Conservando la prosperidad global
El autor analiza la situaci¨®n econ¨®mica norteamericana y la compara con la de sus m¨¢s importantes socios comerciales, encontrando motivos de preocupaci¨®n, pero descartando la inminencia de una recesi¨®n. Para el firmante, EE UU lo ha estado haciendo muy bien en relaci¨®n a Europa, ya que, aunque la tasa de crecimiento norteamericana desde mediados de 1984 ha sido un mediocre 2,5% anual, se compara favorablemente con la europea desde la crisis del petr¨®leo.
El empleo total en Europa ha cambiado poco desde 1973. En ese mismo per¨ªodo Am¨¦rica ha creado m¨¢s de 30 millones de nuevos puestos de trabajo. Se puede asegurar que la mayor¨ªa de estos empleos est¨¢ en el sector servicios y gana mucho menos que un obrero masculino del acero sindicado, pero se gana su sueldo en un mercado competitivo, mientras que los trabajadores del acero y la industria automovil¨ªstica se mantienen en sus empleos s¨®lo porque el Congreso idea cuotas proteccionistas para sus industrias no competitivas.El emperador de Hans Christian Andersen no llevaba vestidos, como revel¨® un ni?o honesto. ?Cu¨¢ntas personas de las que leen la autobiograf¨ªa de Lee Iococca se dan cuenta de qu¨¦ ropas son las que no tiene? Sin la cuota de proteccionismo, su rescate de la Chrysler Corporation nunca hubiera tenido lugar. Que el presidente Iococca lo sabe est¨¢ confirmado por su cabildeo para obtener la continuaci¨®n y extensi¨®n de esos. aderezos tanto en la prensa norteamencana como en la japonesa.
En la actualidad, Am¨¦rica lo est¨¢ haciendo considerablemente mejor que Jap¨®n. Aunque la tasa de crecimiento japon¨¦s de 1975 a 1985 continu¨® superando la nuestra, la desaceleraci¨®n posOPEC de su tasa de crecimiento excedi¨® ' en t¨¦rminos porcentuales nuestra propia deplorable actuaci¨®n productiva.
Cuando los datos evidencian un relanzamiento en la actuaci¨®n econ¨®mica relativa norteamericana en el per¨ªodo de 1975 a 1987, esto no es significativo respecto a la reaganom¨ªa (pol¨ªtica econ¨®mica de Reagan). Los historiadores econ¨®micos saben lo que el p¨²blico en general no ha notado nunca: que los a?os de Carter fueron a?os de excelente crecimiento del producto nacional bruto real, un hecho oscurecido por la explosi¨®n de la inflaci¨®n durante la estancia de Carter en la Casa Blanca.
Indicadores norteamericanos
Ninguna de las teor¨ªas econ¨®micas de Kemp-Laffer-Stockman tuvo efecto en el reparto del pastel.
- Los ¨ªndices de ahorro de Estados Unidos, m¨¢s que remontarse, cedieron a medida que bajaban las tasas de impuestos y aumentaban los subsidios a la inversi¨®n.
- El d¨¦ficit fiscal aument¨®, a?adiendo el desahorro p¨²blico .al bajo ahorro privado.
- La reducci¨®n de la distancia entre las devoluciones anteriores y posteriores a los impuestos por inversi¨®n parece que ha beneficiado la formaci¨®n de capital bruto, pero continuamos esperando el est¨ªmulo a la productividad proveniente de esta fuente. Y por la misma l¨®gica, las reformas fiscales de 1986 pueden ser duras con los programas inversores.
- La recientemente industrializada regi¨®n de la cuenca del Pac¨ªfico es la ¨²nica zona que nos averg¨¹enza a todos los dem¨¢s. Mientras Europa y Am¨¦rica andan a paso de tortuga en la mejora de la productividad, mientras los exportadores japoneses ponen el grito en el cielo por la presi¨®n sobre sus beneficios y ventas impuesta por el cambio, del yen, Corea del Sur, Taiwan, Singapur y Hong Kong contin¨²an su sprint schumpeteriano.
Quiz¨¢ sea hora de que el secretario del Tesoro, James A. Baker, sea el tercero en convocar a esta banda de los cuatro a un encuentro en el hotel Plaza para intercambiar unas pocas verdades dom¨¦sticas y para la correcci¨®n de la profunda infravaloraci¨®n de las monedas de estas naciones (el wan coreano y los d¨®lares de Taiwan, Hong Kong y Singapur).
Mientras tanto, el primer ministro Yasuhiro Nakasone tiene profundos problemas pol¨ªticos en casa. No le pod¨ªa haber ocurrido a un muchacho m¨¢s agradable. Conceder m¨¢xima prioridad a la reforma fiscal en un momento en el que amenazan las nubes de la recesi¨®n es un grave error de juicio por su parte.
Si las tensiones actuales hubieran golpeado al capitalismo puro del mundo anterior a 1929 ser¨ªa m¨¢s que suficiente para provocar una depresi¨®n mundial. Afortunadamente, nuestras econom¨ªas mixtas, en esta era posterior a Keynes, est¨¢n construidas de un material m¨¢s duro.
Brasil y Per¨² han estado cerca de un incumplimiento de facto de sus deudas exteriores. Traumas menores provocaron carreras hacia los bancos de la calle principal en los primeros a?os treinta. Eso ocurri¨® porque entonces los Gobiernos dejaban que la econom¨ªa privada de mercado se fuera a pique cada vez que ten¨ªa problemas.
Ahora las cosas son irreversiblemente distintas. El aseguramiento gubernamental de los dep¨®sitos bancarios ha destruido las carreras y el p¨¢nico en el mismo comienzo. El Fondo Monetario Internacional y la Reserva Federal van hombro con hombro con los grandes bancos cuando los frutos de Argentina, Venezuela, M¨¦xico y Filipinas amenazan volverse agrios.
La corte japonesa
La bola est¨¢ en la corte de Jap¨®n intentando introducir el est¨ªmulo macroecon¨®m?co. Esto no ocurre para contentar a los norteamericanos o estimular las importaciones japonesas de Estados Unidos. Su prop¨®sito es colmar la propia potencialidad japonesa para la buena vida.
La Rep¨²blica Federal de Alemania tambi¨¦n tiene un muro contra el ¨ªmpetu de cualquier amenazante retroceso. Es adecuado que sus recuerdos de la desastrosa hiperinflaci¨®n de 1920-1923 la alejen de la persistente sobrestimulaci¨®n de su econom¨ªa.
Al haber dedicado toda una vida a ense?ar y escribir sobre la actividad econ¨®mica prudente, me congratulo de que hoy haya mucho m¨¢s entendimiento de las realidades econ¨®micas b¨¢sicas del que sol¨ªa haber hace s¨®lo una generaci¨®n.
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