El aislamiento del ciudadano Alfons¨ªn
La Argentina de hoy es un pa¨ªs desconcertante a los ojos del visitante desprevenido e interesado por la realidad pol¨ªtica. A lo largo de 18 d¨ªas he buscado explicaciones sobre el terreno. El riesgo de golpe de Estado me parec¨ªa de todo punto de vista evidente y durante una semana s¨®lo me tranquiliz¨® respecto de la inminencia del mismo la presencia del Papa en Buenos Aires. Era poco probable que una sublevaci¨®n tuviera lugar en el curso de su visita.Sal¨ª de Argentina en la noche del martes 14 al mi¨¦rcoles 15 convencido del avance del proceso. Las personas que me despidieron, en el aeropuerto rniraban con sorpresa mi pesimismo."Vas a ver que no pasa nada", me dijeron. Pero lo cierto es que el levantamiento, cuyo resultado a¨²n no se conoce, se produno.
El desconcierto que provoca el paisaje argentino est¨¢ en diracta relaci¨®n con el desmesurado optimismo de los ciudadanos que ven con simpat¨ªa la gesti¨®n del presidente Ra¨²l Alfons¨ªn y con la indiferencia frente a la cuesti¨®n pol¨ªtica en que permeanece la mayor¨ªa
La oposici¨®n, por su parte, poco tiene que ver con lo que en una democracia estable se entiende por tal. La componen los parlamentaerios peronistas, muchos de ellos vinculados a la pasada dictadura; un n¨²mero importante de representantes del Partido Radical, al que pertenece el propio presidente; la Confederaci¨®n. General del Trabajo, central sindical relacionada con los sectores m¨¢s reaccionarios de la Iglesia y del Ej¨¦rcito, el ¨²nico movimiento obrero organizado que en el mundo se opone a un Gobierno desde la derecha, y el vicepresidente, V¨ªctor Mart¨ªnez, que se ha manifestado en contra de planteamientos centrales para la acci¨®n de Gobierno como el env¨ªo a las C¨¢maras legislativas del proyecto de ley del divorcio.
La oposici¨®n, pues, est¨¢ constituida por elementos de casi todas las expresiones institucionales de la vida argentina.
La pregunta obvia es: ?qui¨¦n presta apoyo activo al presidente Alfons¨ªn y c¨®mo lo hace? Un sector de su partido, el m¨¢s progresista; un sector del Parlamento, los diputados y senadores afines a sus posiciones de cambio, y no en todos los casos; sus asesores directos, de diversas extracciones pol¨ªticas, y miembros clave del Gobierno entre los que destaca notablemente el ministro de Relaciones Exteriores, Dante Caputo.
Si el pueblo, las m¨¢s veces entidad abstracta en los conflictos de coyuntura, pretende expresar su apoyo al presidente, deber¨¢ organizarse espont¨¢neamente o contar con que el miedo de los sindicalistas corruptos a una alteraci¨®n sustancial de! statu quo supere los l¨ªmites de sus acuerdos con el aparato de terror de la dictadura, Intacto a pesar de todo. Ello, suponiendo que el apoyo exceda la tranquila y distante solidaridad moral con el gobernante m¨¢s aislado del mundo democr¨¢tico.
Porque toda esa red de obst¨¢culos conformada por sindicalistas, parlamentarios, Iglesia y Ej¨¦rcito, orientada a la ingobernabilidad de Argentina, tiene por resultado el aislamiento del ciudadano Ra¨²l Alfons¨ªn, situado a la izquierda del conjunto social del pa¨ªs.
Situado a la izquierda, fundamentalmente, porque el proyecto que sustenta, manifiesto en textos legales a¨²n no aprobados por el Congreso, como los que tocan al divorcio o al traslado de la capital, no es un proyecto pol¨ªtico, sino un proyecto hist¨®rico: se trata, nada menos, que de sentar las bases del capitalismo moderno en una naci¨®n que vive todav¨ªa seg¨²n las pautas de propiedad del antiguo r¨¦gimen.
