Morirse: un lujo fiscal
Si usted tiene la desgracia inevitable de morirse, prep¨¢rese a ser sangrado fiscalmente.Primero le cobrar¨¢n las plusval¨ªas del muerto, aut¨¦ntico impuesto macabro, como si el difunto al morirse hubiera hecho un gran negocio. Y el pobre heredero tendr¨¢ que empezar a bucear, a veces en la noche de los tiempos, para averiguar en cuanto se compr¨® aquel piso, qu¨¦ impuestos se pagaron en la transmisi¨®n, qu¨¦ mejoras se introdujeron, qu¨¦ amortizaciones se realizaron. Y si se trata de valores mobiliarios, lo mismo, pero adem¨¢s cu¨¢ntos derechos de suscripci¨®n se vendieron y cu¨¢ntos se utilizaron. Y, salvo que el interesado tuviera en su momento un buen asesor fiscal, las plusval¨ªas resultantes no vendr¨¢n corregidas por la inflaci¨®n. Al final, el heredero, desesperado, acabar¨¢ tirando la esponja con la certeza de que la inspecci¨®n de Hacienda ser¨¢ igualmente incapaz de averiguar lo que ¨¦l no pudo. Luego le vendr¨¢n las plusval¨ªas municipales sobre el valor de los terrenos, tambi¨¦n sin correcci¨®n de la inflaci¨®n, y el pago de los derechos hereditarios. Un buen pellizco en total.
Pero si usted se muere despu¨¦s del 1 de enero de 1988, cuando ya haya entrado en vigor la nueva ley del impuesto de sucesiones, a todo ello se le superpondr¨¢ el gravamen del hijo pr¨®digo. Me explico:
Supongamos un padre con dos hijos. Uno de ellos le resulta trabajador, eficiente y emprendedor. Ahorra y monta un negocio en el que tiene ¨¦xito. El otro, en uso de su perfecto derecho, prefiere trabajar menos y gastar todo lo que ingresa.
Pues bien, cuando el padre muera, la Hacienda p¨²blica castigar¨¢ al primero por su sacrificio al trabajar y al ahorrar y tambi¨¦n por su ¨¦xito al haberse creado un patrimonio y a trav¨¦s de su inversi¨®n haber creado puestos de trabajo y riqueza para todos; le castigar¨¢ imponi¨¦ndole, sobre todos los dem¨¢s grav¨¢menes a que antes me refer¨ªa, un gravamen espec¨ªfico tanto m¨¢s alto cuanto m¨¢s haya trabajado, ahorrado e invertido, mientras que al segundo hijo le premiar¨¢ eximi¨¦ndole de este gravamen.
?Parece mentira, verdad? Pues as¨ª ser¨¢ con el nuevo proyecto de ley de sucesiones si los legisladores no lo remedian con la enmienda correspondiente.
Invenci¨®n diab¨®lica
Se llegar¨¢ a la situaci¨®n absurda de que el padre que quiera tratar por igual a sus hijos en el reparto de. su herencia, tendr¨¢ que ser aparentemente injusto en su testamento para compensar esta nueva invenci¨®n diab¨®lica de nuestros fiscalistas. Y es evidente que Espa?a sigue siendo diferente porque este gravamen no existe en ning¨²n otro pa¨ªs del mundo por su car¨¢cter de injusto socialmente, de desestimulante del ahorro y de la inversi¨®n y por sus problemas de aplicaci¨®n.
Pi¨¦nsese en las dificultades de calcular el patrimonio de un heredero casado en r¨¦gimen de gananciales. Ya no habr¨¢ s¨®lo que dividir la herencia del difunto, sino tambi¨¦n que meter en liza a la sociedad de gananciales del heredero para descomponerla en el patrimonio de uno y otro c¨®nyuge. Por si hubiera pocas complejidades. Por no mencionar el caso de los negocios familiares, que encontrar¨¢n fuertes dificultades para sobrevivir.
La Fontaine escribi¨® su deliciosa f¨¢bula de la cigarra y la hormiga; lo que nunca pens¨® es que la hormiga iba a tener que pagar impuestos, precisamente por ser m¨¢s juiciosa.
Es de esperar que en los debates parlamentarios nos dejemos de inventos originales y ¨²nicos y no pretendamos ser m¨¢s listos que en los dem¨¢s pa¨ªses.
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