ya no es una firme promesa, en la pobre jerga del comercio editorial, sino un valor firme. Ya no tiene que demostrar, sino en todo caso continuar lo ya demostrado. Se asusta cuando lee a Emilio Lled¨®, finalista con ¨¦I en el premio Nacional, y se pregunta: "?Y ahora qu¨¦ hago?". ?Qu¨¦ hace? Escribe un libro sobre el Purgatorio.
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