Un apoyo critico a Alfons¨ªn. supone el autorizarse la cr¨ªtica de decisiones pol¨ªticas como la del llamado punto final, producto de una dura negrociaci¨®n con un estamento militar ¨ªntegramente comprometido en la violaci¨®n sistem¨¢tica de los derechos humanos durante varios a?os, y de una negociaci¨®n silenciosa con una sociedad civil culpabilizada por su prescindencia colaboradora. Pero en modo alguno supoce poner en tela de juicio la realidad de su acci¨®n, que ha superado ampliamente, y supera cada d¨ªa, el marco de su propio programa electoral.
Las porciones m¨¢s dialogantes del peronismo, cuya supevivencia est¨¢ condicionada por la de la democracia mismo, han entendido la necesidad de la convocatoria del presidente a integrarse activamente en el Gobierno. Pero el d¨ªa 14, en una solicitada, Antonio Cafiero, del Partido Justicialista, coalboraci¨®n al sometimiento a refer¨¦ndum del traslado de la capital y de la reforma de la Constituci¨®n. Trataba, pues, de postergar la consolidaci¨®n del desarrollo federal del Estado y de la estructuraci¨®n moderna de un r¨¦gimen parlamentario estable.
?Qu¨¦ significa en este contexto un golpe de Estado? Aparentemente, la cuesti¨®n es simple. Bastar¨ªa con la renuncia de Ra¨²l Alfons¨ªn, su sustituci¨®n por el vicepresidente y la continuidad normal de las v¨ªas establecidas hasta las pr¨®ximas elecciones presidenciales, donde podr¨ªa acceder al poder democr¨¢ticamente un candidato que cubriese las expectativas de los enemigos del presidente. Pero Ra¨²l Alfons¨ªn no va a renunciar: tendr¨¢n que eliminarle f¨ªsicamente para que abandone su funci¨®n presidencial. Tendr¨¢n que asesinarle.
En el momento en que escribo estas l¨ªneas se suceden las. informaciones sobre el levantamiento militar, confusas, como siempre. Alfons¨ªn acaba de solicitar al Parlamento la implantaci¨®n del estado de sitio, el general R¨ªos Ere?¨² expresa acatamiento a la autoridad civil, un ex coronel sublevado se fuga. No se puede asegurar que la situaci¨®n est¨¦ controlada. Pero, si lo est¨¢, ?por cu¨¢nto tiempo lo estar¨¢?
Los miembros de las juntas militares, Videla en primer t¨¦rmino, han sido juzgados. Pero ya son coroneles, almirantes, brigadieres, muchos de los capitanes que hasta ayer torturaban de propia mano, que poseen convicciones pol¨ªticas lo bastante arraigadas como para torturar, que creen que Ra¨²l Alfons¨ªn es un peligroso comlunosta que har¨¢ realidad suspeores pesadillas hist¨®ricas. De ellos hay que cuidarse, De ellos tiene que cuidarse el presidente, De ellos deben cuidar al presidente los argentinos.
Porque lo que se juega ahora, lo que se jugar¨¢ en la d¨¦cada pr¨®xima si Alfons¨ªn completa su par¨ªodo presidencial, no es s¨®lo la estabilidad democr¨¢tica, la continuidad electoral, sino la Argentina posible, viable, en la que el Gobierno efectivo de la naci¨®n vaya m¨¢s all¨¢ de la admistraci¨®n de los intereses de los due?os de la tierra.
Los sucesos de hoy pueden concluir en un ¨¦xito o en un fracaso del poder democr¨¢tico. De ser un ¨¦xito, sin embargo, deben constituir una seria llamada de atenci¨®n para el conjunto de los arhgentinos si pretenden para su pa¨ªs un futuro distinto del de la guerra civil inacabable o la constante ficci¨®n electoral.
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