Desmanes de Reinosa
EL DIRECTOR general de la Guardia Civil, Luis Rold¨¢n, ha pretendido responder a los escalofriantes testimonios de algunos vecinos de la localidad c¨¢ntabra de Reinosa sobre la conducta vand¨¢lica de miembros. de dicho cuerpo en el curso de los incidentes de la pasada semana con unas declaraciones en las que se alude al comportamiento tambi¨¦n vand¨¢lico de algunos manifestantes. No hay duda de que actuaciones como la de secuestrar a un directivo, intentar prender fuego a un tren, cruzar cables de alta tensi¨®n sobre la calzada o colocar obst¨¢culos en la v¨ªa f¨¦rrea merezcan ese calificativo. Y es l¨®gico que las fuerzas de seguridad se empleen con contundencia para neutralizar a los autores de tales desmanes. Pero es absolutamente condenable, por delictivo y vergonzoso para el prestigio del cuerpo que dirige Luis Rold¨¢n, el que se llevaran a cabo actuaciones indiscriminadas contra el conjunto de la poblaci¨®n civil como las que protagonizaron muchos de los agentes encargados de restablecer el orden p¨²blico en Reinosa. Pues, en vez de restablecer ese orden, se dedicaron, ellos tambi¨¦n, seg¨²n todas las apariencias, a alterarlo en forma grave. Los testimonios conocidos, reiterados ante el juez, hacen referencia a palizas propinadas en plena calle a personas que se dirig¨ªan a su trabajo -en un centro sanitario, por ejemplo,. seg¨²n uno de los testimonios-; a amenazas de violaci¨®n a adolescentes detenidas; a ruedas de agentes con el rostro cubierto apaleando a los que eran introducidos en los autocares policiales; a brabatas gen¨¦ricas contra el conjunto de la poblacion; a agresiones, con las culatas de los fusiles como ariete, contra las lunas de establecimientos comerciales -la funeraria de la localidad result¨® incendiada- y veh¨ªculos estacionados en la calle; a disparos con botes de humo contra las ventanas de las casas... Todo ello en un clima definido por algunos vecinos como de histeria vengativa.
Vengativo o no, ese comportamiento es peor que bochornoso y recuerda lamentablemente al de una unidad de especiales de la Polic¨ªa Nacional, en el verano de 1978, en la localidad guipuzcoana de Renter¨ªa. Y al de tantas otras actuaciones de las antiguas Fuerzas de Orden P¨²blico durante el franquismo. No ha pasado tanto tiempo como para olvidarlas, y tal vez entre quienes las recuerden figure un m¨¦dico llamado Jaime Blanco, diputado por el PSOE de Cantabria, golpeado por la polic¨ªa, en los primeros a?os de la transici¨®n, en el curso de una manifestaci¨®n, lo que dio origen a un sonado pleno monogr¨¢fico en el Congreso de los Diputados convocado a petici¨®n de los socialistas.
El silencio observado ahora por los compa?eros de partido de Blanco, con la honrosa excepci¨®n de alg¨²n alcalde de la zona que ha tenido la dignidad de dimitir, resulta por ello, doblemente vergonzoso y culpable. Las explicaciones del director general de la Guardia Civil, por su parte, son del todo insuficientes. Si el nombramiento de un civil para tan delicado cargo fue saludado por los dem¨®cratas como un hecho trascendental ftie porque se esperaba de ¨¦l una sensibilidad pol¨ªtica, y no s¨®lo marcial, a la hora de valorar situaciones como la vivida desde hace un mes en Reinosa. Vana era la esperanza. .
Si ya result¨® discutible que fuera la Guardia Civil la elegida para intervenir en los incidentes del mes pasado -so pretexto de que se trataba de una poblaci¨®n rural, estimaci¨®n harto discutible-, resulta inconcebible-que, tras la humillaci¨®n entonces padecida por miembros de ese cuerpo, desbordados y desarmados por los manifestantes, se haya mantenido, por un absurdo rigorismo ordenancista, aquella decisi¨®n. Sin duda se han producido, por otra parte, comportamientos provocativos por parte de muchos manifestantes e irresponsabilidad en muchos casos culpable de los propios sindicatos.
Eso no es, sin embargo, una guerrilla urbana, como se ha querido sugerir. Y no puede negarse que esos comportamientos han sido estimulados tambi¨¦n por la irresponsabilidad de quienes han tomado la absurda decisi¨®n de aportar el otro elemento indispensable para convertir una violenta protesta laboral en una aut¨¦ntica batalla: unas fuerzas de seguridad encolerizadas y brutales. Suma y sigue en la brillante hoja de servicios que ya muestra al respecto el departamento de Interior del Gobierno socialista.
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