Trasatl¨¢nticos y pescadores en el mundo de los libros
Escritores entregan ya manuscritos en disco
Ya existen autores que, en lugar de llevar a su editor el tradicional manuscrito a m¨¢quina y con m¨¢s de una errata, le llevan un disco de su ordenador, dice Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu, novelista (El r¨ªo de la luna) y uno de los directores de la editorial Alfaguara.Ocurre tambi¨¦n que en algunos establecimientos de reprograf¨ªa (fotocopia) los gastos pueden verse considerablemente disminuidos: de 110.000 pesetas a 17.000 en el caso de cierto manuscrito que inclu¨ªa gr¨¢ficos, seg¨²n Miguel ?ngel Prieto, propietario de un negocio.
Uno de los fen¨®menos m¨¢s espectaculares de la revoluci¨®n inform¨¢tica que vivimos es que abaratar¨¢ de forma vertiginosa los costes de edici¨®n, con consecuencias que ponen los dientes largos de ansiedad tanto a los editores peque?os como a los autores de vanguardia: el editor podr¨¢ tomarle el pulso al mercado casi minuto a minuto y podr¨¢ imprimir sus textos, de 1.000 en 1.000 ejemplares, a medida que el mercado lo vaya pidiendo. Casi como quien le echa sal a la sopa.
Al tiempo, costes de instalaci¨®n y mantenimiento muy bajos -muchos trabajos editoriales se podr¨¢n hacer desde los domicilios particulares, empezando por la traducci¨®n- permitir¨¢n aventuras editoriales que hoy los editores ni se imaginan: por ejemplo, tiradas muy bajas, de tipo experimental.
Lo literario
A juicio de Guelbenzu, el futuro es de los grandes grupos editoriales y tambi¨¦n de los peque?os editores; los medianos est¨¢n sentenciados. Las grandes concentraciones editoriales son ya evidentes.
Los peque?os habr¨¢n de descubrir nuevos autores y mantener encendido el experimentalismo y la innovaci¨®n, conservar lo espec¨ªficamente literario, que a juicio de Guelbenzu est¨¢ casi desapareciendo. (El dirty realism, ¨²ltima vanguardia norteamericana, ha sido lanzado en Estados Unidos por una cadena de peque?as editoriales.)
Pero los editores medianos han de sucumbir, pues no podr¨¢n mantener la marcha de los grandes ni tampoco el aventurerismo de los peque?os. "El mundo ser¨¢ de los trasatl¨¢nticos y de los pescadores de ca?a, pero las fal¨²as se hundir¨¢n", dice Jos¨¦ Mar¨ªa Guelbenzu.
Una de las amenazas de mayor peso en el mundo editorial es la incorporaci¨®n de la mercadotecnia o planificaci¨®n; esto es, el intento de imposici¨®n de gustos y modas de acuerdo con estudios previos que poco tienen que ver con la literatura.
La entrada en el mercado espa?ol de multinacionales de la edici¨®n puede suponer parad¨®jicamente, opina Guelbenzu, un mayor apoyo para los autores espa?oles. Y ello porque el editor espa?ol casi no podr¨¢ competir con sus colegas mayores para la adquisici¨®n de derechos de autores internacionales, y tendr¨¢ que volcarse en el apoyo de los espa?oles.
De momento, los editores espa?oles se mantienen pragm¨¢ticos y olfativos, dice el editor, para quien la literatura, si ha de sobrevivir, ha de volcarse en lo espec¨ªficamente literario.
No nos gustamos
"?Cu¨¢l es nuestra imagen?", se pregunta Jos¨¦ Mar¨ªa Merino, novelista y director del Centro de las Letras Espa?olas. "Antes que nada tendr¨ªamos que reconciliarnos con nuestras propia imagen. En el fondo no nos gustamos", dice. Y cita como ejemplo la conquista de Am¨¦rica o el conflicto carlista, asuntos sin resoluci¨®n, al que los espa?oles no se enfrentan, como si hubiera miedo. "Las cosas que te gustan las cuidas. No somos cuidadosos con nada. Tenemos un terrible complejo de inferioridad".
"Es un problema de tejidos", dice. "Este pa¨ªs est¨¢ sin tejidos, que hay que regenerar. Espa?a ha padecido largo tiempo una filosof¨ªa de aislamiento aldeano, una filosof¨ªa de mesa camilla", pero en el momento actual, "en los pr¨®ximos 15 a?os, nos estamos jugando nuestro destino. Tenemos la obligaci¨®n de dejar de ser arcaicos".
A Merino, claro est¨¢, se le antoja injustificado este complejo, pues recuerda entre otras cosas que muchos de los arquetipos culturales europeos -la celestina, el don Juan, el so?ador so?ado...- provienen de Espa?a, hasta el punto de que alguna exposici¨®n que proyecta su centro en Europa se basa precisamente en subrayar esa aportaci¨®n.
Compara Merino la situaci¨®n con la francesa, pongamos por caso. All¨ª hay excelentes escritores medios, que tienen un espacio en el concierto cultural, y caldo de cultivo del que salen las excepciones. Ese caldo falta en Espa?a, a su juicio. "No podemos andar por la vida como si s¨®lo hubiera cinco estrellas. Es preciso profesionalizar al artista, al autor: no hacer que vivan de su profesi¨®n -no es ¨¦sa la tarea-, sino que sean reconocidos como tales en la vida de la comunidad".
El castellano, sin m¨¦todo
Carencia evidente de la Espa?a contempor¨¢nea, dice Merino, es la fragilidad del sistema para difundir el castellano, uno de los idiomas con m¨¢s demanda en el mundo y patrimonio que necesita un evidente cuidado. Entre otra carencias, afirma, figura un m¨¦ todo de ense?anza del castellano que est¨¢ por hacer.
Jos¨¦ Mar¨ªa Merino ya no es una joven promesa, sino el autor de novelas reconocidas por la cr¨ªtica: Novela de Andr¨¦s Choz, premio Novelas y Cuentos, La orilla oscura y El oro de los sue?os. Es sintom¨¢tico que el escritor leon¨¦s se queje de falta de tiempo para escribir y de cierto cansancio.
Babelia
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