Ha llegado la hora, presidente
El pasado 13 de enero, el presidente del Gobierno brasile?o, Jos¨¦ Sarney; el ministro de Hacienda, Dilson Funaro, y el secretario particular de la Presidencia, Jorge Murad, se reunieron en el palacio de Planalto. De esa conversaci¨®n sali¨® la luz verde para suspender el pago de los intereses y servicios de la deuda externa. Tras analizar el colapso econ¨®mico de la econom¨ªa brasile?a, el ministro de Hacienda pronunci¨® la frase decisiva: "Est¨¢ llegando la hora, presidente".Las reservas de divisas del pa¨ªs estaban cayendo peligrosamente, situ¨¢ndose ya por debajo de los 4.000 millones de d¨®lares. El pa¨ªs se hab¨ªa comido en un a?o alrededor de 5.000 millones de d¨®lares en divisas, el super¨¢vit de la balanza comercial pesaba peligrosamente, la inflaci¨®n se disparaba y la econom¨ªa entraba en un proceso de monetarizaci¨®n. Un mes despu¨¦s de aquella reuni¨®n, el presidente Sarney se ha dirigido a la naci¨®n para anunciar la suspensi¨®n de pagos de la deuda externa, que se eleva a 105.000 millones de d¨®lares. Tras el anuncio se oyeron las primeras cr¨ªticas: Sarney hab¨ªa esperado demasiado.
Hace un a?o, el saldo comercial de la balanza brasile?a era de 12.000 millones de d¨®lares. El Banco Central acaba de cifrar el saldo comercial de 1987 en 8.000 millones de d¨®lares. Quedan, pues, aniquiladas las previsiones del plan cruzado, que situaban el saldo comercial de este a?o en 10.000 millones. Los compromisos de su deuda en este ejercicio se elevan a 14.000 millones.
Cuando su popularidad est¨¢ en uno de los momentos m¨¢s bajos, Sarney ha pedido al pueblo "unidad y patriotismo", y ha solicitado el apoyo de la banca, los partidos pol¨ªticos y la patronal para hacer frente a las negociaciones con los bancos acreedores. Pero muchos pol¨ªticos en la Alianza Democr¨¢tica han mostrado su indignaci¨®n ante las manifestaciones de Sarney de que la cr¨ªtica a su pol¨ªtica econ¨®mica deber¨ªa ser considerada "una traici¨®n". Los diputados del PMBD, el partido mayoritario, han apoyado la suspensi¨®n de pagos, pero se han negado a suscribir nuevas medidas econ¨®micas. Sarney tiene el visto bueno para negociar nuevas condiciones para el pago de la deuda, pero los diputados se niegan a firmarle un cheque en blanco.
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